Elecciones en Cataluña

El sacrificio de Illa, salvavidas de Pedro Sánchez

Si gana el 12M, el presidente puede forzarle a ceder la Generalitat a Puigdemont para no caerse de Moncloa.

Las elecciones catalanas pueden colocar a Pedro Sánchez ante la gran encrucijada de su vida: que solo el sacrificio del exministro de Sanidad Salvador Illa, y candidato a las autonómicas, pueda servirle de coartada para mantenerse en Moncloa. Con las proyecciones de voto que se manejan a día de hoy con respecto al 12M, Sánchez tendría que dejar que gobernase Carles Puigdemont a cambio de ganar tiempo en Madrid. Sin nada asegurado, porque lo haría en un marco tan difícil de gestionar que ya en el PNV han empezado a dar aire a la hipótesis de un posible adelanto de las elecciones generales como consecuencia del bloqueo catalán y de la legislatura nacional.

En el PSC empiezan a verle las orejas al lobo, aunque nadie quiera ponerle nombre a la amenaza. Las encuestas dan una victoria en votos y en escaños, con una mejoría muy relevante con respecto a las anteriores autonómicas, pero este aparente marco tan favorable puede no ser suficiente para salvar al presidente del Gobierno si Junts supera a ERC y se queda como segunda fuerza. ERC da a la baja, y Junts hacia arriba. Si Puigdemont se impone en el pulso soberanista no renunciará por nada a presidir la Generalitat. Es la obsesión que le mueve, en una factura pendiente que quiere cobrar a ERC después de que en las elecciones de 2017 los republicanos se negaran a aceptar su exigencia de ser investido desde fuera de España, porque ya se había fugado para evitar las consecuencias penales del «procés», a pesar de que Junts se impuso sobre ERC en esos comicios, en los que Ciudadanos hizo historia como fuerza más votada.

Por supuesto, evitar el cortocircuito en Madrid abriría una fractura muy grave en los socialistas catalanes, que podría dejarles durante años sin levantar cabeza, pero por increíble que resulte el sacrificio del candidato Illa es una opción que ven plausible dentro del PSOE, y del PSC, atendiendo a la guía del comportamiento del presidente. Hasta el punto de que para el PSOE el problema puede ser que el líder del socialismo catalán obtenga un gran resultado, lo que complicaría aún más esa cesión a Puigdemont.

Illa está haciendo una campaña basada en el pragmatismo y en convertir en light algunas propuestas de máximos del soberanismo, como ha hecho ya con la versión actualizada del pacto fiscal, que él ha presentado como la creación de un consorcio tributario conjunto entre el Gobierno y la Generalitat.

Aunque en el equipo del presidente tiendan a retratarle como una especie de superhéroe, capaz de sobreponerse a todos los desafíos –hay pruebas de que ha ganado retos que se daban por pedidos–, estas elecciones las ha cargado el diablo. No hay carambola buena de encaje de alianzas, al menos con las cifras que dan los sondeos, que ofrezca una salida propicia para el interés personal de Sánchez. Incluso el bloqueo y una nueva repetición electoral le supondrían más desgaste.

La oposición ve las elecciones como el Rubicón de la legislatura. Las vascas y hasta las elecciones europeas han pasado a un segundo plano, porque en Génova están en la tesis de que el 12M se decide el futuro de Sánchez. De hecho, hasta que se conoció el adelanto de las catalanas, la hipótesis de una convocatoria de las generales no entraba en el cuaderno de trabajo de ninguno de los miembros del Comité de Dirección de los populares, y hoy ya sí es una opción que no se descarta, aunque no sea la primera sobre la que están organizando la estrategia.

Esto tiene sentido porque a medida que pasa el tiempo, y las piezas electorales de este nuevo ciclo se recolocan, cada vez tiene más entidad la incapacidad Gobierno para gobernar. Los voceros del «sanchismo» le restan relevancia y hasta sostienen que el Gobierno puede tirar «todo lo que quiera hacia adelante, incluso sin Presupuestos, porque ya se han dado situaciones en el pasado» supuestamente comparables. En el dosier que reparte con puntualidad y criterio selectivo Moncloa para su difusión propagandística se buscan comparaciones con el Gobierno de Rajoy. Pero los autores de estos argumentarios saben que no hay precedente de una situación de bloqueo como la que sufre este Gobierno y que a la larga, por más que se diga que se puede seguir instalado en Moncloa aunque no haya actividad legislativa, surgen los problemas.

Mientras la oposición se atreve a soñar, con mucha prudencia, con un adelanto electoral para otoño, en la izquierda intuyen detrás del renacido interés internacional del presidente del Gobierno no solo un trabajo vinculado con la política exterior de España, sino una campaña de promoción para conseguir una salida que le permita abandonar el barco antes de que se hunda. Es un runrún que se escucha en los círculos madrileños con más o menor intensidad, pero de materna constante, desde antes de las elecciones generales, y en estos momentos ha subido de decibelios ante el oscuro panorama que, en principio, tiene por delante el PSOE. Lo más inmediato es la presidencia del Consejo Europeo, que se renovará después de las elecciones del 9 de junio, coincidiendo ya con el segundo semestre del año. El problema es que en Bruselas se escucha decir que hay ya un pacto tácito para que el puesto se lo quede el ex primer ministro socialista portugués António Costa. Otro de los «tronos» internacionales hacia los que se apunta es la secretaria general de la ONU.