Literatura

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Fran Rivera, ofendiendo desde 1974

El “los hombres hacemos estas cosas” de Rivera no dista tanto del “nos están matando” de la cuarta ola o el “los hombres llevan la violencia en el ADN” de Carmena. Y a mí me molestan mucho todos ellos.

Fran Rivera ha sido vícitima, de nuevo, de las redes sociales y no precisamente por lo que él piense sino por sus farragosas explicaciones que hacen que el público interprete con literalidad lo que dice
Fran Rivera ha sido vícitima, de nuevo, de las redes sociales y no precisamente por lo que él piense sino por sus farragosas explicaciones que hacen que el público interprete con literalidad lo que dicelarazon

Fran Rivera no fue tocado con el don de la locuacidad ni el dominio del verbo. Sus declaraciones son farragosas y erráticas. Pero a poco que uno ponga buena voluntad y se despegue de la literalidad podrá apreciar varias cositas muy interesantes, pero que él explica fatal.

Ando estos días dándole vueltas a las distintas reacciones y actitudes que tenemos ante las desgracias mediáticas y no consigo zanjar el debate interior que me traigo yo sola. ¿Hacemos lo correcto? ¿Cuánta responsabilidad tenemos como consumidores de información ante el tratamiento que se da a estos casos? ¿Es positivo, ayuda en algo, tanta atención? ¿Dónde acaba la información y empieza el morbo? Ahí estoy yo, discutiendo conmigo misma, argumentándome a favor en contra una y otra vez. Hasta pongo voces, en mi cabeza, según la postura que defiendo, coqueteando peligrosamente con el trastorno de identidad disociativo. Y en mitad de mi particular porfía, como si no tuviese ya bastante, aparece Fran Rivera con sus polémicas declaraciones sobre el caso de la muchacha que se suicidó y se lía. Es que, entre todos, no me dais una semana tranquila, de verdad.

Lo primero que supe sobre estas declaraciones es que eran asquerosas e indignantes. Antes incluso de escucharlas, ya sabía que eran machistas y repugnantes. Todo el mundo estaba escandalizado y yo me lo había perdido. Merde. La frase que encontraba repetida una y otra vez era esta: “Los hombres, y soy hombre y lo digo, no somos capaces de tener un vídeo así y no enseñarlo”. Auch, Fran, colega. La verdad es que la frasecita tiene tela, pero... ¿Acaso no es lo que estaban diciendo al respecto todas las activistas habituales? ¿No nos habían estado diciendo que los hombres, todos, hacen estas cosas? ¿No habían sido todo hombres los que habían cometido la tropelía de dramáticas consecuencias? ¿Por qué ahora les parecía mal que lo dijese Rivera si les estaba dando la razón? Yo solita me estaba generando a mí misma más preguntas que respuestas. Otra vez.

Como soy una agonías y quería entender lo que estaba sucediendo, busqué las declaraciones completas del torero. Copio literal:

“Aquí la base del problema está en que la libertad de uno termina cuando empieza la libertad de otro. Y hay una máxima, que yo se la digo a mi hija mayor sobre todo: no se pueden mandar vídeos de ese tipo.

No es culpable, evidentemente, es una víctima y el mal nacido que haya... porque no es de hombre hacer viral un vídeo así. Pero los hombres, y soy hombre y lo digo, no somos capaces de tener un vídeo así y no enseñarlo.

A todas las niñas, a todas las mujeres, por favor, que no manden vídeos de este tipo.

Luego, el malnacido que lo ha hecho y que lo ha mandado a sus colegas para ponerse la medallita de qué machote es... pues es un asqueroso y es una sabandija de hombre.”

Para empezar y tras escucharle, lo que queda claro es que Fran Rivera no fue tocado con el don de la locuacidad ni el dominio del verbo. Sus declaraciones son farragosas y erráticas. Pero a poco que uno ponga buena voluntad y se despegue de la literalidad podrá apreciar varias cositas muy interesantes, pero que él explica fatal. Por un lado, deja meridianamente claro, aunque hayan querido hacernos pensar lo contrario sacando una frase de contexto, que en su opinión la víctima es la finada y no la culpabiliza en absoluto de lo sucedido. Solo faltaba. También señala que los hombres “hacen estas cosas”, en una generalización exactamente igual a la utilizada por las feministas exacerbadas cuando gritan “nos están matando” o “los hombres son violentos”. Rivera, además, se incluye en su propia generalización, asumiendo que en su condición de hombre reside esa culpa. Entonces, me pregunto, si está diciendo lo mismo que vosotras, amigas feministas, y además pone el foco y la culpabilidad, incluso con insultos explícitos, en aquellos que compartieron el vídeo y lo viralizaron... ¿Dónde está el problema? ¿No será que el problema no es tanto lo que dice sino quién lo dice y nos agarramos a cualquier cosa con tal de indignarnos? El “los hombres hacemos estas cosas” de Rivera no dista tanto del “nos están matando” de la cuarta ola o el “los hombres llevan la violencia en el ADN” de Carmena. Y a mí me molestan mucho todos ellos. Lo que no puede ser es que moleste unos sí y otros no. Coherencia, por favor.

A mí, la parte que podría chirriarme más, es la del llamamiento a mujeres y niñas para que no manden vídeos de este tipo. Pero entiendo que lo haga como padre y me parece bien la prudencia. En un mundo ideal, las mujeres y los hombres deberíamos poder vivir libremente nuestra sexualidad sin miedo a que el otro traicione nuestra confianza. Creo que es en ese camino en el que debería ir la prevención, en educar en el respeto al otro más que en el miedo al posible uso posterior de ese material. En un mundo ideal, insisto, todos seríamos tan equilibrados que gestionaríamos nuestras emociones de manera sana, no existiría la venganza o el rencor descontrolado. Pero en el mundo real eso no es así. Yo creo que es en ese sentido en el que van las recomendaciones de Fran Rivera. No creo que esté haciendo recaer la culpa (ese concepto tan atormentado) sobre la mujer en general por hacerse esos vídeos. Creo que es más un llamamiento a la prudencia y la cautela pero, en su línea, deficientemente expresado.

Me da la sensación de que, igual que hay gente que parece estar esperando el drama de turno para solidarizarse y hacer la ilustración o el poemita que se haga viral (no sé exactamente a cuántos likes va la lágrima ahora mismo, disculpad que no informe al respecto), hay otra gente, o quizás es la misma gente, que espera ansiosa cualquier cosa para ofenderse. Me los imagino agazapados detrás de sus pantallas, como pequeños vietcongs malhumorados al acecho, dispuestos a aniquilar, sin miramientos y en tropel, cualquier nota discordante en la melodía buenista que ellos han compuesto para todos nosotros y a la que deberíamos rendirnos sin condiciones. En nombre de la altura moral.

Tener hoy en día una opinión que se aleje mínimamente de la línea de pensamiento único imperante, y manifestarlo en voz alta, empieza a ser bastante parecido (atención, running gag) a lanzarse con falda y ropa interior naranja por un tobogán infernal mientras a tu alrededor caen meteoritos y lanzan dardos envenenados justo el día en que, maldita sea, te has dejado la cerbatana en casa.