Opinión
¿Quiere seguir Feijóo?
La incertidumbre que ronda en el propio sanedrín del líder del PP debe ser resuelta sin demora
¿Qué está pasando en Génova 13? ¿Cómo es posible que el jueves se vieran en la bancada popular esas caras de asombro ante lo que sucedía? ¿Nadie había previsto que la falta de escrúpulos de Pedro Sánchez le permitiría fraguar un acuerdo con Carles Puigdemont? Le pregunto a un veterano diputado del PP y su respuesta es esclarecedora: «Seguimos dándole vueltas a lo que pudo pasar para que el centro-derecha dejase escapar una mayoría absoluta que tenía atada el 28 de mayo y sólo dos meses después se esfumó».
Eso explicaría, pero sólo en parte, que los mandatarios populares anden enredados con el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo o con las cuitas con Vox, en vez de estar todos a una hablando de que el presidente en funciones pactó la Mesa del Congreso con el diablo fugado de la Justicia que vive en Waterloo, al que se le ha prometido «el alivio penal por el procés», o sea, una amnistía, y convertir la Carrera de San Jerónimo en una ONU de pinganillos y traductores. La «legislatura de la España plurinacional» ha comenzado. Eso es lo crucial.
El PSOE (no sólo Sánchez) ha asumido la vía del «todo vale» y el PP debe ser el muro de contención. Es la única fuerza plenamente constitucionalista en el Congreso. Sus aliados en este sentido son Coalición Canaria y Unión del Pueblo Navarro, pues Vox desea tachar todo el sistema autonómico. Gobierna la mayoría de las instituciones locales, provinciales y autonómicas, además del Senado. Y su grupo parlamentario en la Cámara Baja es el que más escaños suma. Así que debe olvidarse de nadar por meandros para centrarse en lo que tiene enfrente (que no es poco). Es primordial sacar a su electorado del estado de frustración y decepción en el que vive sumido tras el imprevisto resultado. Los más de 11 millones de votantes de PP y Vox no se merecen un espectáculo como el visto para la composición de la Mesa.
Aunque los datos del 23-J no fueron los esperados, una gran mayoría de españoles mira a Feijóo. Es necesario que sus siglas estén a la altura de las circunstancias. Sin demoras. En primer lugar, el mandatario popular debe despejar la duda que ronda a su propio sanedrín sobre si tiene ganas de seguir adelante. Ciertamente, el político gallego afirmó que había venido de su tierra para ganar y gobernar y si no lo conseguía se marcharía. Es natural, por tanto, que revolotee la incertidumbre: ¿seguirá Feijóo al frente del PP si no es investido presidente? Luego, si la respuesta es afirmativa, quienes ocupan las máximas responsabilidades del mayor partido español tienen que comprender «la sociedad líquida» en la que vivimos, donde una buena parte de españoles cambia de opinión cada día igual que de camiseta. La política es un plebiscito diario. Hay que rodearse de gente que entienda esto. No se puede llegar al poder sin estrategia y sin proyecto. Nadie regala ya su voto.Por cierto, y como paréntesis… Un gran error tras el triunfo absoluto en las elecciones municipales y autonómicas fue legitimar al PSC en Cataluña y al PSE en el País Vasco. Por dar imagen de generosidad y sentido de Estado pactando con el socialismo para evitar la llegada de Bildu o el independentismo a los ayuntamientos, cosa que no fue ni siquiera agradecida por los beneficiarios, convirtieron allí al Partido Socialista en el voto útil. Lo que se pagó muy caro en las elecciones generales. El PP está obligado a articular en ambas comunidades una alternativa que no pase por legitimar al nacionalismo y ni por entregarle el espacio político al PSOE. Y hay que hacerlo rápido.
Esta semana el Rey comienza el proceso de la investidura. Si nadie es capaz de obtener los apoyos suficientes, se abrirá la puerta a una repetición electoral. Cuando las cosas son complejas, como ocurre ahora en la política de este país, es imprescindible crear costumbres constitucionales. De ahí que don Felipe, tras la toma de contacto con los portavoces de cada partido con representación en el Congreso, debería proponer, a no ser que Sánchez se presente con un acuerdo cerrado que le garantice la mayoría absoluta, a quien ha ganado las elecciones: Feijóo. Es un momento estupendo para que el líder del PP presente su proyecto alternativo.
Hay que remarcar que ERC, Junts, Bildu y BNG, que suman 21 diputados, no irán a la consulta con el Rey. Sin ellos, el líder socialista sólo puede garantizar 157 votos frente a los 171 del presidente del PP. Tiempo habrá, si Feijóo no consigue ser investido, de encargárselo a quien ha subido al segundo cajón en las urnas. Imaginemos que don Felipe, por informaciones periodísticas u otras, decidiese encomendar la investidura al mandatario socialista y ésta no se alcanzase. ¿Se la propondría después a quien ha sido el más votado en las elecciones? No tendría sentido. Sólo si quien tiene más apoyo de las urnas lo rechaza por no tener apoyos suficientes, como hizo Mariano Rajoy tras las elecciones de 2015, se debe pasar a la siguiente opción.
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