Opinión
El quinquenio ominoso
Sánchez llegó al poder basándose en una «mentira» construida gracias a la «morcilla De Prada», en honor al apellido del ilustre magistrado de la Audiencia Nacional
Al cumplirse un lustro de la llegada al poder de Sánchez, se impone el recuerdo de aquella fecha que dio al traste con Rajoy y comienzo al ominoso quinquenio social-podemita, cuyo último avatar ha sido el estrepitoso fracaso en las urnas municipales, tras cinco años de sobresalto Frankenstein. Habla ahora Feijóo de «derogar el sanchismo», y en ello le va la vida al PP cara al próximo 23 de julio, pero también a alguno de los egregios miembros de la progre-alianza, en particular el PNV, que intentan descolgarse de la operación que ellos mismos apadrinaron a propósito de la sentencia de la Audiencia Nacional que derribó al gobierno de Mariano.
En aquella sentencia, hecha pública en mayo de 2018 y que llevó al PSOE a presentar la moción de censura, el tribunal que formaban los magistrados Ángel Hurtado, Julio de Diego y José Ricardo de Prada daba por acreditada la existencia de una «caja B» en el PP, al incorporarse la conocida «morcilla De Prada», que decía textualmente: «Se pone en cuestión la credibilidad de estos testigos, cuyo testimonio no aparece como suficientemente verosímil para rebatir la contundente prueba existente sobre la Caja B del partido». La resolución definía esa presunta contabilidad opaca como «una estructura financiera y contable paralela a la oficial al menos desde 1989». El Supremo consideró después «excesivas» las afirmaciones de la sentencia, obligó a retirar la «morcilla» y los azules apenas fueron condenados a título lucrativo, lo que significa que no conocían el supuesto delito aunque fueran beneficiados por el mismo.
En un comunicado de Rajoy, recordaba sus palabras en el Congreso de los Diputados cuando afirmó que el fallo «no condena al Gobierno de España ni a su presidente ni a ninguno de sus miembros, no condena a ningún militante del Partido Popular. Toda la justificación de la moción está construida sobre la base de una enorme manipulación de una sentencia que no es firme». Que no era firme quedó claro después tras el recurso al TS y la resolución del alto tribunal contraria a condenar al PP. El escándalo de la Caja B eran en realidad 250.000 euros de corrupción en los Ayuntamientos de Boadilla y Majadahonda, amén de determinadas obras en la sede de Génova 13. Después sí que llegó el juicio de la caja B, que acabó en nada, y la última derivada de la Gürtell, referida a los supuestos sobornos de las constructoras para nutrir la presunta caja B, que se archivó tras de 10 años de investigaciones.
O sea que Sánchez llegó al poder basándose en una «mentira» construida gracias a la «morcilla De Prada», en honor al apellido del ilustre magistrado de la Audiencia Nacional, al que en al ámbito de la Justicia se considera persona situada ideológicamente más allá del sanchismo. «No es que sea progresista, es troskista o estalinista», dicen algunos de sus compañeros. Podemos le propuso como candidato a vocal del CGPJ, igual que antes lo hizo el PSOE, lo que se considera uno de los motivos por los que no se llegó a un acuerdo entre populares y socialistas para la renovación del Consejo del Poder Judicial.
Pero la famosa «morcilla» sirvió para echar a Rajoy y convencer al PNV de la necesidad de llevar a la Moncloa a Sánchez, donde aún sigue anclado a las belarras. Hasta los nacionalistas vascos hablan ahora mal del presidente y su camarilla, aunque los cinco años de quinquenio púrpura están ya grabados a fuego en la historia de España. Todavía con la duda de su perdurabilidad, pese al batacazo del domingo. Eso sí, puestos a señalar a quienes más hicieron por entronizar a Sánchez no están sólo el PNV, los morados, los indepes y los bildutarras. Curiosamente, quién primero salió a decir que «la legislatura está acabada», tras la «morcilla De Prada», fue el inefable Albert Rivera. De esto no se acuerda casi nadie. Rivera sí se acuerda.
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