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Incomprensible ataque a la fresas
Todo el problema del agua para el riego estaría solventado de haberse acometido el trasvase comprometido por el Gobierno de Sánchez desde los ríos Tinto, Odiel y Piedras
Si no fuera porque es verdad, resultaría increíble. Todo un Gobierno, con su vicepresidenta tercera a la cabeza, amplificando la campaña alemana que busca poner en jaque a uno de los sectores más pujantes de la economía española. La idea básica que quiso transmitir el integrismo ecologista alemán a los consumidores germanos, y por extensión a los europeos, es que la fresa española, mayoritariamente producida en Huelva, no debe ser consumida porque se riega con aguas ilegales de los acuíferos de Doñana. Mentira sobre falsedad, aunque lo sorprendente del caso fue ver cómo la señora Ribera, en su habitual demonización de la agricultura, se dedicó a airear el bulo alemán como si fuera idea suya. Claro, su partido entero y los regantes del Condado se le han echado nuevamente encima, por lo que ha tenido que frenar en su proactividad vesánica contra un sector que ha dado muestras más que sobradas de que riega con aguas superficiales, está tecnificado al extremo, no desaprovecha los caudales y no usa el acuífero del Parque Nacional.
Todo el problema del agua para el riego de la fresa estaría solventado de haberse acometido el trasvase comprometido por el Gobierno de Sánchez desde los ríos Tinto, Odiel y Piedras, que curiosamente son de las pocas cuencas de España que tienen excedentes. Pero como Ribera es contraria a los trasvases y a los pantanos, no hay nada que hacer. El único discurso que a la señora vice-tres le gusta escuchar es aquel que plantea la disyuntiva «o fresas o Doñana», cuando es evidente que ambas cosas son más que compatibles.
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