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Se busca imán en Ripoll

El centro islámico Annour intenta recobrar la normalidad, pero el miedo ha frustrado los primeros intentos por hallar un nuevo líder espiritual que sustituya al siniestro Abdelbaki Es Satty y ha menguado la afluencia de musulmanes a las oraciones

Glòria Sánchez/Shooting
Glòria Sánchez/Shootinglarazon

El centro islámico Annour intenta recobrar la normalidad, pero el miedo ha frustrado los primeros intentos por hallar un nuevo líder espiritual que sustituya al siniestro Abdelbaki Es Satty y ha menguado la afluencia de musulmanes a las oraciones.

«¡No sé si hay una mezquita por aquí ni me interesa saber nada de todos ellos!», responde, malhumorada, una mujer trabajadora cuando se le pregunta por dónde se halla El Fath, uno de los dos lugares de oración de la comunidad musulmana en Ripoll, el municipio donde anidaba un inesperado foco de yihadistas que sembró el terror en Las Ramblas de Barcelona y en Cambrils (Tarragona) la pasada semana. Hay una calma tensa en este municipio de poco más de 10.000 habitantes con medio millar de musulmanes. La mayoría de ellos apresura el paso ante la presencia de periodistas. No tienen muchas ganas de hablar sobre lo ocurrido, intentan volver a la normalidad, pero es imposible hacerlo en tan poco tiempo.

La comunidad del otro centro islámico de Ripoll, Annour, en la calle del Progrés, donde actuó como líder espiritual el siniestro Abdelbaki Es Satty ha modificado sus horarios de oración, incluso los del viernes, el día más importante de la semana para los musulmanes, ya que es el señalado para rezar en grupo. El secretario de Annour, Hammou Minhaj, aparece minutos antes de las
13:00 horas por uno de los accesos del centro. Promete atendernos, pero antes pide unos minutos para abrir el resto de puertas del lugar. Minhaj es educado, pero quiere que las fotografías sean las menos y que las palabras sean contadas. Al poco de comenzar sus explicaciones aparece, en paralelo, el presidente de la comunidad Annour, Ali Yassine, que acelera el paso en busca de otra puerta para evitar a los periodistas. Pero no lo logra.

vivir con miedo

Yassine no tarda en descargar todas las culpas sobre el antiguo imán y líder de la célula terrorista originada en Ripoll, Abdelbaki Es Satty. «Nos engañó a todos. Aquí parecía una persona normal. Nunca hizo nada extraño. Hacía su trabajo y no sospechamos de nada. Si hubiéramos sospechado de algo hubiéramos sido los primeros en actuar. Llevamos más de 11 años en Ripoll, hemos hecho un gran esfuerzo por integrarnos y ahora tenemos que hacer muchos más porque sabemos que hay miedo», explica el líder de la comunidad musulmana.

Ali Yassine afirma que quien dirigirá hoy –para el lector, ayer–los rezos será el secretario de Annour. Él será, digámoslo así, el imán en funciones. Es Satty abandonó el centro en junio arguyendo que se marchaba a Marruecos por «asuntos personales». Desde entonces, la figura del imán es rotatoria. Yassine explica que esta misma semana entrevistaron a un candidato, pero finalmente se echó atrás por miedo. Le preguntamos de quién se trata, pero se niega a dar detalles. «No puedo decir de dónde es. Al final no viene», zanja el presidente de Annour. Sea quien sea, al nuevo imán se le exigirá un certificado de penales. Es una medida más con la que tratarán de recuperar la confianza de los conciudadanos.

Harán faltan bastantes más cosas para recobrar algo parecido a la fraternidad. Los nervios se han apoderado de los musulmanes de Ripoll, que actúan con cierta clandestinidad. La afluencia a las mezquitas ha disminuido ostensiblemente, sobre todo en El Fath, el centro de la calle Vallfogona y el más antiguo del municipio. «Esto estaba lleno de gente los viernes. Había un montón de coches y un ir y venir de gente durante todo el día», explica Rubén, un empleado de la construcción que trabaja en un taller a pocos metros. Rubén, de 29 años, fue compañero de instituto de Driss Oukabir, preso en Soto del Real. «Desayuné cerca de él hace tres semanas», comenta, con cierta incredulidad, este testigo de Jehová.

Del gran ir y venir de gente se ha pasado a un viernes fantasmagórico. Una pesada persiana echada es la metáfora exacta del momento que vive la comunidad musulmana en Ripoll. Ni una sola persona acude a rezar desde que se produjeron los trágicos atentados.

Los musulmanes de Ripoll, en particular los líderes de la comunidad, saben que es mejor dar alguna explicación que cerrarse en banda, pero quieren cumplir con la mayor brevedad. «Nuestra religión no tiene nada que ver con el terrorismo. Nosotros intentamos actuar como siempre porque no hemos hecho nada malo y hoy lo vamos a hablar así con todos los hermanos», dice el secretario de Annour, que trata de despacharnos con media sonrisa. «Me has dicho tres preguntitas y llevas muchas más», dice Hammoud Minhaj, con ganas de iniciar el culto.

Los líderes del centro cierran las puertas y nos quedamos a presenciar el goteo de creyentes que entran a rezar. Apenas superan la veintena. Todos entran con aire de despiste, caminando con la mirada algo perdida y saltando a la mezquita con un rápido requiebro. Algunos vecinos de Ripoll, por su parte, giran la mirada cuando pasan frente al centro. En las puertas se puede leer un manifiesto: «Annour expresa su más enérgica condena y repulsa por el atentado del jueves en Barcelona. Los musulmanes catalanes expresan su sincero pésame a las familias de las víctimas y transmiten su solidaridad al pueblo barcelonés, catalán y español».

A la vista del gesto que ponen los vecinos, la sensación vuelve a ser que harán faltan bastantes más cosas para recobrar algo parecido a la fraternidad. Hoy, sábado, puede ser el principio de algo con la manifestación «No tengo miedo», que también tendrá lugar en el centro de Ripoll.