Oslo
Mensaje de ETA a la izquierda abertzale: «No resolvéis los problemas»
La «dirección» de ETA ha decidido, para tratar de evitar problemas de seguridad, fijar «su residencia» en París o en algunas de las localidades de los alrededores, donde pueden pasar más desapercibidos, según han informado a LA RAZÓN fuentes conocedoras del asunto. Esto no significa que vivan juntos y que, si tiene que celebrar reuniones «orgánicas», algunos de sus miembros se trasladen a otras zonas de Francia.
La actual «dirección» está integrada por Iñaki Reta, Javier Goyenechea y Mikel Irastorza, que se encargan del «aparato logístico-militar»; e Irache Sorzábal y David Pla, al frente del «aparato político» (son cinco, el número mínimo para integrar la «dirección» y que no se produzcan empates en las votaciones).
De Oslo a París
Por cierto, que nadie ha explicado todavía cómo estos dos últimos individuos, sobre los que pesan órdenes internacionales de búsqueda y captura, se pudieron trasladar desde Oslo (Noruega), donde aguardaban la llegada de negociadores del Gobierno, hasta Francia, con las fronteras que hay que atravesar; quién o quiénes les dieron cobertura para evitar su detención; y quién se hizo cargo de los gastos del viaje. Reta y Goyenechea eran dos de los individuos que, en febrero de 2011, aparecían en la portada de «Gara» para anunciar que se incorporaban a ETA. Su ascenso dentro de la banda ha sido tan rápido como los sucesivos descabezamientos de la cúpula que han logrado las Fuerzas de Seguridad.
«Nos han dado la razón, pero ninguna solución». Éste parece haber sido, según las citadas fuentes, el comentario que los miembros de la «dirección» etarra realizaron tras conocer las conclusiones del llamada «Foro Social», dadas a conocer al pasada semana en San Sebastián, y han hecho llegar ya a los dirigentes de su brazo político.
Aunque es cierto que la banda reafirmaba su autoridad ante la «izquierda abertzale» e impedía que se les pidiera un «desarme» de forma unilateral (se volvía a hablar de condiciones), también es verdad que dichas conclusiones no daban ninguna salida para la estrategia en la que está encastillada ETA . Negociar con los gobiernos de Madrid y París las «consecuencias del conflicto» y la excarcelación de los presos.
En un momento en que la banda prosigue con su debate interno, en el que las posiciones, en especial de los reclusos, están muy enfrentadas, los cabecillas se han dado un plazo que, según los expertos consultados, no va más allá de septiembre, antes de tomar decisiones de futuro. Lo que no quiere decir que antes no se conozcan algunas de las resoluciones que hayan podido adoptar, entre ellas la comisión de una acción de fuerza o, simplemente, dar por suspendido «temporalmente» el comunicado de 2011, cuando anunciaron el cese definitivo pero no el fin del «conflicto armado».
Sin euforia
A diferencia de la Conferencia Internacional, celebrada en el Palacio de Ayete de la capital donostiarra en las citadas fechas, la sensación en el mundo de ETA está muy lejos de la euforia de entonces. Ha pasado más de un año y medio, y salvo la legalización de las nuevas marcas de la «izquierda abertzale», ETA no ha logrado otros objetivos, en especial en materia penitenciaria o de la expulsión del País Vasco y Navarra de las Fuerzas de Seguridad y y los Ejércitos.
La falta de euforia, y medir al milímetro cada paso, se puso de manifiesto en la comparecencia que realizaron los integrantes del «Grupo de Mediadores del Colectivo de Presos Políticos Vascos (EPPK)», controlados, aunque estuviera en segunda fila, por la abogada Arantxa Zulueta, auténtica «factótum» del grupo hasta al punto de que se les conocen por los «arantxas». La sucesión de frases alambicadas, sin un contenido concreto, como la de «implementar las recomendaciones podría llegar a constituir un punto de inflexión», demuestra que no tienen nada claro. El mundo de los presos vive sumido en un fuerte enfrentamiento. La situación es tal que ante una posible ruptura interna señalaron que España y Francia «persiguen provocar una escisión en el Colectivo mediante la ausencia de cualquier movimiento penitenciario».
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