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Rajoy, sin margen de error en el PP

La crisis de Madrid aviva la preocupación electoral ante los comicios de 2019 y reabre el debate de la sucesión. Dirigentes del partido ven al presidente como una solución para mantenerlo unido.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, es rodeado por los micrófonos de los periodistas durante la Convención del Partido Popular celebrada en Sevilla, que el partido convocó a principios de abril / Alberto R. Roldán
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, es rodeado por los micrófonos de los periodistas durante la Convención del Partido Popular celebrada en Sevilla, que el partido convocó a principios de abril / Alberto R. Roldánlarazon

La crisis de Madrid aviva la preocupación electoral ante los comicios de 2019 y reabre el debate de la sucesión. Dirigentes del partido ven al presidente como una solución para mantenerlo unido.

Mariano Rajoy empieza a tener que enfrentarse a la gestión de una situación en su partido que nunca había vivido hasta ahora. Después de asentarse en la dirección del Partido Popular tras las derrotas electorales en las generales de 2004 y de 2008, es la primera vez que en el PP comienza a instalarse la sensación de fin de ciclo. No es que el presidente del Gobierno haya dicho nada sobre su sucesión, ni en un sentido ni en otro, pero según avanza la Legislatura y parece que crecen las dificultades más se consolida esa sensación de que haya concluido una etapa. Bastaría con que él hiciera una señal en sentido contrario para borrarla, pero no se espera que haya ningún movimiento hasta después de las elecciones autonómicas y municipales del mes de mayo de 2019.

Esto no quiere decir exactamente que en el PP entiendan que Rajoy es un problema, aunque el momento político sea complicado y haya cada vez más preocupación por los próximos exámenes electorales. Pero sí hay un cambio de mentalidad que condiciona el clima interno y, sobre todo, las expectativas respecto al futuro. Basta con tantear al partido en sus distintos niveles, nacional, regional y provincial, para comprobar que es cierto que está bastante asumido que se les avecina un ciclo nuevo y que la mirada está muy puesta en la sucesión. Lo que inquieta no es que Rajoy quisiera quedarse y volviese a repetir como candidato en las próximas elecciones generales, sino que acierte en la gestión del proceso de cambio de etapa. Ese temor se percibe en los niveles intermedios, porque en la cúpula lo que preocupa es quiénes del equipo de Rajoy podrán sobrevivir a su marcha y en qué condiciones. Porque también ahí empiezan a manejar como opción más que probable la idea de que él no continuará. Y en esta situación, nadie lo ve claro. Ni en lo que afecta a la estrategia nacional ni a sus intereses personales. De hecho, algunos de los que han sido señalados como candidatos a la sucesión han empezado ya a organizar su agenda pública y privada pensando en tomar posiciones para el día D, si es que se confirman sus impresiones de que habrá día D.

La crisis en Madrid ha hecho que crezcan las dudas sobre la capacidad del partido para resistir en las elecciones autonómicas y municipales del año que viene. Rajoy está confiado en que a su partido le irá bien, que habrá un descenso de la izquierda, y que la subida de Ciudadanos no llegará hasta donde predicen en estos momentos las encuestas. El jefe del Ejecutivo traslada tranquilidad en todas las oportunidades que tiene de contacto con su partido o con otros referentes sociales, pero es «muy consciente», aclaran entre sus colaboradores, de que éste es un momento difícil en el que no se pueden cometer más errores.

En estos momentos en el partido se escucha decir que Rajoy tiene dos opciones: o intentar preparar la etapa «post-Rajoy» o irse de un día para otro y que esto último, ante las fracturas que ya han surgido sin que haya fecha para la sucesión, podría llevar al PP al caos. Es por eso que en el PP no se le ve como un problema, sino como una solución para mantener unido al partido con él o sin él.

«Lo lógico es que intente lo primero. Tiene la hoja casi en blanco, sin compromisos claros. Tiene que organizar Madrid y Valencia. Luego Castilla-La Mancha y Castilla y León, y poco a poco todo lo demás», explica un veterano diputado, ex ministro de la etapa de Aznar. «Si lo deja todo para abril del 19, cuando se conozcan los resultados de las autonómicas y municipales, del PP puede que no queden ni las raspas», sentencia, por su parte, uno de los dirigentes autonómicos que se la jugará en las elecciones de la primavera de 2019.

Rajoy conoce mejor que nadie al partido. Lleva toda la vida en él, ha pasado por todas las responsabilidades y es el único, junto con Javier Arenas, que ha formado parte del «aznarismo» y que ha resistido a su final. Por eso es muy probable que como comenta uno de sus colaboradores en Moncloa sepa que en el PP esperan de él que organice el partido para lo que vendrá después de su ciclo. «No hace falta que lo diga, al contrario, pero sí que trabaje ya para que su legado político vaya más allá de conseguir la marca de los 20 millones de empleos en 2020. Reto muy importante, pero que no garantiza que el PP sobreviva de manera digna a sus dificultades actuales», reflexionan dentro de la dirección de su organización.

La decisión sobre su futuro político la tomará sólo él y después de ver los resultados de las elecciones autonómicas y municipales. El PP está inquieto y preocupado, pero también es verdad que la política da muchas vueltas, y que sólo Rajoy decidirá su futuro por muy mal que se le pusieran las cosas al PP. Nadie dentro del partido cuestiona esta previsión.