Terrorismo

Jugarse la vida por 350 pesetas

Eras un digno e ilusionante concejal popular de Nuevas Generaciones y lo hacías por amor a Ermua, al País Vasco y a España.

1997-2017. Balcón del Ayuntamiento de Ermua en la plaza donde se celebró la multitudinaria manifestación de repulsa por el asesinato
1997-2017. Balcón del Ayuntamiento de Ermua en la plaza donde se celebró la multitudinaria manifestación de repulsa por el asesinatolarazon

Eras un digno e ilusionante concejal popular de Nuevas Generaciones y lo hacías por amor a Ermua, al País Vasco y a España.

Mi querido Miguel Ángel Blanco: quiero dirigirme hoy a ti, veinte años después de tu vil secuestro chantajista y asesinato a manos de los criminales de ETA, y veinte años después de que te acompañásemos tus compañeros, los populares vascos junto a muchos otros, a tu último refugio en el cementerio de tu localidad, Ermua.

Hace dos décadas tu pueblo lloraba hasta en el silencio, y su imagen nunca se me olvidará de mi cerebro: eran balcones donde colgaban sábanas blancas con crespones negros. La buena gente de todos los pensamientos políticos salió a la calle enfurecida exigiendo e implorando tu libertad y plantando cara a los etarras diciéndoles que no eran vascos sino hijos de puta, y al grito de «VASCOS SI, ETA NO».

Por cierto, te diré Miguel Ángel que ese grito no le hizo mucha gracia a Arzallus, y en la mayor manifestación celebrada hasta hoy en Bilbao para pedir tu liberación Arzallus me espetó que esos que gritaban ese lema no eran vascos sino gente de fuera traída en autobuses pagados por el Partido Popular. Lo dejaremos si te parece, mi querido Miguel Ángel, sin ponerle calificativo en esta ocasión al entonces presidente del PNV, porque me conozco.

Quiero decirte Miguel Ángel que la cicatriz que ETA nos dejó en nuestras pieles, asesinándote, sigue aún abierta, supurando y sin cicatrizar, y que se nos agrandó aquella cicatriz con los posteriores asesinatos de tus compañeros Caso, Zamarreño, Iruretagoyena, Indiano y Pedrosa junto a otras decenas de víctimas inocentes ejecutadas por esas alimañas malnacidas etarras.

Recuerdo Miguel Ángel cómo me contabas, cuando te conocí en aquel bar de Bilbao, la ilusión que te hacía ser concejal ermuarra y tu ambición por ayudar a que se construyese un polideportivo, polideportivo que actualmente lleva tu nombre y que ojalá no lo hubiese nunca llevado porque eso significaría que hoy estarías vivo junto a nosotros.

Eras un digno e ilusionante joven concejal popular de las Nuevas Generaciones y lo hacías –para que lo sepan muchos en un momento actual donde la política está tan desprestigiada– por amor a Ermua, al País Vasco y a España, dedicando tu tiempo libre a la política local, y nunca olvidaré que cuando te pregunté cuanto cobrabas en los plenos me dijiste que unas 350 pesetas de aquel entonces, es decir por menos de 2 euros y medio.

Debes saber que con tu asesinato, mi querido Miguel Ángel, y junto al de nuestro recordado y también Gregorio Ordóñez, los criminales de ETA comenzaron a pasarnos la factura de ser vascos y españoles, ETA nos intentó exterminar al PP vasco y ETA nos colocó a todos los integrantes de los populares vascos en su particular corredor de la muerte, donde tras cada asesinato de uno de nuestros compañeros nos mirábamos entre nosotros y pensábamos quién sería el próximo. Y, desgraciadamente, hubo más a los cuales tuve que enterrar siendo yo el presidente de tu partido y aguantar y soportar de boca del nacionalismo con desprecio que hacíamos victimismo... A nosotros decirnos eso Miguel Ángel.. A nosotros que éramos las víctimas, ¡qué ignominia!

Pero ahora te contaré brevemente, mi querido Miguel Ángel, cómo están las cosas por tu tierra, ya que quiero que sepas que el nacionalismo en todas sus vertientes sigue en estos días obstinado en hablar de lo que ellos llaman el relato (a su manera, por supuesto), y debemos responderles que lo que necesita esta sociedad es menos relatos adulterados y más decir la verdad, la verdad de lo que pasó; la verdad sin buscar equilibrios entre víctimas y verdugos; la verdad de llamar a las cosas por su nombre; la verdad de contar que se quiso exterminar por parte del nacionalismo radical a las siglas y los componentes del Partido Popular del País Vasco por ser vascos y españoles; la verdad de contar que al PNV le dio vértigo el espíritu de Ermua y vergonzosamente se alineó con los verdugos etarras en el pacto de Estella para echarnos a los no nacionalistas de nuestra tierra.

La verdad y nada más que la verdad. Ese es el verdadero y real relato que las generaciones actuales y siguientes deben recordar y conocer.

Hoy ETA, mi querido Miguel Ángel, no mata, pero sus acólitos, aquellos que festejaban y vitoreaban los crueles asesinatos de la banda terrorista, entre los cuales estaba el tuyo, siguen en las instituciones democráticas.

Hoy ETA no mata pero siguen presionando para que los criminales condenados por la justicia se reagrupen y se acerquen a cárceles vascas; es decir, siguen utilizando el mismo chantaje y la misma matraca que utilizaron hace veinte años para justificar tu secuestro y asesinato.

Hoy ETA no mata, pero su sombra sigue oscureciendo calles y plazas de nuestra tierra porque ni quiere desaparecer ni disolverse, sino como una espada de Damocles seguir sobre la cabeza de los vascos pretendiendo ser un actor político más de esta tragedia vasca.

Y por si fuera poco, estos días se ponen de acuerdo PNV y PSOE para rechazar homenajes a tu persona o dedicatorias de calles o plazas con tu nombre... Sin palabras.

Mi querido Miguel Ángel, me despido ya. Te echamos de menos, te queremos todos los españoles, como queremos a todas las víctimas del terrorismo y, por muchos años que pasen, te digo que nunca perdonaré ni olvidaré lo que te hicieron y nos hicieron estos criminales etarras.

Siempre te recordaremos.

Gogoan zaitugu.