Opinión

Volar la Constitución

Anda convencido Sánchez de que ese 64,3% de españoles que está en contra de la amnistía ya no recordará de aquí a cuatro años

Acto de partido del Psoe en Ifema con la asistencia de Pedro Sanchez y Jose Luis Rodriguez Zapatero para celebrar la composición del nuevo ejecutivo. / © Alberto R. Roldán 26 11 2023
Acto de partido del Psoe en Ifema con la asistencia de Pedro Sanchez y Jose Luis Rodriguez Zapatero para celebAlberto R. RoldánFotógrafos

En el año 2000, una conocida compañía de aerolíneas encargaba un estudio sobre cómo gestionar las crisis en casos de 'overbooking', de manera que fuesen lo menos dañinas para la imagen de la compañía y sus intereses. Uno de las recomendaciones del informe final era especialmente curiosa: dar prioridad a pasajeros anglosajones por delante de los pasajeros españoles. ¿Por qué? Pues porque los españoles, vocingleros y palabrones, montarían una buena escandalera a la pobre azafata de tierra, se enfadarían mucho y gesticularían mucho, pero luego se olvidarían y no iría a más la cosa. Nada de reclamaciones, nada de denuncias, nada de pleitos, nada de exigir sus derechos. Nada de indemnizaciones. Todo parece indicar que Pedro Sánchez también leyó aquel informe y tiene calado al personal. Él sabe, como el CEO de aquella compañía, que lo que necesita es solo una azafata de tierra con temple (que dé ahora la cara y aguante el chaparrón) y tiempo (que luego escampa y aquí no ha pasado nada). Que el español medio es de calentón en el momento pero, que de aquí a las elecciones, se le ha olvidado ya todo. Anda convencido Sánchez de que ese 64,3% de españoles que está en contra de la amnistía ya no recordará, de aquí a cuatro años, ni que en algún momento lo estuvo. ¿Amnistía? ¿Qué amnistía? Que ese 48,3% de sus votantes, que también está abiertamente en contra, volverá a votarle en las próximas elecciones, como si tal cosa. Como quien se queda en tierra, con el bañador en la maleta y la parienta casi en pareo, y vuelve a sacar billete para las siguientes vacaciones. Está seguro Sánchez (si no, no se entiende) de que esa mayoría de ciudadanos (el 55,7%) que piensa que está debilitando la Constitución con sus pactos con separatistas, puritita transacción por interés personal y electoralista, como él mismo reconoce, tiene una memoria tan corta que solo necesita consolidar la fechoría y pasar a otra cosa. Que esa Constitución nuestra, que justo hoy cumple 45 años (que no es medio lustro, por mucho que se empeñe el nuevo ministro de Cultura), no es norma sino sugerencia. Y se hará con ella lo que se tenga que hacer, que para eso es él el que manda (gracias, precisamente, a esos pactos con los independentistas de los que se olvidarán también los pasajeros españoles) y la puede interpretar a su antojo. Si en el camino hay que desacreditar al poder judicial, pues se desacredita. Más se perdió en la guerra. E incluso, ya puestos, se presume de que todo esto ya ha ocurrido, de que toda admirable iniciativa emprendida por él pensando en el bien de todos ha pasado el impertinente bache de las protestas maledicientes para acabar aterrizando sobre el mullido prado de la comprensión e, incluso, el agradecimiento. ¿Se acuerdan de los indultos? Pues esto, lo mismo. Llegará el día en que, no solo habremos olvidado que nos dejó en tierra, con nuestras maletitas de cartón llenas de sueños, sino que le agradeceremos enormemente su magnanimidad y visión de futuro. Entenderemos que, si vivimos en paz y concordia, es gracias a que dinamitó ante nuestras narices y sin disimulo la separación de poderes y la igualdad entre ciudadanos. Que lo de desjudicializar la política era por nuestro bien, que le dolió a él más que a nosotros. Así que menos lloros. Señores pasajeros, el comandante Sánchez les da las gracias por elegir este vuelo. Por favor, abróchense los cinturones, estamos a punto de despegar. Los que se quedan en tierra, mala suerte. Diríjanse a Ferraz.