Relevo en el PP

Primarias del PP: El perdedor del Congreso no podrá ser secretario general

Los Estatutos sólo dejan margen para que sea portavoz en el Congreso o coordinador general. El frente anti-Soraya extiende el miedo a que el partido se rompa si gana la ex vicepresidenta

Cospedal, ayer, con Pablo Casado en un desayuno informativo en Madrid. A la derecha, Sáenz de Santamaría junto a Feijóo en Pontevedra / Efe
Cospedal, ayer, con Pablo Casado en un desayuno informativo en Madrid. A la derecha, Sáenz de Santamaría junto a Feijóo en Pontevedra / Efelarazon

Los Estatutos sólo dejan margen para que sea portavoz en el Congreso o coordinador general. El frente anti-Soraya extiende el miedo a que el partido se rompa si gana la ex vicepresidenta.

El PP camina cada vez más inseguro hacia el Congreso en el que durante el próximo fin de semana elegirán a su nuevo líder. El ex portavoz del partido Pablo Casado dio ayer otro golpe de efecto con el acto en el que recibió el apoyo de todas las candidaturas que se quedaron fuera tras la votación de las bases, con María Dolores de Cospedal a la cabeza. Esa imagen de todos los candidatos que perdieron en la primera vuelta unidos alrededor del que quedó segundo en la elección de los afiliados era más que previsible, pero que ese frente «anti-Soraya» se hiciera ayer «carne» agrava el miedo que hay en el PP a que el partido se rompa en el Congreso.

Las reglas internas dificultan ya de por sí la integración tras la celebración del cónclave nacional. Así, se especula mucho sobre la posibilidad de que, para facilitar la unidad, el perdedor se pudiese integrar como secretario o secretaria general del que se imponga en la votación de los compromisarios. Pero los Estatutos no dejan abierta esa opción. A lo más, una vez votadas las dos candidaturas, quien no gane podría ser portavoz parlamentario o coordinador general, como lo ha sido Fernando Martínez-Maillo desde el último congreso, pero no el «número dos».

Cada candidato se presenta con una lista de 35 nombres, que serán los nuevos miembros del Comité Ejecutivo Nacional. Hay otros cinco vocales que no se someten a votación del Congreso, porque son designados directamente por el aspirante a presidente. Pero no se puede ser secretario general del partido si no se está en esa lista de 35 con la que se pide el apoyo al Congreso para asumir la Presidencia Nacional del PP. Artículo 47 de los Estatutos: «El secretario general será nombrado por el Comité Ejecutivo a propuesta del presidente entre los miembros elegidos para este órgano por el Congreso del partido». En la estructura de dirección del PP sí puede estar cualquiera, en el ámbito de secretarías y portavocías de Génova, con la única excepción del secretario general. Y toda esa estructura se incorpora inmediatamente al Comité Ejecutivo. Las reglas son éstas y el clima de la campaña no ayuda tampoco a pensar que pueda haber una fácil solución integradora después de que voten los compromisarios. Ayer, la ex vicepresidenta visitó Galicia y en el partido están expectantes ante la posibilidad de que el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, rompa su silencio una vez que ha cumplido en la campaña de esta segunda vuelta con los dos candidatos. La duda es si se pronunciará a favor de uno de ellos con la justificación de que es la posición mayoritaria entre sus compromisarios. De momento, lo que sí ha hecho es desmarcarse de la demanda de integración precongresual que enarbola el equipo de Sáenz de Santamaría y parte del «aparato» porque argumentan que debe respetarse la lista más votada y que hay que buscar esa unidad previa para limitar el riesgo de ruptura del partido. Feijóo se ha sumado a los que defienden que se respeten las reglas estatutarias y mantiene que la unidad puede ser anterior al Congreso, durante el Congreso o después del Congreso.

Aunque la batalla está muy reñida, sigue pareciendo más probable que la victoria caiga del lado de Sáenz de Santamaría. Pero son suposiciones aplicando reglas que no hay seguridad de que sean válidas en un momento en el que todos los procedimientos internos han saltado por los aires al no cumplirse ninguna de las previsiones que afectaban a cómo iba a desarrollarse la sucesión de Rajoy al frente del PP. También hay más miedo a que el partido se rompa si gana Sáenz de Santamaría, no tanto por ella misma como por la presión de los «poderes» internos que han tomado posición en esta pelea por el control del PP. Si el que se impone es Pablo Casado es previsible que con este cambio haya más «jubilaciones» aparte de la marcha de la ex secretaria general María Dolores de Cospedal.

En el PP no ven la imagen de Sáenz de Santamaría trabajando a las órdenes de Casado, después de haberlo sido todo en el Gobierno de Rajoy, y con ella se iría posiblemente otro de los referentes del PP, uno de los pocos que ha sobrevivido al fin del «aznarismo»: Javier Arenas. Entre otros, porque habría que ver hacia dónde evolucionan «pesos pesados» de la etapa de Rajoy como el ex ministro Montoro. La crónica de los que pasan a primera línea y de los que la dejan dependerá también del encaje en las candidaturas autonómicas y municipales y en la lista europea.

El movimiento «anti-Soraya» movilizó ayer hasta el espíritu del ex presidente Adolfo Suárez a favor de su corriente. Y la contrarréplica del equipo de Sáenz de Santamaría fue que la suma de compromisarios sigue criterios distintos a los «movimientos para frenar a la candidatura más apoyada por las bases», y que sus cuentas siguen saliéndoles.

Mientras, Génova confirmó ayer su propuesta para que Ana Pastor sea la presidenta de la Mesa de este Congreso. La decisión la tiene que aprobar el plenario a mano alzada, pero no tendrá ningún problema en ganar esa votación al contar con el reconocimiento mayoritario del PP.