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Tras el 28-M

El PP negocia para romper el bloque de investidura

El objetivo de Génova es atraer a los socios de Sánchez con acuerdos postelectorales en Cantabria, Aragón y Canarias

Feijóo visita Ceuta para apoyar al candidato a la Presidencia de la Ciudad Autónoma Antonio SempereEUROPAPRESS

Las elecciones del próximo día 28 pueden marcar también un punto de inflexión en el bloque de investidura en el Congreso de los Diputados, más allá de sus consecuencias en los gobiernos autonómicos y municipales. Por ello, desde Génova, el cuartel general de los populares, llevan meses «trabajándose», con discreción, el acercamiento a partidos regionalistas y otras minorías, que hoy son muleta de Pedro Sánchez en el Parlamento, y con quienes los socialistas comparten ejecutivos autonómicos, como es el caso de Cantabria o el de Canarias.

Y esta próxima cita con las urnas de este mismo mes será la primera prueba de fuego para las piezas que Moncloa necesita que encajen para mantenerse en el Gobierno después de las elecciones generales de final de año. Si las cuentas dan, este PP de Alberto Núñez Feijóo se ofrecerá a Miguel Ángel Revilla para conservar el Ejecutivo cántabro, por ejemplo, y también ha hecho aproximaciones para facilitar a Coalición Canaria acceder a la Presidencia del Gobierno de Canarias con su candidato, Fernando Clavijo. Mientras, el PAR (Partido Aragonés) ha sido desplazado por Teruel Existe, formación que se presenta en las tres provincias aragonesas, y también con estas siglas han hecho ya algunas aproximaciones los populares.

Estas elecciones del 28-M son las más disputadas desde el año 2011 y el equipo de Feijóo confía en que sirvan para resquebrajar al bloque de investidura en las negociaciones postelectorales. El terreno ya lo han estado trillando y los últimos sondeos electorales conocidos alimentan estas expectativas. El PP quiere dejar de aparecer de una vez como un partido que únicamente puede entenderse con Vox, y buscará otra serie de alianzas sin más límite que Bildu.

Sánchez ha conseguido el encaje contradictorio de unir en el mismo pacto a partidos opuestos en ideología, como el PNV y Bildu, o ERC y Junts per Catalunya. Y esto puede romperse en función de cómo quede el mapa territorial y de los acuerdos que firmen los socialistas tras la cita con las urnas.

La posibilidad de un cambio de gobierno después de las elecciones generales es, además, un incentivo para que se abran guerras en un bloque de investidura en el que Moncloa no ha cuidado con el mismo mimo a todos los partidos que lo conforman. De hecho, PNV y Junts preferirían un Ejecutivo de Feijóo que la continuidad del de Pedro Sánchez, entregado a ERC y a Bildu, que es la alianza natural y por la que apuestan seriamente en el «sanchismo».

No obstante, las formas se mantienen en Madrid dentro del bloque de investidura, aunque las traiciones del líder socialista a los nacionalistas vascos están registradas en el balance de resultado. En el caso del PNV, el muro que dificulta el acercamiento al PP es la sombra de Vox, pero el líder popular mantiene una estrecha relación con el lendakari, Íñigo Urkullu, y Génova también tiene sus puentes abiertos con los nacionalistas vascos, con la sinceridad suficiente como para haber abordado en privado el desacuerdo que les separa en el análisis de cómo se gestó la moción de censura que se llevó por delante el Gobierno de Mariano Rajoy en junio de 2018.

Con esta estrategia, los populares buscan principalmente desestabilizar el tablero sobre el que se sostiene el plan electoral del PSOE. Pero el punto débil es Vox, y no solo con el PNV. La evolución de los tracking electorales han llevado a Moncloa a convertir al líder de la oposición en el eje de su campaña, porque quieren limitar la fuga del voto de los indecisos del espectro del centroizquierda, que ven con buenos ojos la imagen del político gallego.

Para entender esta estrategia hay que tener en cuenta que en el diseño de la campaña electoral, siempre con vistas a las generales, Moncloa asume que el perfil del propio Sánchez no es el más adecuado para tratar de buscar ese voto indeciso más moderado, que hoy no se identifica con el PSOE y, por eso, ha colocado como segunda marca a Yolanda Díaz y Sumar, que es en quien confían para frenar esa fuga de voto a las siglas del PP.

«Error de bulto»

Aquí explican también en el PSOE la jugada de las celebraciones del pasado Dos de Mayo en Madrid, la cual los propios socialistas valoran como «un error de bulto», porque puede llegar a servir para afianzar la mayoría absoluta de Isabel Díaz Ayuso sin «manchar» a Feijóo.

La obsesión de los gurús demoscópicos socialistas es conseguir que el líder de los populares entre en el fango, y hacia ahí dirigirá su estrategia el presidente del Gobierno en el debate que en plena campaña electoral ha forzado en el Senado el próximo día 16, a la vuelta de su visita a Estados Unidos. El PSOE da por descontado que el 28-M habrá un mapa de España que saldrá teñido de azul y su suerte está en manos de los partidos que hoy sostienen a Sánchez en el poder, en tanto que las sumas den.

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