Barcelona
Sánchez aplaza hasta septiembre la elección de su equipo en el Congreso
El nuevo PSOE ha empezado a caminar. Desde el 27 de julio, Pedro Sánchez y su equipo han marcado la impronta, el carácter del nuevo proyecto del Partido Socialista. Durante el mes de agosto, se han sucedido los gestos y los guiños –el primero fue no dar apoyo a Juncker como presidente de la Comisión, como había prometido en la campaña de primarias– a un electorado que todavía está desencantado pero que, según las encuestas publicadas, aprueba los cambios que llevaron a Sánchez a la Secretaría General para poner punto y final a dos años de caída libre bajo la dirección de Alfredo Pérez Rubalcaba.
En la calle Ferraz, la actividad no se ha apagado en el mes de agosto. Sánchez y Luena apenas descansaron unos días «sin desconectar ni un momento», comentaba este verano el propio César Luena, el nuevo secretario de Organización socialista. Los nuevos responsables socialistas saben que el PSOE tiene que estar a primeros de septiembre en velocidad de crucero. No se podían permitir perder ni un minuto para no quedar fuera de juego y con el paso cambiado.
Por eso, la nueva dirección se ha marcado las prioridades políticas que se han ido desgranando y presentando durante el mes de agosto, pero también ha centrado sus esfuerzos en engrasar la sala de máquinas y en designar a los nuevos fontaneros de la calle Ferraz. Y todo, bajo un común denominador: «La austeridad». La nueva ejecutiva se ha acomodado, en su gran mayoría, en la segunda y la tercera planta de la sede socialista. Los nuevos responsables han ultimado sus equipos durante el verano. En la quinta, se ha ubicado la todopoderosa Secretaría de Organización y en la cuarta, la presidenta, Micaela Navarro, y otros miembros de la ejecutiva como Manuel de la Rocha, Antonio Pradas o Carmen Montón. «Se han aprovechado todos los espacios. «Estamos apretujados, pero es lo que hay y lo que toca», comentan en la sede socialista.
En esta cuarta planta también tiene su despacho Pedro Sánchez. Se ha instalado en el que habían ocupado tanto Felipe González como Joaquín Almunia o José Luis Rodríguez Zapatero, justo al lado de la sala de reuniones, en la que se celebran semanalmente las reuniones de la ejecutiva. Rubalcaba no lo utilizó porque cuando fue designado candidato a la presidencia del gobierno todavía era secretario general Zapatero. Lo tenía también en la cuarta planta pero ahora, Rubalcaba no tiene despacho en Ferraz. «Sólo se han cambiado muebles de un sitio para otro, no se ha gastado ni un duro», comentan colaboradores del secretario general.
A la vera de Pedro Sánchez se han instalado sus más estrechos colaboradores. El despacho contiguo tiene como inquilino a Juanma Serrano, su jefe de gabinete, que fue su mano derecha en la campaña de primarias. Serrano está al frente de un pequeño grupo de colaboradores jóvenes, expertos en las materias de las que son responsables, que conforman el equipo del máximo responsable de los socialistas españoles. Miguel Angel Monzón, madrileño y de la total confianza de Sánchez –discursos–, Verónica Fumanal, responsable de prensa en la campaña de primarias en Cataluña y experta en comunicación política –comunicación y prensa–, y Marticha Ruiz Mateos, compañera de fatigas de Pedro Sánchez en las Juventudes Socialistas y sin ninguna relación con la familia del mismo apellido, –redes sociales y comunicación 2.0– son el núcleo duro, los ojos, los oídos y las manos del nuevo secretario general.
Engrasada la sala de máquinas y en funcionamiento, Pedro Sánchez ha marcado su nueva impronta y ha empezado a construir el nuevo mensaje de los socialistas españoles. Su primer paso fue la presentación en Santiago de Compostela de un documento económico que dibuja el armazón de las propuestas sobre las que se construirá el nuevo discurso socialista. «Un nuevo pacto europeo por la competitividad, el trabajo y la cohesión social» que contiene las bases con las que Pedro Sánchez quiere marcar distancias con la política que impone la derecha europea y española, pero que también aplicó el ex presidente Zapatero, lo que provocó el divorcio irredento con su base electoral. Pero este no es el único objetivo de Sánchez. El nuevo secretario general socialista también quiere marcar distancias con la izquierda que sólo quiere hacer ruido. El nuevo PSOE quiere gobernar, quiere ser alternativa de gobierno, como repitió de forma insistente durante la campaña de primarias. «El PSOE es la izquierda que quiere gobernar».
No es el único reto que ha afrontado la dirección que surge del congreso extraordinario. El nuevo auto de la juez Alaya por el «caso de los ERE» ha puesto de nuevo la corrupción sobre la mesa política y Sánchez no la ha eludido. Al contrario, ha presentado una propuesta de regeneración democrática que va desde una nueva ley de partidos hasta la despolitización de los nombramientos en instituciones, pasando por el desbloqueo del estatuto de altos cargos o el Código Penal.
Con estas dos propuestas, el nuevo secretario de los socialistas ha querido marcar sus prioridades en el curso que empieza la próxima semana, pero también ha trufado su agenda con guiños a los sectores más desprotegidos o desahuciados de la sociedad. Esta semana la inició visitando un Centro de Rehabilitación y Reinserción de Mujeres Maltratadas. «Fue una reunión muy dura en la que las emociones estaban a flor de piel», comenta un colaborador de Sánchez. Tampoco se olvidó de la tercera edad –acudió a un centro en San Martín de Valdeiglesias– y menos de los que viven del trabajo de las organizaciones sociales que «cubren a los más desfavorecidos, donde el Estado del Bienestar que está desmantelando el PP ya no llega. La derecha quiere caridad, la izquierda quiere que el Estado dé cobertura a sus ciudadanos», apuntan fuentes socialistas. Para dar fuerza a este mensaje, Sánchez finalizará la semana acudiendo a un comedor social gestionado por el padre Ángel de Mensajeros por la paz.
El secretario general del PSOE se ha dejado para septiembre la renovación de los equipos parlamentarios. Congreso, Senado y Europarlamento tendrán nuevas direcciones que se concretarán en la ejecutiva de la próxima semana, a la sumo la siguiente, porque el curso parlamentario se inicia el día 9. Otra incógnita será saber cuál será la actitud de los eurodiputados socialistas españoles con respecto a la posibilidad de que Arias Cañete quede incluido en el equipo de Juncker. De momento, no hay decisión tomada al respecto. Antes de ser votado, Cañete deberá dar explicaciones en el Parlamento sobre su posición acerca de políticas de igualdad y su opinión sobre las mujeres. No será fácil que el PSOE le ponga un camino de rosas al jefe de filas de los populares en Europa.
✕
Accede a tu cuenta para comentar