Paternidad

Pediatría en zapatillas

Anginas y bronquitis, a un golpe clic.

Anginas y bronquitis, a un golpe clic.
Anginas y bronquitis, a un golpe clic.Pediatría en zapatillas

Ojalá hubiera conocido a mi amiga Miriam cuando mis hijos eran pequeños. Cuando yo era una madre primeriza y asustada que entraba en pánico cuando les subía la fiebre y pensaba que se iban a morir de una convulsión febril. Sí, sí, así mismo lo creía. Ahora, con la perspectiva que dan los años y la experiencia, me da vergüenza haber sido, a veces, tan ridícula. Pero mi sufrimiento era de tal calibre que me impedía conciliar el sueño. Yo metía al bebé en la cama y le tocaba la frente cada media hora. ¡Menudas nochecitas! Y, en la mesilla, tenía dos jeringuillas, con la dosis correspondiente de Dalsy y Apiretal en cada una. Ya saben, el ibuprofeno y paracetamol líquido para niños que se convierte en el pan nuestro de cada día, casi desde que salimos del hospital con el recién nacido. En otra ocasión, embarazada de ocho meses del segundo, corrí a urgencias con el mayor, que tenía 2 años y se había abierto literalmente la cabeza con el canto de una escalera. Al llegar, casi me meten en el paritorio. Hasta que les grité que no, que no estaba de parto, que al que tenían que atender era a mi hijo, que había dejado la silleta del coche empapada de sangre. ¡Qué momentos para la posteridad!

Seguro que a usted le ha pasado algo parecido. Sin ir más lejos, un amigo me contó que en cierta ocasión acudió a urgencias con un pañal lleno de caca de su hijo mayor, escondido en una bolsa de plástico, y que su única preocupación era que el pediatra viera la consistencia de aquellas heces porque a él, insiste, le escamaban. Ahora da la risa pero en esas situaciones, lo único que querías era echarte a llorar. Por eso, digo que ojalá hubiera conocido antes a Miriam para que me tranquilizase y me dijera que esa fiebre tan alta por una anginas era normal y que las convulsiones febriles, en general, son inofensivas. Así que ahora que tengo a mi pediatra al otro lado del ‘wasap’, no la suelto. Es broma. Por eso y porque la quiero mucho. Las dos nos conocimos en el patio de Infantil con nuestros hijos pequeños, los terceros de tres chicos en cada caso. Y como todas las demás madres eran mucho más jóvenes que nosotras, empezamos a hablar y así nos hicimos amigas. Fuimos y somos conscientes de que mucha gente desconoce qué ocurre con las enfermedades infantiles y se asustan más de la cuenta. Por eso, coincidimos en que era necesario aunar nuestros conocimientos profesionales y personales y ofrecer ayuda a las familias. Se nos ocurrió crear un canal de Youtube donde plantear y resolver las dudas más frecuentes sobre niños y adolescentes. Tanto físicas como psicosociales. Porque la salud, a todas las edades, es algo integral. Y un niño no es solo unas anginas sino que, detrás de un dolor de cabeza o de tripa sin causa física, puede haber una ansiedad por no querer ir al colegio o un estrés porque acaba de morir su abuela por coronavirus y el pequeño, además del dolor por la pérdida, tiene miedo a contagiarse y enfermar. ¿Y eso cómo se sabe? Como cuenta Miriam, con la anamnesis, la conversación médico-paciente, tan similar, en muchas ocasiones, a una entrevista periodística en profundidad.

Miriam Palacios es médico especialista en Pediatría con más de veinticinco años de experiencia profesional y desde hace una década trabaja en urgencias del Complejo Hospitalario de Navarra (CHN). Yo soy periodista desde hace veinte años y estoy especializada en educación y familia en Diario de Navarra. Y entre las dos sumamos seis hijos varones de entre 7 y 19 años. Cuando hablamos en nuestro canal, ‘Pediatría en zapatillas’, lo hacemos como profesionales pero también como madres. Comentamos los temas que abordamos en un tono distendido, como si estuviéramos tomándonos un café con un bollo en una cafetería después de dejar a los niños en el colegio. En un lenguaje sencillo, divulgativo, como de andar por casa, en zapatillas. Lo que no resta ni un ápice de profesionalidad ni de conocimiento científico bien documentado. ¡Porque la información no tiene por qué ser aburrida ni unidireccional!

Por eso, buscamos el contacto con los espectadores. Les animamos a hacernos propuestas de los temas que les interesan, a que nos formulen preguntas en directo y, sobre todo, a que no se quedan con dudas. Porque las dos sabemos cuánto se sufre rumiando una preocupación o dando vueltas a una obsesión en la cabeza. Y, mucho más, cuando se trata de la salud de nuestros retoños. Así que, por eso digo, que ojalá hubiera conocido antes a Miriam. Me hubiera evitado meses de angustia pensando que a mi hijo mediano, que tuvo cólicos del lactante hasta los cinco meses, le pasaba algo grave no diagnosticado y no que solo su intestino era muy inmaduro y berreaba sin consuelo hasta hacernos enloquecer. Mi pediatra me dijo una vez que solo me podía recetar paciencia pero yo no me lo creí y llevé al niño a homeópatas, osteópatas y no hice el pino-puente en bañador porque nadie me lo propuso que si no... Pero eso a ustedes no les va a ocurrir porque tienen-tenemos a Miriam a un golpe de clic. Para hablar sobre la fiebre, las anginas, las bronquitis, las diarreas o esos dolores de tripas que comienzan los domingos por la tarde y que se van haciendo más y más agudos conforme se acerca el momento de volver al colegio el lunes por la mañana.

Así que, sentémonos tranquilamente con una infusión o una copa de vino en el sofá y pongámonos las zapatillas de casa para conectarnos al canal. ¡Seguro que aprendemos y además nos divertimos! ¿Qué más se puede pedir? Bueno, quizá tener el teléfono de Miriam para hacerle una consulta de madrugada... Pero, no, no se hagan ilusiones. Porque ese número, ¡solo lo tengo yo! ¡Y me ha costado años conseguirlo! Seguro que me hubiera ahorrado muchas noches de tocar frentes ardiendo, de poner toallas empapadas en agua fría y de contar con la artillería del Dalsy y el Apiretal en la mesilla de noche. ¡Mucho ánimo con la crianza y nos vemos en las redes!