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El test definitivo que te explica quién eres según cómo has votado

Carece de rigor científico pero te echas unas risas

Con este test averiguarás si eres del estilo de Leticia Dolera (emoción a tope), Carmen Calvo (rock and roll) o una persona absolutamente corriente
Con este test averiguarás si eres del estilo de Leticia Dolera (emoción a tope), Carmen Calvo (rock and roll) o una persona absolutamente corrientelarazon

Viendo algunas reacciones postelectorales no he podido evitar crear mi propio test para saber quién eres por cómo votas. ¿Cómo os quedáis? Un test totalmente fiable y avalado por múltiples estudios inventados por mí. Así que ni una queja quiero, que esto es casi científico.

Primer domingo postelectoral y a mí me ha faltado algo toda la semana. Será que mis amigos y conocidos han estado menos pesados de lo que yo esperaba o será que he estado liada con otras cosas y no les he prestado mucha atención, pero el caso es que yo confiaba en una resaca de la fiesta de la democracia (no pienso parar de decirlo) mucho más espectacular. No sé, esperaba más alegría desbordada por parte de unos y más decepción desmedida por parte de otros. Y al final, salvo honrosas excepciones de mala gestión de las emociones, todos se han comportado como las personas civilizadas que son. Qué decepción.

Aún así, la vida nos ha regalado grandes momentos. Y es que el ser humano es maravilloso. Es tan maravilloso que, viendo algunas reacciones, no he podido evitar crear mi propio test para saber quién eres por cómo votas. ¿Cómo os quedáis? Un test totalmente fiable y avalado por múltiples estudios inventados por mí. Así que ni una queja quiero, que esto es casi científico.

La cosa es fácil: son tres preguntas, contestas a, b o c y al final están los resultados. Vamos, un test de los de toda la vida. Uno de infantería. Ya me diréis qué columnista se preocupa tanto por vosotros que hasta os crea un test ad hoc para que echéis el domingo con el desayuno. Rebeca Argudo enseña, Rebeca Argudo entretiene.

A lo que íbamos. El test. A ver qué os sale:

Pregunta número 1: Acudes en compañía de tu madre a realizar un trámite formal, sin complicación alguna y de esporádico requerimiento. Como votar en unas elecciones, por ejemplo. ¿Cómo actúas?

a. Realizo el trámite con diligencia y celeridad. Puritita rutina. Nos vamos al bar.

b. Me emociono, lloro, me siento especial, protagonista de la historia, me tiemblan las piernas y las manos, se me escapan risitas nerviosas, abrazo a mi madre, a una señora que pasaba por allí y al de seguridad de la puerta. Acabo respirando rítmicamente dentro de una bolsa de papel que encuentro en el suelo. Creo que al final he votado pero tampoco estoy segura. Dios, qué nervios.

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c. Acudo con mi camiseta de “yes, I’m a feminist” y obligo a mi madre a ponerse una igual. Le regalo una al guardia de seguridad de la puerta. Voto con el puño en alto al grito de “por todas las que no pueden”. Salgo de allí saludando a todo el mundo, que me observa estupefacto.

Pregunta número 2: Te invitan a una fiesta en casa de unos amigos y, en plena exaltación etílica de la amistad, salen todos al balcón a gritar a la gente que pasa, embriagados por la alegría. ¿Qué haces?

a. Ya tenemos una edad, así que finjo que voy a la cocina a por otra copa y me refugio allí hasta que vuelvan a entrar. Aprovecho para poner la música que me gusta.

b. Salgo con ellos y me emociono. Les abrazo a todos, uno detrás de otro. Les digo que les quiero, me apartan a empujones, me seco las lágrimas. Dios, cómo les quiero.

c. Salgo la primera al grito de “nos están matando” y enseñando la camiseta que llevo puesta y que dice “yes, I’m a feminist”. Soy el alma de la fiesta. No puedo evitarlo. Soy puro Rock & Roll.

Pregunta número 3: Se acercan unas elecciones y tú quieres convencer a tus amigos de que voten, por la razón que sea. ¿Cómo lo haces?

a. Insisto a mis amigos más cercanos para que voten libremente a quien ellos quieran, pero que voten. Es importante para una democracia que se ejerza el derecho a voto y así se lo hago saber. Luego pido dos más.

b. Lloro, me emociono, siento que el mundo tal y como lo conocemos va a desaparecer si la gente vota a cualquier partido que no es el que voy a votar yo. Inundo Twitter de ilustraciones cuquis que animan a votar a quién yo quiero y de noticias apocalípticas del mundo que se nos viene encima si eligen cualquier otra opción. Me seco las lágrimas delante del espejo y me digo “aguanta, tenemos que salvar el mundo”. Ahí estoy. Valiente.

c. Les regalo a todos una camiseta que pone “Yes, I’m a feminist” y les hago un speech sobre por qué razón tienen que votar a quien yo diga. Básicamente, es porque las mujeres estamos en peligro y todo lo demás es mal. Amenazo con retirarles la palabra si no lo hacen y no me muevo hasta que todos llevan la camiseta puesta y me han firmado unas declaraciones que les comprometen a votar así y no en otro sentido. Le regalo también una camiseta al camarero, que no entiende nada. Qué machista.

Resultados:

Mayoría de A: Eres una persona normal, sana. No sufres ningún transtorno psicopatológico que requiera un especial seguimiento por parte de un profesional. Puedes desempeñarte en la vida con relativa normalidad y no supones un peligro para ti ni para terceros. A veces, incluso da gusto contigo.

Mayoría de B: Eres Leticia Dolera. Has entrado en una espiral de emociones descontroladas de la que no puedes salir por ti misma. Ahí dentro, dentro de ti, todo se magnifica. Estás coqueteando con un trastorno límite de la personalidad que nos está regalando a los demás grandes momentos de risas y jolgorio. Tu publicación en Twitter el día de las elecciones, como si fueran las primeras elecciones libres y acabáramos de descubrir el sufragio universal (calculo, por tu edad y la de la democracia, que debes de haber votado como mínimo una decena de veces) es bastante preocupante. Si así te pones depositando un papelito en una urna no quiero ni imaginar cómo debe de ser para ti donar sangre o ayudar a una persona mayor a cruzar una calle. No cambies nunca. No dejes Twitter.

Mayoría de C: Eres Carmen Calvo. Llevo toda la semana soñando contigo en el balcón de Ferraz tras el recuento y la victoria del PSOE. No te lo perdonaré jamás. ¿Era necesario, Carmen? ¿Dónde quedó el decoro? Yo, aún así, te entiendo. Entiendo tus emociones turbulentas e inestables. Acabas de descubrir el feminismo y te sientes como si lo hubieras inventado tú. Perteneces a algo y eso te hace sentir viva. Tienes una nueva ilusión. España entera te debe ser la principal abanderada de esta revolución, que será feminista o no será. Ya lo estás viendo: el primer programa semanal feminista de la historia, en la televisión pública y presentado por ti. Con tu camiseta de “Yes, I’m a feminist”. Tú todavía no lo sabes, pero tengo un regalo para ti, ¿una camiseta que pone “And who does not?”. De nada.