Fiscalía General del Estado
Jurista, compañero y amigo
El devenir de la vida se nos antoja, según vamos cumpliendo años, algo más previsible porque las ansias crecen y las esperanzas menguan, como ya dijera Cervantes casi al final de sus días. Y sin embargo enhebramos proyectos y vivimos con la esperanza de ganar día a día la batalla de la vida ante la estación Termini del final del camino. Escribo estas líneas con el alma y el corazón profundamente entristecido por la muerte de mi amigo y compañero José Manuel Maza. Una muerte que le ha sorprendido en lejanas tierras, de viaje, él que era avezado e impenitente viajero, y haciendo honor a su código de vida, en acto de servicio, asistiendo a la cumbre de Fiscales Iberoamericanos. Me consta personalmente, que en medio de las tribulaciones del convulso día a día en el que los sucesos catalanes han sumido al Estado de Derecho constitucional y que han merecido la respuesta del Ministerio Fiscal en defensa de la legalidad y de los derechos de los ciudadanos que José Manuel encabezaba y proclamaba a diario, ese viaje austral lo encaraba con ilusión y satisfacción ya que el Ministerio Fiscal español que tanto ha impulsado esa asociación de encuentro y debate entre Ministerios Públicos latinoamericanos, iba a hacerse cargo de la esencial Secretaría General de la Asociación bajo la Presidencia de Panamá. Era una manera más de mostrar su disposición de servicio, su natural talante de encontrar puntos y situaciones de debate libre, de escuchar, opinar, reflexionar y decidir, de explorar culturas jurídicas diversas siempre con la idea liberal de ofrecer vías de entendimiento desde la firmeza de las convicciones largamente meditadas.
Un jurista es el producto de muy variados elementos. De una profunda vocación por el Derecho, la Justicia y los derechos fundamentales. De una ilusionante capacidad de estudio y de mente abierta, escuchando, analizando las posiciones y pensamientos de otros , por muy diferentes que puedan serlo a los propios. De cultura porque un buen jurista no se limita a la burocracia del despacho de los asuntos del día a día , sino que a través de la ventana y del despacho de la cultura, amplía la visión de un interpretación de las leyes con su sentido en la realidad social tal y como exige nuestro Código Civil. Y, finalmente, un jurista es producto de un ser humano capaz de entender a otros seres humanos en conflicto, un conflicto que debe decidir conforme a esas leyes que son su demanda más exigente. Todo eso lo reunía José Manuel Maza y lo ha ido puliendo en más de cuarenta años de entrega absoluta al oficio de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado, y en éste su último año de vida, al frente del Ministerio Fiscal como Fiscal General del Estado. Fue a ese cargo cargado de ilusión, era fiscal por oposición aunque finalmente se decantara por la de juez que también había ganado, como de orgullo y esperanza. Siempre, amén de amistades y relaciones con muchos fiscales en todos sus destinos, había sido un juez que comprendía, en discrepancias y coincidencias, la idiosincracia y el ADN constitucional del fiscal diseñado en el artículo 124 de la CE, y por tanto dirigirlo suponía, él que tanto había defendido como reforma imprescindible que el fiscal encabezara la investigación de los procesos penales, creo que lo es para cualquier jurista, no sólo un honor sino la posibilidad de conocer la Institución en el día a día y servirla para impulsar su autonomía y modernización.
Durante treinta años he tratado a José Manuel Maza tanto en tribunales y reuniones asociativas, como en viajes, conferencias, mesas redondas y foros muy diversos. He hablado con él de Derecho, de Historia , que le apasionaba, de cine, de teatro, de música, de historia o simplemente de vida , fútbol incluido (uno de los pocos terrenos, junto con su amor por Segovia, en los que sus convicciones atléticas eran irreductibles ). Hemos coincido y hemos discrepado. Siempre he aprendido de su saber jurídico tan ponderado como crítico y bien formado. Nunca se conformaba con ideas precitadas y su brillante tesis doctoral sobre la responsabilidad penal de las personas jurídicas, como solía confesar, era producto de una larga reflexión que le había llevado desde cuestionar su conveniencia a plasmar en un sentencia pionera, su necesidad y estatuto procesal de garantías. Sobre todo, durante treinta años he tenido el honor de ser su amigo y compañero, nunca me ha faltado, si lo he necesitado, su aliento y comprensión, y yo he procurado hacer otro tanto.
No es hora de despedidas y sí de recuerdos para un ser humano excepcional y un jurista no menos extraordinario. Un amigo y un compañero entrañable. Un Juez capaz de saber decidir en Derecho con justicia , humanidad y saber. En el arqueo de la vida que vamos cumpliendo conviene no olvidar jamás a quien como José Manuel Maza nos ha acompañado y acompaña haciendo camino al andar.
✕
Accede a tu cuenta para comentar