Una década de Felipe VI

La madurez de Letizia

Es Consorte, pero Reina. segura, tranquila, cercana, suelta y hasta sonriente, forma con Don Felipe un tándem en el que hay sintonía, compañerismo y complicidad

La Reina Letizia, a su llegada hoy al Instituto de Educación Secundaria "José García Téllez"de Cáceres para inaugurar el curso de Formación Profesional (FP) 2015-2016
La Reina Letizia, a su llegada hoy al Instituto de Educación Secundaria "José García Téllez"de Cáceres para inaugurar el curso de Formación Profesional (FP) 2015-2016larazon

Pronto se pondrá en marcha la máquina de picar», vaticinó Pepe Oneto a Felipe y Letizia una noche, en el Teatro Real, cuando empezaban a deshacerse los primeros entusiasmos por la boda del Príncipe con la periodista.

Durante los primeros diez largos años, Letizia fue solamente la Princesa, o más bien la mujer del Príncipe. Poco menos que la candidata. Desde un punto de vista de Familia Real, ella era la última. Fueron años de enorme tensión, a los que sobrevivió con dificultad. En ese tiempo, sus actuaciones se vieron analizadas casi al microscopio. No le pasaban una. Era la máquina de picar en marcha. Además, se resistía a «hacerse la simpática». Y sonreía poco. El propio Felipe le comentaba que debería sonreír más.

Como profesional del periodismo, Letizia lo lee todo. Especialmente las noticias que se refieren a ella. Lo cual no le ahorra ningún posible disgusto. No obstante, personas de La Zarzuela matizan: «Lo lee todo, pero no se cree todo». Hoy, la situación ha cambiado. Ahora ella es «la Reina», y no una aspirante, como pareció durante años. Consorte, pero Reina. Y la Familia Real la integran ella, su marido y sus hijas, además, en segundo plano, de Don Juan Carlos y Doña Sofía.

Los periodistas críticos han rebajado notablemente la animosidad. Y ella misma se muestra distinta. Se la ve segura, tranquila, cercana, suelta y hasta sonriente. Es la Reina y se le nota. «Letizia reúne todas las cualidades para asumir las funciones de Princesa de Asturias y futura Reina de España» afirmó Felipe aquel 1 de noviembre de 2003 en que la presentó como su prometida. ¿Ha acreditado Letizia Ortiz Rocasolano que, en efecto, cumplía esas condiciones?

Si hubiera que trazar un balance, cabría concluir que su desempeño como Princesa ha sido casi impecable. Y lo mismo ocurre ahora con su trabajo como Reina. Los acérrimos enemigos apenas puedan echarle en cara nada verdaderamente relevante.

En la primavera de 2013 se habló de una situación delicada, de «bajón anímico» por las circunstancias familiares. Eran los peores momentos del «caso Urdangarin». Y Letizia protagonizó lo que entonces se llamaron las «escapadas de la Princesa». Todo comenzó con su asistencia al FIB de Benicasim. Ese verano abundaron los comentarios sobre dificultades en la pareja, agravados cuando un diario, monárquico por tradición, habló de «fuertes rumores de crisis matrimonial». Al terminar el verano, charlaron con ella. Le explicaron los inconvenientes de esas «escapadas», lo entendió y rectificó.

El 4 de abril de 2018, domingo de Resurrección, a la salida de la misa de Pascua en Palma, se produjo un incidente que, al ser emitido por las televisiones, provocó una crisis institucional. Las imágenes mostraron a Doña Sofía intentando hacerse una foto con sus nietas, y a Letizia que pasaba varias veces por delante para obstaculizarlo.

La habitación 105

Desde el principio, Felipe y Letizia se propusieron ser un equipo. Durante el noviazgo hablaron de todo. ¿Qué ha aportado y aporta Letizia a ese equipo? Para empezar, Felipe sacó a la luz la personalidad alegre y distendida que había escondido durante años. Muy poco después, en los Premios Príncipe de Asturias de 2004, pronunció un discurso pausado y con el énfasis adecuado. Por primera vez, interpretó lo que tenía que decir. Unas horas antes, los dos se habían encerrado en la habitación 105 del Hotel Reconquista para ensayar el discurso. Se quedaron sin comer. Hoy, el Rey muestra una notable capacidad oratoria, que le facilita conectar con la gente. Los mensajes de Navidad son un ejemplo. Y, por supuesto, la intervención televisada del 3 de octubre de 2017 condenando la intentona separatista catalana.

