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Secuestrados en una cámara frigorífica
Dos españoles son liberados tras permanecer tres días encerrados en el interior de un refrigerador industrial de Ciudad de México donde fueron agredidos por un grupo criminal
Dos españoles son liberados tras permanecer tres días encerrados en el interior de un refrigerador industrial de Ciudad de México donde fueron agredidos por un grupo criminal
Los hechos ocurrieron el lunes 27 de noviembre cerca de las 6 de la mañana. Dos españoles de 34 y 41 años de edad, junto a un compañero de trabajo mexicano, se dirigían a su oficina cuando decidieron parar a recargar combustible en la gasolinera de Sonata, en Lomas de Angeópolis. Un lugar que se encuentra apenas a 10 minutos del centro histórico y que es elegido por muchos extranjeros como residencia. Ellos no eran conscientes, pero allí les estaban preparando una trampa. Las imágenes difundidas por las autoridades mexicanas dan buena cuenta de ello. Dos vehículos de color blanco les estaban esperando en la incorporación a la autopista. Les bloquearon el paso y les obligaron a bajar de sus vehículos a punta de pistola. En ese momento de confusión, el compañero mexicano que les acompañaba consiguió escapar de los captores, un hecho clave que ha permitido sin duda poder resolver este caso sin víctimas.
«Se trataba de un secuestro perfectamente planificado. Los responsables de esta acción tenían información del perfil de los secuestrados y también de la multinacional para la que trabajaban», apuntó Alberto Carba, inspector jefe de la primera sección de secuestros de la Policía Nacional. Después de que el compañero alertara a las autoridades, se organizó un despliegue conjunto de las Fuerzas Antisecuestro mexicanas y la Policía Nacional española. Ésta última entró decididamente en juego cuando los captores llevaron a cabo su siguiente movimiento: una llamada telefónica al jefe de la empresa para la que trabajaban los secuestrados que residía en Pamplona. Le reclamaban 30 millones de pesos (1,35 millones de euros), en un plazo de 48 horas, de lo contrario, acabarían con la vida de los españoles.
Aunque según informó el inspector jefe Carba en realidad «iban a matarlos aunque pagaran el rescate. Eso es algo que dábamos por seguro y ellos lo sabían». En este momento la labor conjunta de las Fuerzas de Seguridad de los dos países llegaron a una misma conclusión: quien había programado y dirigido el secuestro conocía perfectamente a los dos secuestrados.
Fue entonces cuando dieron con el perfil de Lenin N., de 34 años. Este mexicano había sido despedido aproximadamente hace mes como jefe de seguridad de la empresa española a la que ahora chantajeaban a través del secuestro de dos de sus empleados. «Esa fue la clave. Se activó el control telefónico del sospechoso, lo rastreamos y logramos datos con la ubicación de la zona donde retenían a los dos españoles en una cámara frigorífica», explicó con detalle a los medios Carba.
Tras obtener su localización se desplegó un dispositivo terrestre para rescatar a los jóvenes españoles que fue todo un éxito. Se pudo liberar a los secuestrados y a cuatro de sus captores «sin tener que soltar un solo disparo» según aseguró el titular de la Fiscalía de Secuestros y Delitos de Alto Impacto (Fisdai) de Puebla, Fernando Rosales.
En el momento del rescate se encontraron a los españoles maniatados en la cámara frigorífica y, según confirman a LA RAZÓN fuentes cercanas a la investigación, «estaban traumatizados y golpeados». Además los cuatro detenidos, según ha podido confirmar este diario «eran miembros de una célula criminal que se había independizado de un importante grupo del crimen organizado por disputas por el control del territorio». Las víctimas habían permanecido retenidas en el interior de una cámara frigorífica desconectada, a oscuras y sin colchón. A pesar de que uno de ellos había sido agredido, ambos fueron localizados en buen estado de salud.
El Equipo de Intervención en el Exterior de la Policía Nacional tiene entre sus cometidos el apoyo operativo a las autoridades locales con el desplazamiento de expertos en casos de homicidios, desapariciones o, como en este caso, secuestros ocurridos fuera de las fronteras españolas. Al cierre de esta edición no se había hecho público el nombre de los españoles para respetar su intimidad.
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