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La caída de Podemos deja a la izquierda peor que en 2016

Sánchez e Iglesias sumarían entre 6 y 11 escaños menos debido a que Unidas Podemos se ha dejado en dos años un tercio de sus votos. Esta situación obliga al PSOE a depender aún más de los independentistas

Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, frente a la entrada del Congreso / Efe
Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, frente a la entrada del Congreso / Efelarazon

Sánchez e Iglesias sumarían entre 6 y 11 escaños menos debido a que Unidas Podemos se ha dejado en dos años un tercio de sus votos. Esta situación obliga al PSOE a depender aún más de los independentistas.

En las elecciones generales de 2008 las izquierdas sumaron 12,3 millones de votos. De los que un millón eran votantes de la órbita comunista. En 2011, y ante la necesidad de permitir un Gobierno de las derechas para adoptar medidas para frenar el crecimiento del desempleo, solo sumaron 8,7 millones, de los que Izquierda Unida captó 1,7 millones.

En 2015, con los primeros brotes verdes de la lucha de Rajoy contra la crisis económica, la suma de las izquierdas creció a 11,6 millones de votantes, pero por primera vez los neocomunistas superaron a los socialistas, con 6,1 frente a 5,5 millones. Se produjo el primer sorpasso de los situados a la izquierda del PSOE a los socialistas. Situación no vivida anteriormente, ya que desde las elecciones de 1977 los socialistas se habían impuesto claramente en el seno de las izquierdas, en todas las elecciones generales.

Bastó un semestre de exhibición en público de Podemos, y desbloquear la situación política con una repetición electoral, para que las izquierdas bajaran a 9,4 millones y los socialistas se impusieran de nuevo a los rupturistas con 5,4 frente a 5,0 millones de votos. La alianza de Podemos e IU se dejó en el camino 1,1 millones de votos. Los socialistas no captaron ni un solo voto de los que desertaron de la candidatura liderada por Iglesias y Garzón.

Incluso se tuvo que recurrir en mayo de 2018 a los independentistas para ganar la moción de censura contra el partido que ganó las elecciones generales de 2016, ya que las fuerzas de socialistas y comunistas era insuficiente. Es este un hecho que el colocará al PSOE en una difícil posición por aceptar el apoyo de los que querían romper España en el futuro.

El 2-D en Andalucía volvimos a ver el fracaso de la coalición de la izquierda rupturista: los de Podemos e IU perdían 300.000 votos con respecto a las elecciones autonómicas de 2015.

Ahora la media de las encuestas pronostican a la alianza de Podemos e IU un fracaso electoral, a nivel nacional, en las elecciones generales del 28-A. Bajarían del 21,2% de junio de 2016 a menos del 14,0% el 28-A. Perderían más de 7 puntos, un tercio de sus votos, mientras que los socialistas crecerían aproximadamente 5 puntos, sin beneficiarse por completo de la debacle de Podemos. Por lo que las izquierdas, a pesar de la subida del PSOE, registrarían en su conjunto peores resultados que en 2016.

En cuanto a escaños, los sanchistas y comunistas pasarían de 156 a 145/150 escaños en el Congreso de los Diputados. Por lo que quedarían aún más lejos de la mayoría absoluta que en 2016, ya que la subida de escaños del PSOE no compensaría la reducción de diputados de Unidos Podemos, dando una resultado neto en cuanto a parlamentarios inferior al de las anteriores elecciones generales. Por lo que si las derechas no alcanzan la mayoría absoluta, se reeditará el bloque de la moción de censura. Sin los que quieren acabar con España no podría haber gobierno «progresista».

El avance de los de Sánchez se produce en una situación de desbandada en el proyecto político fundado por Iglesias, que la historia juzgará como breve, oportunista y desleal, y que en ningún momento logró imponerse al PSOE entre los votantes de mayor experiencia de vida y también electoral; los mayores de 44 años están vacunados contra el canto de sirenas que ha supuesto Podemos, empezando por el secuestro de Izquierda Unida y terminado por dar oxigeno a los independentistas, únicos aliados de los morados en su cruzada contra la democracia española, es decir, contra la Monarquía parlamentaria, símbolo de la libertad recuperada por el pueblo español en 1977, y de la unidad indivisible de la patria.

El crecimiento de la izquierda republicana española, IU y Podemos, comienza en las elecciones generales de 2011, en los que el PSOE pierde 4,3 millones de votos, de los que 0,7 millones se pasan a IU, con lo que la coalición de Cayo Lara logra alcanzar los 1,7 millones de votantes. Otros 2,8 millones de socialistas se abstienen y 0,8 millones se unen a UPYD.

En las elecciones generales de 2016, con IU y Podemos en una misma marca electoral, reciben otro millón de votantes socialistas, que sumados a 2,4 millones de electores socialistas que se abstuvieron en 2011, hacen que la coalición morada alcance los 5 millones de votos. Los socialistas que partían de 7 millones, deben restar al millón que marcha a UP, otros 600.000 votantes que se pasan a CS, por lo que el PSOE de Sánchez se queda en 2016 en 5,4 millones.

Resumiendo, el «milagro» electoral de Unidos Podemos se basa en 1 millón de votos de Llamazares, al que se les unió entre 2008 y 2016, 4,1 millones de votantes del PSOE; 3.1 de la era Zapatero y 1 millón de Rubalcaba. Es este último bloque de votantes el que está regresando al PSOE.