Política

Terrorismo yihadista

«Lo que queda es inmolarse, da igual en la calle o en la cárcel»

Uno de los supuestos líderes del “Frente de Cárceles” yihadista preguntó a otro interno “si tenía armas en Ceuta para venderle”

Bandera del Daesh en la prisión de Estremera
Bandera del Daesh en la prisión de Estremeralarazon

Uno de los supuestos líderes del “Frente de Cárceles” yihadista preguntó a otro interno “si tenía armas en Ceuta para venderle”

Mohamed el Gharbi, uno de los supuestos “dinamizadores” del “Frente de Cárceles” yihadista desmantelado por la Audiencia Nacional el pasado octubre, preguntó en febrero de 2016 a otro de los presumibles integrantes de la red “si tenía armas en Ceuta para venderle”, ya que no le quedaba “nada en esta vida que hacer” tras ser detenido camino de Turquía en diciembre de 2014 cuando se dirigía a Siria. Según declaró en el juicio a la célula yihadista afincada en Tarrasa (Barcelona) que planeaba atentar contra el Parlament y “decapitar” infieles, se dirigía a Estambul para comprar ropa de marca falsificada que pretendía vender en España. Sin embargo, según consta en un informe de Instituciones Penitenciarias habría comentado a ese mismo interno, el ceutí Ahmed Abdel Lah, que “se iba a haber ido a Siria a inmolarse y que eso es lo que le queda, inmolarse y ganarse el paraíso, que le da igual hacerlo en la calle o en la cárcel” porque “nada tiene que perder y nada malo le pueden hacer en la cárcel”. Abdel Lah fue agredido por El Gharbi en el patio de la cárcel de Castellón en julio de 2016, según el primero porque se resistía a sus intentos de radicalizarlo, atacándole incluso por escuchar música o fumar.

Según consta en el informe de la Guardia Civil del pasado septiembre que permitió desmantelar el “Frente de Cárceles” islamista -integrado por 26 presos repartidos por 17 centros-, El Gharbi fue trasladado del 1 al 18 de febrero de 2016 de la prisión de Castellón, donde cumple condena, a la de Alcalá Meco (Madrid) para la práctica de varias diligencias en la Audiencia Nacional. Allí coincidió con otro de los supuestos integrantes de esta red, el brasileño Kayke Luan Ribeiro, junto al que fue detenido por la Policía búlgara el 15 de diciembre de 2014 cuando pretendía pasar a Turquía. Fue entonces, según refirió Abdel Lah, “Tuita” (condenado a once años y medio de cárcel por su pertenencia a la célula ceutí del Daesh), cuando le habría contado que Ribeiro “le había dicho que ellos lo tenían ya todo perdido, que lo único que podían hacer cuando salieran de prisión era “montar algo en España o Marruecos””.

Para la Guardia Civil, El Gharbi -detenido en la “operación Caronte” y condenado a ocho años de prisión como integrante de la célula de Tarrasa que quería atentar contra lugares emblemáticos de Barcelona- “nunca ha dejado de ser un militante activo en el radicalismo islámico y continúa radicalizándose e intentando radicalizar a otros internos, ya sean musulmanes o no, con los que coincide en prisión”. De hecho, apuntan que con su comportamiento “contagiaba su actitud retadora y de desprecio hacia los funcionarios”. El Gharbi llegó a solicitar a la dirección del centro salir al patio por la tarde durante el Ramadán del pasado año porque pasaban “toda la noche rezando” y necesitaban “dormir por la mañana”.

Aunque en un principio rechazó someterse al Programa de Tratamiento de conductas violentas en presos islamistas (PRC), en marzo de este año solicitó su inclusión en el mismo para saber “qué opinión tiene de nosotros el otro bando”. “A lo mejor me doy cuenta de comportamientos que no son adecuados y el Gobierno español me enseña algo para poder cambiarlo”.

Sin embargo, la psicóloga del centro penitenciario de Castellón señaló en un informe que la motivación real de El Gharbi era “poder extraer información del programa para usarla en su propio beneficio, de una manera instrumental, no por tener motivación encaminada al cambio personal”.

En marzo de 2015, los funcionarios le retiraron un folio que llevaba plegado en la mano cuando se disponía a salir al patio y que, según explicó, era para otro interno que no identificó. En la nota, escrita en árabe, se aludía a la llegada de una “nueva era”. “Hoy existe un Estado y un califato para los musulmanes, protege sus derechos y conserva su dignidad, un estado donde existe la fraternidad entre árabe y no árabe, blanco y negro y oriental y occidental”. “¡Oh musulmanes en todas partes, cualquiera de vosotros que pueda emigrar hacia el estado, pues que emigre! Porque emigrar hacia el Estado de los musulmanes es un deber”.