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Mejor un bocata en el Tribunal que un paseíllo

Varias personas se han manifestado con banderas de España en la puerta del Supremo /A.R. Roldán
Varias personas se han manifestado con banderas de España en la puerta del Supremo /A.R. Roldánlarazon

Con menor expectación que la generada hace una semana en la Audiencia Nacional por Oriol Junqueras y los ex consellers, Carme Forcadell llegó ayer en coche, pasadas las nueve de la mañana, a su cita con el Tribunal Supremo. La ex presidenta del Parlament se adelantó unos segundos al resto de investigados, que se desplazaron juntos en una furgoneta.

A las puertas del Alto Tribunal les esperaban decenas de personas para mostrarles su adhesión, entre ellas diputados y senadores como el portavoz parlamentario de En Comú Podem, Xavier Domènech; Carles Campuzano y Josep Lluís Cleríes, portavoces del PDeCAT en el Congreso y el Senado, respectivamente; la coordinadora general del PDeCAT, Marta Pascal; las diputadas de ERC Ester Capella y Teresa Jordá; el senador de EH Bildu Jon Iñárritu y el ex secretario general de Podem Albano Dante Fachín.

Junto a gritos de apoyo como «no estáis solos» y una pancarta de respaldo de Madrid al «pueblo catalán» (bandera republicana incluida), los investigados tuvieron que escuchar cómo un grupo de manifestantes con banderas españolas (que posteriormente fue desalojado por la Policía) coreaban consignas como «Puigdemont a prisión» y «no nos engañan, Cataluña es España».

Pero como suele suceder en este tipo de concentraciones, otros colectivos aprovecharon el altavoz mediático para enarbolar sus causas. Así sucedió, en esta ocasión, con varios afectados de la estafa de los sellos, antiguos inversores de Afinsa y Fórum Filatélico que siguen exigiendo responsabilidades a la Administración por la quiebra de las dos sociedades filatélicas.

Los concentrados, partidarios y contrarios a los querellados, no pudieron volver a mostrar su adhesión o rechazo a Forcadell y a los otros ex miembros de la Mesa a la hora de comer, porque ninguno de los querellados salió de la sede del Tribunal Supremo, pese a que estaban autorizados a hacerlo. Prefirieron comer unos bocatas dentro del edificio y esperar a la decisión del juez Llarena sobre su situación procesal, lo que les obligó a permanecer en vilo en el interior durante prácticamente todo el día.