Investidura

Sánchez inicia la pedagogía para digerir la amnistía

Defenderá la idoneidad política de la medida de olvido, reivindicándose como el partido que apoyó el 155 en la oposición

Pedro Sánchez felicita a los extremeños por el día de la comunidad: "trabajaremos por un futuro lleno de progreso"
Pedro Sánchez felicita a los extremeños por el día de la comunidad: "trabajaremos por un futuro lleno de progreso"Europa Press

Optimismo contenido. Los interlocutores socialistas rebajan su euforia en público y en privado sobre la certeza de conseguir la investidura de Pedro Sánchez. Este optimismo, que exhibían hasta el momento, no se compadecería ahora con los ecos que llegan desde Cataluña, en plena retórica encendida por la celebración de la Diada, con pretensiones soberanistas de máximos –como el referéndum– que el Gobierno no puede satisfacer. En el Ejecutivo, tal como publicó este diario, esperaban este discurso hiperventilado –que tendrá dos hitos destacados: la Diada que se celebró ayer y el próximo aniversario del 1-O–, por lo que han optado por replegarse hasta que amaine el temporal. Lo hacen despejando balones hacia el tejado de Génova y recordando que es Alberto Núñez Feijóo quien tiene el encargo del Rey y la presión para someterse a una investidura.

Sin embargo, el Gobierno no se va a quedar de brazos cruzados mientras se agota «el tiempo de Feijóo». «Lo suyo es que Pedro Sánchez tenga andado el camino», señalan fuentes socialistas, que encuadran los contactos informales que están manteniendo con distintos partidos en esta tarea de allanar el terreno que tendrá que pisar el candidato socialista una vez que fracase el líder del PP y él asuma la tarea de someterse a su propio proceso de pedir la confianza de la Cámara. Esta labor de desbrozado tiene una vía privada –la de las negociaciones discretas– y una proyección pública, la de la necesaria pedagogía, para lograr que la opinión pública perciba que el alivio penal a los encausados del «procés» tiene un interés público y no uno particular, limitado a la necesidad de Sánchez de conseguir el voto de Junts para mantenerse en el poder. Por ello, desde el PSOE ya se advierte de que la aprobación de cualquier iniciativa en este sentido no se adoptará con carácter previo a la investidura. Esto requeriría un proceso de urgencia que los socialistas no quieren impulsar, porque consideran que tiene una trascendencia y una complejidad técnica y jurídica suficiente que anima a huir de las prisas en su tramitación.

En Moncloa son conscientes de que hay que avanzar en esta vía pedagógica y hacerlo de manera más intensa de lo que se hizo en su día con los indultos. El presidente del Gobierno en funciones tiene previsto encabezar esta tarea, que se hará extensible al resto del partido. Si hace una semana animaba a «pasar página» de la ruptura que se produjo en 2017 en futuras apariciones incidirá en la idoneidad política de la medida de olvido, aunque sin referencias explícitas a la amnistía. Se quiere ir así generando un marco sobre el que avanzar después legislativamente. En este marco, Sánchez tenía previsto este miércoles un discurso ante los empresarios, que finalmente se ha tenido que suspender por su positivo en Covid.

Los socialistas quieren reivindicar la legitimidad que poseen para llevar a cabo este tipo de iniciativas para la distensión, con su hoja de servicios en el Gobierno –en la que en cinco años no se ha incumplido la Constitución y se ha mejorado la convivencia en Cataluña–, pero también en la oposición, donde –recuerdan– el PSOE apoyó la aplicación del artículo 155 en Cataluña que impulsó Mariano Rajoy ante la ofensiva ilegal y unilateral del independentismo en 2017. Este despliegue también se hará a través de actos de partido con los que Sánchez quiere activar al PSOE y explicar internamente sus próximos pasos. El domingo estará en Santiago de Compostela, el fin de semana siguiente en la Fiesta de la Rosa del PSC en Gavá y el 1 de octubre en un acto en Sevilla.

También para evitar tropiezos, pero esta vez en el ámbito de la negociación, se está cimentando la senda a transitar y tendiendo puentes. Sobre todo con Junts, una fuerza política con la que no existía hasta ahora interlocución ni una relación de confianza entre las partes. «Lo más importante es constatar si quieren llegar a acuerdos», aseguran las citadas fuentes, sobre la intención real de avanzar en un diálogo constructivo que ya se ha iniciado y, si este resultase exitoso, «ya se contará el contenido de las reuniones y de los acuerdos cuando lleguen». «Si llegan», puntualizan inmediatamente desde el entorno de Sánchez, donde dejan claro que en su debido momento –esto es, una vez superada la investidura de Feijóo– se hará un ejercicio de transparencia tanto de los acuerdos como de los desacuerdos. Hasta entonces –y «por higiene democrática», dicen– no se va a publicitar ningún detalle que pueda dar al traste con la negociación. «Yo quiero que haya investidura», asegura uno de los negociadores socialistas abonado a la «absoluta discreción y prudencia» para que las conversaciones den sus frutos.

En todo caso, en Moncloa apuntan que es necesario un «cambio de actitud» del independentismo, que va en la línea de lo que ya publicó este diario: la exigencia de que den un paso en la dirección de un «reconocimiento expreso» de que «no lo volverán a hacer». De este modo, entre los negociadores socialistas no se quieren publicitar sus demandas porque no se desenvuelven en posiciones de máximos que puedan después rebajar. Fuentes socialistas reconocen que para ellos el punto de partida y el de llegada es prácticamente el mismo: lo que quepa en la Constitución y que esto ofrece un margen muy limitado para negociar. «Los límites del PSOE los conocen –por los independentistas– y siguen siendo los mismos. Cualquier encaje pasa por un encaje constitucional», aseguran, al tiempo que apuntan: «Hay margen para el diálogo y el acuerdo en el marco de la Constitución».