Opinión

Una sandwichera para «Chi-chi-pin»

Seguimos igual, qué lamento, viendo el renacer de Yolanda Díaz, sin que ningún bicho verde nos quiera llevar a otro planeta para regenerar la especie

La vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, durante la moción de censura
La vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, durante la moción de censuraAlberto R. RoldánFotógrafos

Por el cielo no pasa ni una mísera nube que nos alegre esta maldita sequía, solo de vez en cuando unas gaviotas gritando como locas, hambrientas. No hay ni sombra de la nave nodriza por mucho que mire a izquierda o derecha, dónde estarán estos extraterrestres en este viernes ramplón con resacón por la moción. Vaya tostón, una penitencia adelantada del Viernes Santo que pudo hasta con el candidato Tamames, que como los buenos entrenadores piden la hora cuando saben que el partido lo tienen medio ganado. España ya es un partido de fútbol eterno, empatado por los de siempre. Antes siempre ganaba Alemania, ahora Sánchez, descojonado mientras los capones llegaban a la embajada de Suecia, uno tras otro, a salvo de un ataque que no iba contra él.

Seguimos igual, qué lamento, viendo el renacer de Yolanda Díaz, sin que ningún bicho verde nos quiera llevar a otro planeta para regenerar la especie. Ahora encima hay que joderse y cruzar los dedos para que Sánchez no meta la pata cuando vaya a Pekín (que se supone que no son de los nuestros), navegando en esta nueva política de bloques como Peter Sellers en «El Guateque». Me lo imagino contándole a «Chi-chi-pin» su colección trolas, vendiéndole un país imaginario y puntero, prometiéndole el oro y el magrebí (dígase para usted «moro») para que las bombas dejen de caer sobre Ucrania y pulsando el botón rojo sin darse cuenta. Nadie hubiera imaginado un mediador mejor. Seguro que ya ha llamado a Zelenski para decirle: «Esto está hecho, Volodomir». Qué buena suerte Zelensky, criatura, todavía no sale un tanque de España para Kiev como el chino se ponga farruco y le cuente quién manda, quién unta la manteca en el bollo. Porque «Chi-chi-pin» no es Susana Díaz ni Pablito Iglesias, ni Biden con sus 30 segundos de conversación, pero contamos con una oportunidad. Si a los árbitros les funcionó, puede llevarle unas sombrillas, bolsas enfriadoras o mejor, una sandwichera, que allí solo comen rollitos de primavera y es muy socorrido tenerlas. Si no, siempre nos quedarán los marcianos, o las gaviotas.