Testimonio

Cáncer, cuando las palabras dan miedo

Ayer se celebró el Día Mundial Contra el Cáncer y con ese motivo vimos en muchos medios de comunicación y redes como se hablaba del cáncer.

Ayer se celebró el Día Mundial Contra el Cáncer y con ese motivo vimos en muchos medios de comunicación y redes como se hablaba del cáncer.
Ayer se celebró el Día Mundial Contra el Cáncer y con ese motivo vimos en muchos medios de comunicación y redes como se hablaba del cáncer.Inma Escriche

Ayer se celebró el Día Mundial Contra el Cáncer y con ese motivo vimos en muchos medios de comunicación y redes como se hablaba del cáncer. Es uno de los pocos días del año en el que se utiliza de forma clara y sin tapujos este término, ya que escuchar la palabra cáncer siempre da mucho miedo.

Como dice el Dr. Javier de Castro en su libro Cáncer, manual de supervivencia “Muchos profesionales sanitarios también se compadecen más cuando tienen que pronunciar esta palabra en vez de otras, e incluso la evitan y usan eufemismos como mancha o quiste, o tecnicismos ininteligibles para las personas normales . A veces nos atrevemos a pronunciar un término un poco más duro, tumor, pero pocas veces pronunciamos la palabra fatídica (…) hasta el punto que muchos pacientes incluso la ocultan a sus familiares, amigos o compañeros de trabajo” y justo eso es lo que me pasó a mí. Mi médico estaba intentando explicarme todo lo que había ocurrido en esos tres días que ingresé en urgencias, le interrumpí y lo nombré directamente “¿me estás diciendo que tengo cáncer?”. Pero el hecho de que fuera yo la que lo pronunciara en voz alta no amortiguó su efecto. ¿Cómo se le puede tener tanto miedo a una palabra?.Soy Inma Escriche y tengo cáncer.

Hace cuatro años me diagnosticaron un cáncer de pulmón en estadio IV con metástasis ósea y pese a la poca esperanza de vida que me auguraba el fatídico diagnóstico, gracias a mi oncólogo, Dr. Manuel Domine, que me ofreció participar en un ensayo clínico, sigo luchando contra la enfermedad, con un tratamiento continuo y sin descanso que es el que me mantiene viva.

La palabra cáncer da miedo, estigmatiza, te hace perder la esperanza y la identificamos conla muerte, pero no tiene por qué ser así. En estos cuatro años he podido aprender que esta palabra puede tener mucho más significado. Para mí el cáncer me ha supuesto una nueva oportunidad, como si se reseteara mi vida y me dijeran que puedo empezar de nuevo a vivir pero con una nueva sensibilidad. Ahora todo es distinto, todo gira en torno al cáncer: lo que como, lo que bebo, lo que visto, a dónde voy, a quién visito, absolutamente todo está marcado por el cáncer. Ningún plan está libre de él.

Pero que mi vida haya cambiado no significa que haya sido a peor, es simplemente distinta, con dolores, efectos secundarios, visitas hospitalarias, pero con mucho bueno.

Porque de todo se tiene que sacar la parte positiva y el cáncer, aunque cueste creerlo, tiene su parte positiva. Ahora, para mí, la palabra cáncer, ya no tiene ese componente negativo y fatídico al que lo solemos asociar si no que ha cambiado mi perspectiva y me ha dado la oportunidad de dar testimonio en múltiples ocasiones con conferencias y charlas, aunque por la nueva situación de COVID deban de ser online, participar en congresos, eventos y una mayor presencia en redes sociales, desde las que puedo ayudar y acompañar con mi experiencia como paciente, a otros enfermos y familiares de cáncer. Es la palabra que me anima cada mañana a colaborar en la Asociación Española de Afectados de Cáncer de Pulmón, que como el resto de asociaciones de cáncer, aportan tanto a la sociedad.

El cáncer también está siendo una gran escuela de vida en mi familia. Mis hijos, ahora ya adolescentes, son los que están aprendiendo que, aunque la vida puede ser dura, hay que saber afrontar los problemas y a sobrellevar con alegría y entereza las dificultades, apoyándonos los unos en los otros. Ellos también son afectados directos de la enfermedad, pues en el mejor de los casos, deben de aprender a vivir con una madre enferma de por vida y, espero y deseo, que sea por mucho tiempo. Pero no nos confundamos, que en casa no lo vivimos con dramatismos, todo lo contrario, está ya muy normalizado. Cuento con ellos para cuidarme en cada sesión de quimio, ya saben que cada 21 días debo darme tratamiento y eso significa que luego me pasaré una semana en la cama con todas las consecuencias que ello conlleva. Además las secuelas de la propia enfermedad y los efectos secundarios de los tratamientos ya tan prolongados en el tiempo, me están suponiendo una serie de limitaciones de movilidad que deben de suplir ellos.

La palabra cáncer también me recuerda lo afortunada que soy con el inmenso cariño que recibo de todo mi entorno, familiares y amigos que están cada día pendientes de mis avances. También de desconocidos, muchos de ellos convertidos ya en amigos, que incondicionalmente me siguen, alientan y rezan por mí, pues la oración es lo que me mantiene serena para aceptar y afrontar lo que me sucede, así que, si me queréis ayudar, tenerme en vuestras oraciones.

Una última reflexión desde mi experiencia personal, si la palabra cáncer está estigmatizada en nuestra sociedad aun más lo está el cáncer de pulmón. Cada vez que cuento que tengo cáncer de pulmón la primera pregunta que me hacen es “¿pero tú fumas?”, no, no fumo, “¿entonces por qué tienes cáncer de pulmón?”. Pero si en vez de decir que tengo cáncer de pulmón hubiera dicho que padezco cualquier otro tipo de cáncer ¿alguien se habría planteado por qué lo padezco? ¿de dónde viene, qué me lo ha provocado? Así que intento darle visibilidad al cáncer de pulmón pues si bien el tabaco es el principal causante de este y, ojo, otros muchos cánceres, no por ello debemos de ocultarnos.

Llevemos una vida saludable y seamos felices el tiempo que nos quede, mucho o poco, sea el que sea.

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