Con motivo de los 40 años de Letizia, en septiembre de 2012, los análisis coincidieron en reseñar la aportación que estaba suponiendo. Se dijo que era «la esperanza de la Familia Real» y uno de los pilares de una Monarquía española en fase de crisis.

Lo que le han discutido en España, ha sido, por el contrario, valorado por la Prensa internacional. Según Jean Chalvidant, autor de un libro sobre el nuevo Rey, el éxito de Felipe no habría sido posible sin Letizia. Cree que forman un tándem perfecto, porque ella «le dio sencillez y un mejor conocimiento del pueblo. Él le enseñó los usos del palacio, a refrenar su carácter y a callarse, lo que fue, seguramente, lo más difícil».

Chalvidant no comprende las críticas que recibe en España. Para él, «Letizia no ha cometido en trece años ningún error grave aparte del e-mail (que era privado) enviado a López Madrid». «¡Es sorprendente–añade– ver cómo una plebeya supo vestirse de princesa y hoy de reina, sin falta de gusto y con clase y categoría!». En efecto, el estilismo ha sido uno de sus puntos fuertes. No se trata de un asunto menor, porque las monarquías precisan también de algo de «glamour». Letizia ha asumido con naturalidad los looks más sofisticados. Apoya la moda del país y ofrece la imagen de una profesional de alto «standing». Se ha reflejado especialmente en los viajes de Estado. Su papel durante la visita a Inglaterra en 2017 constituyó para algunos un «punto de inflexión». Ciñó en

Buckingham la tiara de la flor de lis, la diadema trenzada en diamantes que Alfonso XIII encargó en 1906 para su prometida, Victoria Eugenia, y así Letizia lució como una reina.

Forman un equipo, pero sin olvidar que, en esa pareja, institucional y públicamente, el importante es él. Desde el principio, en la Casa hay instrucciones para que el protagonismo de Letizia no entrañe excesivo calado. Es algo que ella tiene asumido. Incluso se le escuchó comentar: «El Príncipe es él. Él es el Heredero y no yo: yo no debo tener demasiado protagonismo».

Ella está de acuerdo con el nuevo protocolo de La Zarzuela, en el que la Reina ocupa un evidente segundo plano. Con Don Juan Carlos, el Gobierno y altos cargos juraban ante «los Reyes». La presencia del Rey era imprescindible, la de la Reina no, pero Doña Sofía estuvo en las de los seis primeros presidentes de la democracia. Por el contrario, ya en 2016, Letizia no compareció en la toma de posesión de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno. Ni ha vuelto a asistir.

Siendo Princesa, se centró en asuntos educativos, en la Formación Profesional, en las enfermedades raras... Hoy mantiene buena parte de esos cometidos, a los que ha sumado las actividades de cooperación internacional, donde ha sustituido a Doña Sofía.

Ese quedar en segundo plano se refiere al ámbito externo, porque internamente Felipe y Letizia forman un tándem en el que las cosas se hablan y consideran juntos. Hay sintonía, compañerismo y complicidad.

Personas de la Casa detallaron así las prioridades de Letizia: «Primero sus hijas, segundo acompañar al Rey cuando sea preciso, tercero el resto de sus actividades». Su prioridad estos años han sido sus hijas, Leonor y Sofía. Ha tratado de evitar que se rodearan únicamente de niñas de su nivel social y, por eso, algunos fines de semana iba a casa de una de sus mejores amigas, su peluquera de siempre, para que jugaran con niños normales y corrientes. Se la ha visto atenta a Leonor y Sofía cuando han asistido a actos, con miradas y gestos de aviso si parecía que no mantenían del todo la compostura. Aunque ahora Leonor y Sofía han empezado a volar solas.

Doña Sofía mantuvo el tipo durante años porque estaba interesada en que Felipe llegara un día al trono, y en las mejores condiciones. Algo semejante puede aplicarse a Letizia. Está poniendo todo de su parte para que el proyecto que encarna su marido, Felipe VI, se consolide, y protagonice, así, un reinado de éxito. Y para que, un día, Leonor sea Reina de España.