Medios de Comunicación

Atacar el racismo ejerciendo el bullying

La directora de moda de Vanity Fair, despedida fulminantemente por decir en una storie de Instagram que para ella las chinas son todas iguales

Beatriz Moreno de la Cova, en una imagen de su instagram, la enésima víctima de la corrección política
Beatriz Moreno de la Cova, en una imagen de su instagram, la enésima víctima de la corrección políticalarazon

Diversidad, multiculturalismo, qué conceptos tan manidos y mal usados últimamente por ciertos sectores con intenciones espurias. Qué bajeza que, en nombre de ideales tan buenos y útiles para la sociedad, se use el adoctrinamiento para manipular las mentes.

Estoy desolada. Como ciudadana pero sobre todo como madre. Preocupada por la deriva a la que nos ha llevado la corrección política y la imposición de ciertas ideologías que, o comulgas con ellas, o puedes saltar por los aires. Peor aún, puedes perderlo todo, el honor, el trabajo, la salud y, en casos de adolescentes, hasta la vida. No bromeo. Ha pasado ya varias veces tristemente y no solo en la ficción de aquella famosa serie, 12 Reasons why que todo padre debería ver con sus hijos.

Las causas está muy bien defenderlas, con honestidad, con valentía. Inculcar a los hijos valores como el feminismo, el cuidado del planeta, el respeto por los animales, por las personas mayores y por la diversidad no solo es que esté bien, es que es lo que debemos, de manera responsable, unos con más vehemencia que otros, hacer los adultos. Incluso los que no tienen hijos porque aquí todos contamos para construir una sociedad mejor. Qué bonito queda todo siempre en el papel.

Diversidad, multiculturalismo, qué conceptos tan manidos y mal usados últimamente por ciertos sectores con intenciones espurias. Qué bajeza que, en nombre de ideales tan buenos y útiles para la sociedad, se use el adoctrinamiento para manipular las mentes.

Voy al grano con un ejemplo que cumple a la perfección con esto. Beatriz Moreno de la Cova es una brillante especialista en moda que hasta hace dos días era la directora de moda de la prestigiosa revista Vanity Fair (Condenast). Y digo era porque fue fulminantemente despedida. ¿Por qué? Porque en una de sus stories de Instagram colgó un vídeo en el que, viendo un desfile, dijo que todas las chinas (las mujeres modelos de ese país) le parecían iguales. Bueno, creo que eso le pasa a Beatriz y a cientos de miles de personas más. De hecho se sabe que nos cuesta percibir las diferencias de otras razas como nos cuesta distinguir las diferencias de acentos de idiomas que no dominamos. Por ejemplo yo distingo perfectamente el acento de Vigo del de la Coruña (soy gallega) y me sería imposible determinar si una norteamericana que vende en la teletienda es de Ilinois o de Wisconsin. Cosas normales, lógicas, sencillas de entender. Tampoco podría identificar a uno de Gales o a otro de Edimburgo y estoy convencida de que son acentos totalmente diferentes. ¿Me convierte eso es una racista? Tampoco distingo, por cierto, a las suecas de las islandesas. Francamente me parecen todas iguales.

Pero claro, decir que todos los que tienen raza negra te parecen iguales, o que todos los chinos o japoneses te parecen lo mismo no es, por lo visto, correcto. La protagonista de esta triste histori, fue denunciada de manera anónima por una cobarde ¿seguidora? cuyo oficio parece ser el de: buscarle los tres pies al gato. Desconocemos si, además, obtiene por esto, por chivarse, beneficio. Esta individua (es lo único que sabemos, que es mujer), acudió rauda y veloz como el viento, con la firme creencia de estar defendiendo valores inquebrantables, dignísimos y ‘supernecesarios’ para la supervivencia del planeta, a contarle a la web www.esracismo.com el intolerable, inadmisible comentario.

Esto es lo que ha publicado esracismo:

“Que la directora de moda de la revista española Vanity Fair diga que “todas las chinas son iguales” debería tener repercusiones inmediatas. No nos vale que acto seguido, en un vago esfuerzo por intentar arreglarlo, diga que “las negras también”, “y las blancas también”. Mira, no”.

Ahí, pidiendo justicia INMEDIATA, ni más ni menos, una solución quiero para el desagravio. Aquí, ahora, pública, ejemplar, en patíbulo plaza pública si es posible.

