
La amenaza yihadista
Los niños de la yihad

Un acusado de integrar la célula española del Estado Islámico guardaba un vídeo de varios menores armados llamando a los muyahidines a luchar en Siria.
Cinco niños cantando a la yihad, armas en mano y uniformados con guerreras militares, con un paisaje desolado a sus espaldas, esa misma «tierra sagrada», Siria, que llaman a recuperar a los muyahidines con sus cánticos. La falta de escrúpulos del Estado Islámico para recurrir a menores de edad, ya sea para captar combatientes e incluso para llevar a cabo acciones suicidas, quedó ayer patente en el juicio a la supuesta célula española de la organización terrorista. Durante la vista oral, y a instancias del fiscal de la Audiencia Nacional Vicente González Mota, se exhibió en la sala el vídeo que los agentes hallaron en su domicilio a uno de los once procesados –que se enfrentan a penas de diez a doce años de prisión–, Abdesamij Laiachi Abdeselam, el supuesto contacto con Marruecos de la célula yihadista de Ceuta a la que pertenecerían los acusados.
Mientras las agudas voces infantiles clamando por la guerra santa –para evitar que el ejército de Al Asad «siga matando niños»– se escuchaban en la sala, los acusados no parecían demasiado impresionados. De hecho, la presidenta del tribunal, la magistrada Concepción Espejel, tuvo que llamarles la atención varias veces durante la vista para que guardaran silencio.
Los cuatro peritos de los servicios de información de la Policía y la Guardia Civil que elaboraron el informe definitivo de la investigación –y que ayer declararon en el juicio– sacaron de dudas al tribunal. «Son armas reales», explicó uno de ellos preguntado por las pistolas que, con aspecto marcial impropio de su corta edad, portaban tres de los cinco niños del vídeo.
Laiachi, a quien se le incautaron cuatro tarjetas SIM distintas, todas activas, recibió un SMS el 12 de junio de 2013, tres días antes de la fecha prevista para desplazarse a Siria junto a otros dos procesados –viaje que finalmente se frustró al no encontrar billetes de avión–, de un número de teléfono de un miembro del Estado Islámico en Siria, Azzadine Azougah. «Éste es el número de Ousef Ibahri, está encargado de hacer entrar a los hermanos. Si lees este mensaje, llámame», le escribió junto a dos números de teléfono. Los cuatro peritos lo tienen claro. «Son los números a los que tenían que llamar cuando pasasen la frontera», aseguraron.
Los agentes desgranaron durante más de cinco horas al tribunal el modus operandi de la supuesta célula española que, entre abril de 2012 y junio de 2013, envió a Siria a 14 españoles, al menos ocho de los cuales habrían muerto en atentados suicidas, y a una treintena de marroquíes vinculados a nuestro país. «Para los que viven a un lado u otro de la frontera en Ceuta no existe una frontera como tal. Van y vienen», explicaron.
Los primeros españoles, todos ceutíes, empiezan a llegar a Siria en plena pugna de Jabhat al Nusrah (JaN) y Estado Islámico de Irak y Levante (ISIL) por el control del yihadismo en Siria, que el entonces líder de Al Qaeda, Ayman Al Zawahiri, decantó en favor de la primera designándola la franquicia de Al Qaeda en Siria y acotando el campo de acción del ISIL a Iraq. «Es una situación que supera a los españoles que llegan allí para incorporarse a la yihad: sin decidirlo, pasan de integrar las filas de JaN a formar parte del Estado Islámico», aseguró uno de los peritos. Un Estado Islámico, contaron los agentes, que «no hacía diferenciación» entre españoles y magrebíes. «Agrupaban a los combatientes por nacionalidades y siempre los situaban en la misma katiba», relataron.
Los peritos se refirieron al líder de la célula, el marroquí Abdelaziz El Mahdali (fallecido el pasado año en un atentado suicida), y al acusado Ismael Abdellatif como «los arquitectos de la red». «Son las dos personas sin las cuales –recalcaron– no se habría creado esta célula que ha mandado a decenas de personas a Siria».
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