Caso ERE
La juez Alaya no quiso perdérselo
«Es cierto. He dicho que ya era hora de que llegara el juicio, porque lo es». Palabras a LA RAZÓN del ex director general de Trabajo y Seguridad Social de la Junta de Andalucía Francisco Javier Guerrero, uno de los protagonistas del «caso ERE» y de la primera jornada del juicio de la pieza política. Por la Audiencia de Sevilla desfilaron ayer junto a sus respectivos abogados los 22 acusados en la «macrocausa», entre ellos los ex presidentes José Antonio Griñán y Manuel Chaves. Éste había aseverado no conocer a Guerrero ni haber cruzado con él «una palabra». Sin embargo, ayer se acercó a él antes de entrar en la Sala y le recibió con un efusivo saludo impropio de dos presuntos desconocidos. Ya en el interior, la espesa jornada técnica de más de tres horas dio lugar a que los encausados se removieran en sus asientos y regalaran a las cámaras una galería de gestos de lo más variado, con protagonismo, claro, para los teléfonos móviles. Y de nuevo Guerrero. El caso es que en su día le confesó a la instructora que investigó los ERE, la jueza Mercedes Alaya, que le gustaba el Marlboro y los gin-tonics, no sin antes negar que fuera cocainómano. Durante la vista oral se pudo comprobar que, en efecto, sigue fiel a la famosa marca de tabaco. Sacó un paquete, pero sólo para mirarlo, claro. No se cruzó con Alaya, pese a que la magistrada volvió a acaparar flashes a su entrada en la Audiencia, donde está su actual puesto de trabajo, con su habitual semblante aporcelanado.
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