Aunque este también es imperdible:

“Esto es lo que ocurre cuando estás en una posición de poder y privilegio en la que te sientes completamente cómoda para hacer este tipo de comentarios racistas públicamente”

Ay, el subconsciente, cómo nos traiciona, a ver si la culpa de todo esto la va a tener la madre de todas las emociones: la envidia. Que no se puede tolerar a una blanca, que tiene éxito, además, decir ni pío. ¿Si la directora hubiera sido negra estaríamos hablando de este tema? Por supuesto, una negra bien puede pensar que no distingue a las chinas y que todas le parecen iguales. ¿Y si lo hubiera dicho la todopoderosa Anne Wintour, directora de VOGUE América y también del grupo Condenast? ¿Estaría de patitas en la calle?

Y es que, Vanity Fair, ni corta ni perezosa y con más miedo que certezas (intuyo), ha echado a la rue con un comunicado que no deja de tener gracia: Si Laureano Oubiña diese charlas sobre los peligros de las drogas no me causaría tanta risa. Perdonen la ironía pero justamente Vanity Fair no es que predique mucho con el ejemplo de la diversidad y en sus páginas siempre se encuentran los mismos reportajes (especialmente desde que dejó de dirigirla Lourdes Garzón): chicas de buenas familias, blancas, blanquísimas, rubias, rubísimas, que nos cuentan sus historias de amor y de cómo se han montado una gran empresa en la que han triunfado. No hay reportajes de mucha diversidad que se diga. Por no mencionar que no recuerdo jamás haber visto en la edición española una portada protagonizada por una mujer negra. Ah, ¿y el hilarante reportaje anual sobre los solteros y solteras de oro de España cuya característica común es que o son nobles o tienen mucho dinero? Ojo, que está en todo su derecho.

El tema es que este tipo de actitudes que basan toda su ideología en lo que se puede o no pensar, se puede o no decir, se hace ya desde la infancia y cada vez más desde más partes. Parece como si sobrevolase la sensación de que, o te subes al carro, o serás la próxima apaleada públicamente. No puedo dejar de empatizar con esta periodista e imaginar el sufrimiento que todo este acoso le debe de estar provocando.

Lo más grave de este asunto para mí es el siguiente: ¿Cómo se puede defender una cosa y la contraria? La denunciante anónima, muy segura ella de abanderar los valores como la dignidad de las personas negras ha obviado las consecuencias que suelen traer las lapidaciones en las redes sociales.

¿Le hago una pregunta, señora anónima denunciante? ¿Qué opina del acoso escolar? O simplemente del acoso. No me conteste, me sé de memoria todo su argumentario y estará totalmente en contra. Salvo excepciones, como esta, claro. Las reacciones en instagram (en la cuenta de Vanity Fair cuando emiten el comunicado y en la de la periodista despedida) son de miedo. Gente que insulta, que amenaza con pegarle, que para defender una ideología usa las fórmulas más agresivas posibles. Lean su instagram y vean a qué niveles hemos llegado. Vean qué insultos de personas que de nada la conocen y qué agresividad para defender “sus nobles causas”. Bochornoso. El mundo está loco. Siempre lo ha estado pero ahora lo podemos vivir en vivo y en directo.

Lo ridículo de todo esto es que ni siquiera logran el propósito de sus causas porque, como buenos adoctrinadores, sus medios para convencer son agresivos y provocan el efecto contrario. El mundo es hoy, por cierto, exactamente igual de racista que antes de su “heroica” intervención.

Qué preocupación tan grande que los valores con los que pretenden adoctrinar a nuestros hijos desde tantos lugares de la sociedad sean tan contradictorios, salvajes e irrespetuosos con la diversidad de pensamiento. Han llenado de tierra el hueco del pensamiento libre, no están interesados en los valores sino en, a través de estos, manipular desde bien niños para lograr una sociedad que, cada vez más, es intolerante, irreflexiva, emotiva pero sin razonamiento previo y propensa a la lapidación digital sin medir las consecuencias. Este caso debería ser estudiado en las aulas como modelo de intolerancia, pero de la acusadora anónima y de todos quienes les hayan apoyado y con insultos.

Qué irrespirable se está volviendo todo y qué injusto. Hemos vuelto al macartismo, a la inquisición. Para mí todo esto se resume en el triunfo del aborregamiento de las masas, de la infantilización de la sociedad (más que nunca) y de un manifiesto desprecio por la libertad de expresión de los individuos. Lo diré de nuevo por si no me he explicado bien:Decir no distingo a las chinas, todas me parecen iguales, no es racismo. Y esta noticia, como otras, debería ser un aviso a navegantes, a padres que estamos educando, para explicar bien a nuestros hijos quién ha obrado bien y quién mal en esta vergonzosa historia.