La crónica

El plan de Génova tropieza dentro de casa

Discuten la negociación de presupuestos con Vox, que no haya más presencia en el campo y las portavocías

Alberto Nuñez Feijoó inagura la jornada Contra la Impunidad en el Congreso. © Jesús G. Feria.
El líder del PP, Alberto Núñez FeijoóJesus G. FeriaFotógrafos

La semana pasada quedó en evidencia la falta de coordinación entre los mensajes de Génova y lo que decía el portavoz económico, Juan Bravo, en la negociación con el Gobierno del acuerdo sobre los aranceles. Según cuentan dentro del PP, la irrupción de Donald Trump también les ha pillado a ellos a contramano, «y no solo a Pedro Sánchez, que se ha encontrado gestionando la reverencia a Xi Jinping cuando no tocaba».

En el caso del principal partido de la oposición, porque parece ser que estaban preparando justo para estas fechas, o fechas próximas, un revulsivo en el equipo más visible, y la llamada del ministro Carlos Cuerpo a Bravo les ha estropeado los planes ya que ha situado en el foco a quien querían mover hacia un lado para golpear con otro nombre más potente en el terreno económico. Es un clásico ya entre los dimes y diretes del PP esto de que Alberto Núñez Feijóo tiene pendiente de satisfacer ese deseo de hacer un «fichaje» económico que le reposicione mejor en el combate contra el Gobierno de Sánchez.

Cabría decir que no es una insatisfacción solo de Feijóo, porque también se comparte en el partido, donde no ven que «tire» ese «gobierno en la sombra» que debería estar día sí y día también, según ellos, golpeando al Ejecutivo de Sánchez donde más le duela. La conclusión es que hasta el momento no han sido capaces de institucionalizar un coro de portavocías que tenga enganche político y mediático.

Un error confiarse

Además, a Génova llegan consejos sobre la relación con Vox. Este es un tema constante en el debate político y mediático, pero también está muy vivo internamente. Al estrecho círculo que protege a Feijóo hay quien se atreve a decirle que es un error confiarse en la idea de que acabarán heredando el poder de Pedro Sánchez. Así lo deducen de algunos movimientos estratégicos decididos en Génova, y que nadie del partido discutirá en público, aunque en realidad no convenzan.

La línea alternativa a la que marca el poder central se sostiene en vectores como el de negar sentido a continuar negociando los presupuestos autonómicos con Vox. No lo tenía antes de llegar Trump, y menos ahora, porque el vasallaje de los de Vox hacia el presidente de EE UU creen que los debe animar a desembarcar con todo su «ejército» en el campo español y en el ámbito rural para «barrer» al partido de Santiago Abascal. «Hay que dejar de hacer actos en salones y salir al campo a defender los intereses de España, casi más frente a Vox que frente al PSOE». Así se escucha hablar en el PP, y hay quien con prudencia se lo está trasladando a Génova.

«El problema sigue siendo el mismo que ya sufrimos en las anteriores elecciones, no entendemos que tenemos que imitar el modelo europeo. No a la extrema izquierda y no a la extrema derecha, hay que buscar el pacto arancelario con el PSOE, y hay que dejar de pensar que la sociedad española ha normalizado ya a la extrema derecha». El dueño de esta reflexión es un presidente autonómico, pero con distintas palabras se escucha lo mismo en otras baronías y en otras direcciones regionales y provinciales del partido.

Mensaje equivocado

¿Cuál es el problema? Que en Génova tienen miedo a las redes sociales y a la movilización de ese entorno de Vox, también mediático, en su contra: «No deja de entorpecer la claridad en nuestra estrategia y manda un mensaje equivocado al electorado».

La confianza en que tarde o temprano llegará el momento de ver a Feijóo en Moncloa sí está entre quienes se mueven alrededor de él. Convencidos de que es cuestión de tiempo que les toque a ellos pisar Palacio. Pero la distancia con la M-30 coloca más interrogantes sobre este futurible porque en el partido no pasan por alto que el titular que más daño les hace es aquel que afirma que «PP y Vox sumarían hoy la mayoría absoluta». En un análisis demoscópico asentado en los precedentes, lógicamente los dos objetivos del PP deberían ser «acabar con Vox» y conseguir que «haya tres listas en la izquierda» en las elecciones. Pero con Vox «devorado», y esto es lo que no ven en las filas populares que estén consiguiendo.

El contexto internacional favorece al PP para asentarse como la única alternativa fiable, europeísta y que rechaza la sumisión a un proyecto económico y comercial como el de Trump, que es especialmente dañino para los nichos de voto en los que Vox ha logrado meter más la cabeza. Por eso los nuevos tiempos quizás obligan a que reformulen algunas de las campañas en las que llevan meses centrados, como la de la vivienda, para que, sin abandonarlas, dejen paso al campo español y a la España rural, que «no entienden de estrategias de gurús de moqueta», y que sí tiemblan ante unos aranceles que son una amenaza para las exportaciones españolas, por ejemplo, en nuestro sector del aceite de oliva. La amenaza de Trump ha pillado con el pie cambiado a muchas organizaciones agrarias que, por un lado, demonizan los acuerdos de libre comercio, como Mercosur, y, por el otro, tiemblan ante las repercusiones de las políticas proteccionistas de la Administración norteamericana.

En la lista de enmiendas del partido, con un componente incluso «moral», está también la continuidad de Carlos Mazón.