Gobierno de España
Pacto de silencio entre Gobierno y oposición ante la investidura
Mariano Rajoy y Susana Díaz coinciden en el acto del 12 de Octubre en que su «papel» ahora es «callar». El presidente en funciones admite que con Javier Fernández «la interlocución es más fácil» que con Sánchez.
Mariano Rajoy y Susana Díaz coinciden en el acto del 12 de Octubre en que su «papel» ahora es «callar». El presidente en funciones admite que con Javier Fernández «la interlocución es más fácil» que con Sánchez.
Estos dos últimos años, las recepciones en el Palacio Real para conmemorar el 12 de Octubre han resultado ser el barómetro de la situación política que vive España. Porque los principales actores políticos que vemos a diario por separado en imágenes y titulares se encuentran juntos en un mismo escenario, el Comedor de Gala, y se perciben las miradas, la distancia entre unos y otros, quién es el protagonista del día según se mueva el «corrillo». Si el año pasado el «rey de la pista» fue Albert Rivera, que emergía como el artífice de la nueva transición –cómo ha cambiado el panorama–, ayer hubo reina, política, sin desmerecer a Doña Letizia: Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía y a la que todos miran por si pudiera ser secretaria general del PSOE en un futuro. Pero, a diferencia de hace 12 meses, en que los candidatos a La Moncloa mostraban todo el plumaje con sus respectivos programas electorales de cara a las elecciones de diciembre y marcaban distancia entre sí, en esta ocasión, a dos semanas de una posible investidura, la prudencia por la posibilidad de consenso entre los dos partidos grandes, PP y PSOE, provocó incluso que el actual presidente en funciones, Mariano Rajoy, y la baronesa andaluza compartieran titular: «Ahora no toca que hable yo», dijo Díaz, en sintonía con el «lo mejor que puedo hacer es callarme», de Rajoy. Porque en el Comité Federal socialista que todos fechaban ayer en el día 23 se fijará la decisión de facilitar o no un gobierno del PP, postura que orientará el posterior movimiento de ficha de cada uno. Mientras, silencio.
Qué diferentes las actitudes respecto a las de hace un año, cuando los políticos evitaban saludarse de cara a los comicios del 20-D. Ayer, Rajoy no tuvo ningún reparo en reconocer su saludo al presidente de la gestora socialista, Javier Fernández, al que «conoce de hace tiempo», y al que apoyó en «sus presupuestos en Asturias». Díaz aseguró que los encargados de hablar con el Rey en la cercana ronda de consultas: «Sí, se han saludado, claro»; y el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, habló incluso de la existencia de «mucho amor entre ambos», así como entre Rajoy y los barones socialistas.
El presidente de la gestora socialista fue el más cauto del partido: no quiso hacer declaraciones a los medios de comunicación –lo que fue excusado por Susana Díaz por «todo lo que está viviendo»– es más, evitó la foto hasta con el Monarca: comió unos pocos canapés y se marchó sin confirmar cuándo tendrá lugar el Comité Federal socialista ni su pronóstico respecto al éxito de una nueva investidura. Un segundo plano de quien es consciente de que cualquier cosa que diga podrá ser utilizada en su contra en un momento tan delicado. Eso sí, inmortalizada quedó por las cámaras su imagen, secundado por el resto de los barones, en la fila para saludar a los Reyes en el salón del Trono antes de pasar al Comedor de Gala. Actitud, sin duda apreciada por Rajoy, ya que, además de asegurar que con Fernández la interlocución «es más fácil» que con el ex secretario socialista, Pedro Sánchez, pidió a los periodistas comprensión en cuanto a su silencio, aunque sí puntualizó: «Aquí lo importante es lo que pase el día 23», día en que se prevé que se celebre el Comité Federal socialista, un día antes de que Don Felipe celebre la serie de encuentros con los portavoces de los partidos con representación parlamentaria. El presidente del Gobierno en funciones, quien si se confirma la abstención del PSOE tiene todas las papeletas de volver a intentar alcanzar la presidencia del Gobierno por segunda vez desde el 26-J, respondió que no irá a la Cumbre Iberoamericana, y que en su lugar irá el actual ministro de Economía en funciones, Luis de Guindos, lo que evidencia que se ve más en el Congreso de los Diputados sometido a las votaciones que en Colombia con el resto de jefes de Estado y de Gobierno. Se manifestó «moderadamente optimista», en su característico estilo gallego, pero en seguida añadió un «ya veremos» para no generar demasiada expectación. Y, con una sarcástica sonrisa, consideró conveniente destacar que «aún» no ha empezado su discurso.
Nadie habló de nuevas elecciones, porque nadie pensaba en ellas. La única que no tuvo reparo en descartarlas fue la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, porque, a su juicio, «con este PSOE sí se puede hablar».
El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, corroboró el convencimiento de su colega política, reafirmando el apoyo de su partido a una investidura de Rajoy, y aseguró que los españoles no tendrán que volver a las urnas porque habrá investidura antes de que el día 31 venza el plazo. Y basó su razonamiento en que el PSOE se abstendrá, a no ser que «haya una rebelión de última hora», porque, según su parecer, de no hacerlo no habría servido de nada la batalla interna que ha invadido el partido durante las últimas semanas y que culminó en el pasado Comité Federal en Ferraz.
Los que quisieron llamar la atención por su ausencia en los actos institucionales para celebrar la Fiesta Nacional no lo consiguieron, porque ningún político se acordó del nombre del líder de Podemos, Pablo Iglesias, ni tampoco del de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. Indiferencia absoluta.
Quedó claro que lo importante ahora es la recomposición del PSOE y que se pueda formar un gobierno que evite la convocatoria de unas terceras elecciones. Mientras tanto, «prudencia, que quedan diez días». Susana Díaz «dixit».
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