Política

El desafío independentista

Mas endurece el tono contra el Gobierno y le acusa de azuzar el miedo

La Razón
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Convergència celebraba ayer en Igualada (Barcelona) el «Día del partido», una actividad festiva para poner el broche a la semana del debate de política general. Pese al carácter lúdico, Artur Mas optó por recuperar el tono beligerante que había rebajado las últimas semanas tras conocerse su último encuentro con Mariano Rajoy y advirtió de «la campaña del miedo en el Estado español para hacer ver a la gente de Cataluña que según qué hagamos y según qué proyectos o qué sueños, quedaremos fuera de esta Europa». Pidió a militantes y simpatizantes que «no hagáis caso de lo que oigáis. Europa sabe muy bien que las fronteras son el pasado». Europa se ha convertido en un verdadero quebradero de cabeza para sus planes separatistas, especialmente desde que el vicepresidente de la Comisión Europea, Joaquín Almunia, dejó muy claro que «la parte segregada no es miembro de la Unión Europea». Hoy Mas realiza su séptimo viaje a la capital comunitaria desde que está al frente de la Generalitat. Seguirá sin entrevistarse con el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso.

El líder de Convergència quiso tirar de épica para tratar de convencer a los mandatarios europeos a la vez que arengar a los suyos para celebrar la consulta en 2014 porque «tenemos leyes para hacerlo y tenemos el compromiso de hacerlo». «Cataluña tendrá que salir de su casa para ir a votar y lo deberá hacer con plena conciencia», argumentó el president, quien opinó que «si ese día hay una mayoría clara del pueblo catalán que vota la libertad, Cataluña será libre». Para Mas, «libres no quiere decir aislados», «nuestro norte se llama Europa, es nuestro presente y es nuestra realidad desde hace muchos siglos».

El president tiene puesta la directa con la consulta y reafirma su compromiso con sus socios de ERC, cada vez más cerca de entrar en el Govern. Mas apeló a «la Europa que no sólo se fija en el poder de los Estados» que se ponga a «observar con detenimiento y con mucho interés el movimiento democrático más fuerte, más pacífico y más ilusionante que en este momento hay en el conjunto del mapa europeo». Lo suyo no es «levantar fronteras» sino una vez más estamos ante «la incomprensión y la intolerancia de aquellos que levantan muros para que Cataluña no pueda desarrollarse con normalidad desde el punto de vista de su idioma propio, que no es otro que el catalán».