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Choque

Yolanda Díaz ya es moneda de cambio para el PSOE

Ante el obstáculo electoral de la división en la izquierda, en el partido entra esta opción como vía para favorecer la integración

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, en Moncloa J.J. GUILLÉNEFE

El PSOE asiste como convidado de piedra a la guerra fratricida que se ha desatado en el espectro ideológico a su izquierda. En el ala socialista del Gobierno existe preocupación por cómo se están desarrollando los acontecimientos, en la relación entre Sumar y Podemos, y asumen que «en las condiciones actuales perderíamos el poder».

Pedro Sánchez está dispuesto a dar margen para que el espacio se «reorganice» y fuentes socialistas consultadas por LA RAZÓN consideran «imprescindible» que exista una candidatura de unidad para tener alguna oportunidad de reeditar la mayoría actual. Sin embargo, nada apunta a esta eventualidad y así lo reconocen en Ferraz. «La apariencia es de dificultad, no nos vamos a engañar, entre ellos hay demasiadas tiranteces», resume, generoso, un alto dirigente del partido.

Pulso a Díaz hasta el final

El clima es de total hostilidad. Mientras Sumar trata de acercar posiciones, una suerte de enmienda a la estrategia desplegada hasta ahora; en Podemos se revuelven y dejan claro que no buscan la integración. Van al choque. El nombramiento de Irene Montero como futura candidata a las generales ha sido toda una declaración de intenciones. De las nulas intenciones que tienen en confluir. Los morados están dispuestos a llevar el pulso a Yolanda Díaz hasta el final, rezumando la inquina que se ha ido fraguando durante todo este tiempo. No se ahorran en descalificativos al proyecto de la vicepresidenta segunda, certificando su defunción política y llamándola a integrarse en el PSOE. «Esa es una respuesta para molestar a Yolanda, es una falta de respeto», señalan.

Yolanda Díaz participa en el debate 'Diálogo por el futuro del trabajo’Matias ChiofaloEuropa Press

Los socialistas tratan de ser cautos, no hacen ninguna llamada pública a la unidad, más allá de explicitar la necesidad de que se «reordene el espacio». No quieren que se perciba ninguna injerencia en los procesos internos de otras formaciones. «Es contraproducente que nosotros digamos algo», resuelven. Sin embargo, mantienen viva una advertencia: «La división es letal para la izquierda».

Otra dirigente se muestra más taxativa. «No ir juntos es una locura», sentencia, para apuntillar: «Es regalar votos a la derecha». En el Gobierno tienen medido lo que supone la triangulación del espectro ideológico, porque el de la derecha en 2019 jugó a favor de Sánchez. Con una derecha de tres cabezas: PP, Ciudadanos y Vox, el líder socialista consiguió revalidar el poder que consiguió en la moción de censura y si lo retuvo en 2023 fue, precisamente, porque hubo integración entre Podemos y Sumar. «Equivocan el enemigo. El enemigo no está al lado, está enfrente y es el PP con Vox», inciden.

Mejorar las expectativas

En el Ejecutivo recuerdan que todavía queda margen para las elecciones, pero temen que este camino no sirva, precisamente, para acercar posturas, sino para exacerbar las diferencias. Han identificado que Podemos trata de hacer una «política distinta» con una oposición frontal al Gobierno y a Sumar para marcar perfil como «la izquierda auténtica». Creen en Moncloa que, de este modo, los morados pueden obtener una mayor rentabilidad electoral que les permita mejorar sus expectativas y concurrir con más peso a la mesa en la que se negociará el futuro de la izquierda. Si las encuestas le son beneficiosas, mientras que a Sumar le son adversas, Podemos reivindicará para sí un papel preponderante en una futura alianza.

Aunque los focos apunten habitualmente a Junts, Podemos es ya el principal actor desestabilizador de la actual legislatura y quien puede desalojar a Sánchez del poder en 2027. La influencia que tiene sobre Sumar, a quienes obliga sistemáticamente a endurecer sus posiciones para desmarcarse del PSOE, proyecta una imagen de conflicto interno dentro de la coalición –a cuenta del salario mínimo, los presupuestos, el gasto en defensa, la reducción de la jornada laboral...– que perjudica al Ejecutivo y que a punto ha estado de forzar un conflicto institucional.

Aunque Sánchez se afana por insuflar oxígeno político a Díaz, permitiendo que gane algunas de las batallas que se libran en el seno del Gobierno, lo cierto es que ya comienzan a surgir voces en la parte socialista que reconocen que con la vicepresidenta segunda al frente no habrá integración posible en la izquierda. «Ella es un freno», sostienen. La preocupación es evidente en Moncloa y se acrecienta a medida que se amplifican las diferencias entre los socios. Llegado el momento, en el PSOE tampoco ocultan que no dudarán en dejar caer a Díaz y lanzar una opa hostil a sus votantes. Si el horizonte que se vislumbra hace imposible una coalición de izquierdas, los socialistas volverán a activar la maquinaria para acaparar todo el espectro ideológico progresista posible.