Disciplina Positiva

Las emociones en la primera infancia, ¿sabes cómo funcionan?

En el cerebro límbico se encuentran las neuronas espejo, gracias a ellas aprendemos por imitación.

Los niños, y sobre todo en la primera infancia, necesitan ayuda para calmarse.
Los niños, y sobre todo en la primera infancia, necesitan ayuda para calmarse.PIXABAY

La educación emocional es uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos en la crianza. Conseguir que nuestros hijos aprendan una buena gestión emocional debe ser uno de nuestros objetivos. Trabajar las emociones en la primera infancia es fundamental para que los niños comiencen a conocerlas. Antes de poder gestionar una emoción es necesario que sepamos que existe y saber cómo nos hace sentir.

Un dato que debemos tener siempre presente es que son involuntarias, es decir, no podemos elegir que emoción sentir. Podemos (y debemos) aprender a gestionarlas, pero el cerebro de los niños no está preparado para gestionar las emociones en la primera infancia. Necesita tiempo para madurar esa parte del cerebro y nos necesitan a su lado para aprenderlo. En el post La gestión emocional de los niños, ¿cómo puedo ayudar? te cuento cómo podemos hacerlo.

El cerebro límbico o emocional

En esta parte del cerebro es donde se encuentran las emociones, gracias a él podemos diferenciar entre emociones agradables y desagradables. Es automático, involuntario e inconsciente, por ello cuando nuestros hijos sientan que les hemos tratado injustamente su cerebro “activará” el enfado o la rabia. No podemos evitarlo ya que no podemos bloquear sentir una emoción. Es fundamental que aceptemos y legitimemos la emoción que se está sintiendo. Los niños, igual que los adultos, no deciden sentirla sino que automáticamente su cerebro reacciona de esa manera.

En el cerebro límbico se encuentran las neuronas espejo, gracias a ellas aprendemos por imitación. Estas neuronas las tenemos desde que nacemos pero su desarrollo comienza a los tres meses de vida, cuando el bebé puede comenzar a identificar gestos como por ejemplo la risa, y además puede imitarlos. Una de las características principales de estas neuronas es que podemos contagiarnos de la emoción de la otra persona, algo que debemos tener presente a la hora de querer calmar a nuestros hijos. Si quieres saber más sobre estas neuronas y entender como te pueden ayudar en la educación de los niños te invito a que leas el post Las neuronas espejo y su importancia en la educación.

¿Qué emociones se experimentan en la primera infancia?

Desde que somos bebés nuestros cerebro puede diferenciar aquello que nos gusta y lo que no, otra cosa es que la forma de expresión que tienen los más pequeños muchas veces nos cuesta entenderla... El cerebro límbico está preparado para evitar las sensaciones desagradables y buscar aquellas que nos agradan, por eso un bebé con pocos meses puede demostrar malestar ante algo que no le resulte agradable.

Durante la primera infancia las emociones que tienen los niños son las que se denominan “básicas” y son: Alegría, irritación, tristeza, disgusto, sorpresa y miedo. A medida que van creciendo, a través de la vida y la “práctica, van descubriendo más emociones y sentimientos.

La parte de nuestro cerebro más primitiva es el cerebro reptiliano (tallo cerebral). Está desarrollado desde que nacemos, es donde tenemos nuestras funcionales vitales y es el responsable de nuestra supervivencia. El cerebro límbico comienza a convivir con el reptiliano a partir de los 12 meses, pero esto no quiere decir que antes de cumplir un año los bebé no tengan emociones. Antes del primer año de vida el cerebro predominante es el reptiliano por un tema de pura supervivencia. Los bebés necesitan de un adulto para cubrir sus necesidades básicas y su cerebro está preparado para pedirlo. Entender como funciona el cerebro de los niños supone una gran ayuda en la educación.

Cómo trabajar las emociones en la primera infancia

Desde que nuestros hijos son pequeños podemos trabajar con ellos la gestión emocional pero debemos tener presente la etapa evolutiva en la que se encuentran. Hasta mínimo los tres años es necesario que nosotros nombremos la emoción (“veo que estás enfadado, triste, alegre...”). De esta manera el niño va conociendo el nombre de las emociones y las relaciona con lo que está sintiendo.

A la hora de trabajar las emociones debemos tener presente:

  • Tiene derecho a sentir esa emoción: Como hemos dicho las emociones son involuntarias y no podemos decir si sentirla o no. Debemos aceptar que es legítimo lo que está sintiendo y no penalizar al niño por ello.
  • No minimizar lo que está sintiendo: Desde los ojos de adulto la vida se ve de diferente manera pero debemos dejar los juicios a un lado. Si nuestro hijo siente miedo, tristeza o enfado no entremos a valorar si la razón de esa emoción es suficiente. Frases como “no es para tanto” o “eso no es para llorar” no ayudan.
  • Validar la emoción: Como sabemos que tiene derecho a sentir esa emoción validamos lo que está sintiendo nombrando la emoción. A la hora de validar debe ser desde la comprensión y la conexión hacia lo que está sintiendo nuestro hijo.
  • Acompañar al niño: Los niños no tienen capacidad para autorregularse. El cerebro tarda entre 25 y 30 años en madurar completamente y la parte racional (la que nos ayuda a la gestión emocional) es la última en desarrollarse. Los niños necesitan que estemos a su lado porque su cerebro no es capaz de gestionar lo que está sintiendo él solo.
  • Ayudarles a calmarse: Los niños, y sobre todo en la primera infancia, necesitan ayuda para calmarse. Ofrecerles opciones como saltar, correr o beber agua les puede ayudar a tranquilizarse. Aunque nuestra presencia, desde la calma y la comprensión, también les transmitirá tranquilidad para poder transitar mejor la emoción.

Trabajar con nuestros hijos las emociones desde la primera infancia ayudará a que crezcan con una mayor seguridad en si mismos. Conocer y saber nombrar lo que te ocurre es algo que a todos nos da seguridad. Además, cuanto antes conozcan las emociones antes podrán encontrar recursos que les ayuden a calmarse y a gestionarlas.

Rosa Rasche Santaolalla. Educadora en Disciplina Positiva para Familias, asesora de crianza respetuosa y autora del blog www.embarazoycrianza.com.