Negociación

El Gobierno pedirá a Junts que renuncie a la vía unilateral

Exigirán a quienes se beneficien de la amnistía un «reconocimiento expreso de que no lo volverán a hacer»

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en el Congreso durante la votación de la Presidencia de la Cámara
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en el Congreso durante la votación de la Presidencia de la CámaraJesús G Feria

El PSOE intenta volver a ubicarse bajo el radar, después de una semana de altos vuelos y sobreexposición mediática. Los socialistas quieren aprovechar el «mes en blanco de Feijóo» –como se refieren a las semanas en las que el líder del PP se encuentra inmerso en las negociaciones para superar su investidura– para ir avanzando en paralelo en la construcción de su propia aritmética, que harán valer una vez que fracase el dirigente popular y Pedro Sánchez reciba oficialmente el encargo del Rey. La máxima que se han impuesto es «prudencia y discreción», algo que ha brillado por su ausencia los últimos días, en los que el Gobierno ha acaparado todo el foco que quería reservarle a Núñez Feijóo para que «se abrase» por la falta de apoyos. Los socialistas necesitan despachar la presión hacia Génova y su incapacidad de sumar ninguna adhesión añadida a los números con los que Feijóo compareció ante Felipe VI, mientras ellos negocian. Sin embargo, la atención ha virado hacia Bruselas y se ha concentrado en la figura de Carles Puigdemont. No hay nada más disruptivo.

El lunes, la vicepresidenta segunda en funciones, Yolanda Díaz, se reunió con el expresident fugado, legitimando a interlocutor y exigencias en la negociación. Un viaje que generó malestar en Moncloa, porque más allá de abrir camino, desbarata la estrategia que se está fraguando desde la parte socialista, donde se reservan el liderazgo de las negociaciones. «Nosotros llevamos la batuta», aclaran. Desde el entorno gubernamental no tardaron en desvincularse del viaje de Díaz, encuadrándolo en su calidad de líder de Sumar, pero la foto ya se había producido. Solo 24 horas después, el dirigente catalán comparecía para poner un alto precio a la investidura de Sánchez y en el Ejecutivo se felicitaban de que la materialización de un referéndum no estuviera entre las pretensiones inmediatas.

Fuentes socialistas valoran que Puigdemont no haya apostado por volar los puentes y siga manteniendo una «vía abierta al diálogo». Aprecian un cambio de actitud en Junts y esto hace que cunda el optimismo sobre las posibilidades de que la investidura acabe fructificando. El camino, sin embargo, no está expedito de obstáculos. Otro paso en la buena dirección es, en su opinión, la reforma exprés del reglamento para que el uso de las lenguas cooficiales ya sea viable en la investidura de Feijóo, un acuerdo respaldado por la aritmética virtuosa que necesitará Sánchez en la suya. Los de Puigdemont no firmaron la iniciativa, pero han garantizado sus votos para que salga adelante.

Con estos mimbres, en el PSOE se revuelven contra la situación de dependencia que viven respecto a Puigdemont y recuerdan que pese a «estar en sus manos», porque Junts «tiene los votos», el expresident se encuentra también en una situación delicada. «Es su última oportunidad», aseguran, recordando que lleva cinco años fugado y esa situación solo es susceptible de empeorar si hay una repetición electoral y surge una nueva mayoría de derechas de las urnas. «Ahora tiene la oportunidad de volver a hacer política, de ser determinante y dejar el frikismo», señalan fuentes socialistas. En el entorno de Sánchez avanzan que la negociación será un «proceso largo» y que todavía es prematuro hablar de «amnistía en mayúsculas».

«Habrá que ver qué se hace y si finalmente es una amnistía como tal. Amnistía es una palabra muy gruesa», apuntan las citadas fuentes, que reconocen que las negociaciones están en una etapa muy incipiente y se enfrentan a la dificultad de aterrizar todas las casuísticas, una vez se haya alumbrado una solución tangible. «Hay que atenerse a las situaciones personales. No es lo mismo un CDR acusado de terrorismo que un director de un colegio que abrió las puertas del centro para colocar las urnas», ejemplifican gráficamente. En esta dirección, apuntan a que habrá que estudiar los 1.000 o 2.000 casos y hacerlo en base a las circunstancias particulares de cada cual.

En todo caso, las fuentes socialistas consultadas por LA RAZÓN avanzan que aquellos que quieran beneficiarse de la amnistía o la fórmula asimilable que se acabe diseñando tendrán que renunciar a la vía unilateral. «Vamos a pedir un reconocimiento expreso de que no lo volverán a hacer», avanzan, en alusión al «ho tornarem a fer» que propugna el sector más hiperventilado del secesionismo. Una línea que también secundan otros dirigentes socialistas, que entienden que debe haber un compromiso explícito en este sentido y recuerdan que cada vez hay menos líderes independentistas que sigan manteniendo este discurso públicamente.

Tampoco la sociedad catalana parece estar instalada en esta pantalla, ya superada, si nos atenemos a los resultados electorales en Cataluña del pasado 23J, cuando las fuerzas independentistas sufrieron un importante retroceso electoral y el PSC y Sumar fueron las fuerzas más votadas y los socialistas consiguieron más apoyo (1,2 millones de votos) que todo el espectro soberanista unido (954.000 votos). Algo que encuadran en un sentido crítico hacia el «procés» y sus consecuencias.