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La mujer que logró que gritaran «guapo» a Rajoy

La Razón
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Obtuvo los mejores resultados de la historia de los populares en Cataluña

Con Alicia Sánchez-Camacho al frente, en diez años el PP pasó de estar arrinconado a incidir en la política del gobierno catalán. Atrás quedan episodios como los de 2006 en Granollers, cuando los Mossos d’Esquadra tenían que intervenir para proteger al PP de una lluvia de huevos que iba acompañada de gritos de «¡fuera Rajoy!» y «¡no a la guerra!». Seis años después de esa escena, con Sánchez-Camacho ya de cicerone en sus visitas a Cataluña, los Mossos d’Esquadra salvaban a Rajoy de un ataque de «selfies» en un mercadillo de Castelldefels. Las mujeres le gritaban «¡guapo!» y Rajoy disfrutaba de las alocadas visitas a mercados y mercadillos en tiempos de campaña, donde Sánchez-Camacho se movía como pez en el agua. Derrochaba simpatía, la gente se divertía, también Rajoy, que en una ocasión compró a una gitana un gadget de «Rayo Macqueen», el protagonista de la película «Cars», para el hijo de la presidenta del PP catalán.

Sánchez-Camacho se hizo con las riendas del PP catalán en 2008, tras un bronco congreso, donde encabezó la lista oficial frente a Montserrat Nebrera. En poco tiempo no solo logró apaciguar al PP catalán, sino que lo sacó de la marginalidad donde fue relegado tras la negociación y posterior sentencia del Tribunal Constitucional contra el Estatut. En 2010, como la primera mujer candidata a la presidencia de la Generalitat consiguió 18 escaños, el mejor resultado de la historia del PP en Cataluña. Entonces la bandera de CiU aún no era la «estelada» y Artur Mas ganó las elecciones con un discurso donde prometía sacar a los catalanes de la crisis económica y zurcir los «destrozos» de la política del tripartito de izquierdas. Ganó, pero no obtuvo mayoría y de entre el abanico de grupos que había en el parlamento catalán eligió al PP como socio.

Elegir al PP no fue cosa menor. El propio Mas, la legislatura anterior había ido al notario para dejar constancia que no pactaría con el PP. Lo mismo habían hecho los partidos de la izquierda, el PSC, ICV y ERC, cuando tras dar forma el gobierno tripartito firmaron el Pacto del Tinell.

Apenas cuatro años después de esos excéntricos acuerdos, los populares de Sánchez-Camacho se convirtieron en una figura crucial en la política catalana. Entre 2010 y 2012, ayudaron a Mas a sacar adelante dos presupuestos. A cambio, consiguieron recortar el gasto para seguir abriendo las llamadas «embajadas» catalanas, un proyecto que había dejado preparado el republicano Josep Lluís Carod Rovira.

El noviazgo duró dos años y durante este tiempo, Sánchez-Camacho siempre alertó del «choque de trenes» al que se dirigían Cataluña y España si se seguía alimentando el soberanismo.

Quien avisa no es traidor y más que un choque de trenes ha habido un «choque de transatlánticos», ilustraba no hace mucho Mas.

El presidente de la Generalitat se abrazó a la «estelada» y cambió al PP por ERC como socio. Su apuesta pasa por lograr que el independentismo equivalga a centralidad en la sociedad catalana. Pero esta jugada ha provocado daños colaterales en todos los partidos. «También en el PP», admitía hace apenas un par de semanas la propia Sánchez-Camacho.

La crisis pasa factura a los partidos de Gobierno. Mas se ha inventado la lista soberanista para esconder los recortes. El PP intentará sacar pecho del vuelco que ha dado la economía. Pero la aparición de los partidos emergentes, amenazan con erosionar su discurso. Sánchez-Camacho la cabeza de partido más veterana de la política catalana será relevada para tratar de dar una imagen nueva también al PP. Hay que adaptarse a las modas. El PP no tendrá lista de confluencia, pero sí cara nueva.