Familia
La etiqueta a seguir con el móvil en la mesa...y en la cama
La columna de Carla de la Lá
Ahh... Felices das aquellos en los que una podía comer, beber, fumar, holgar y trasnochar sin consecuencias... Tengo 41 aos y cuando no duermo, me levanto, queridos amigos, con cierta tendencia, no demasiado insignificante, hacia la psicosis, la violencia y el odio a mis semejantes.
Ahh... Felices días aquellos en los que una podía comer, beber, fumar, holgar y trasnochar sin consecuencias... Tengo 41 años y cuando no duermo, me levanto, queridos amigos, con cierta tendencia, no demasiado insignificante, hacia la psicosis, la violencia y el odio a mis semejantes.
Por eso, defiendo la trascendencia de mi descanso como una loba a sus lobeznos, donde mi querido esposo hace las veces del enemigo depredador. Sí, como lo leen.
Últimamente, últimamente no, desde la luna de miel, se produce en nuestra alcoba una batalla campal, aunque contenida (regularmente) donde Felipe, por alguna razón tiene todas las señales de aviso de su móvil, en modo pitido audible y agudísimo...
Yo, queridos, que soy dulce, afectuosa y hasta razonable, intento, desde hace 7 años, sin éxito, que este gentil caballero ponga en silencio esos absurdos e irritantes, chirridos; si no todos, al menos los que provienen de mensajes prescindibles como las RRSS o WhatsApp...y ¡nada! No le da la gana...
Como la ciudadana civil y deferente que soy llevo el móvil en silencio, ya que no es necesario escucharlo en absoluto para desempeñar con plenitud una vida cualquiera (lo garantiza esta solícita madre, hija, esposa, exesposa, nieta, hermana y empresaria, con varios hijos, perro, gato e intensa vida social y creativa) porque no es preciso dar rienda suelta a todas las apetencias auditivas de nuestro móvil, para atender convenientemente los requerimientos del contemporáneo. ¡Mucho menos por la noche!
Esta es mi postura ¿les parece extremista? ¿Piensan como mi marido?
Es más, los pitidos y avisos, y en general cualquier sonido que proceda de la telefonía móvil en su conjunto, siendo prescindible y poco armonioso, es decir molesto, me parece de mal gusto. Una falta de educación, de gentileza y de urbanidad, especialmente si duermes acompañado, porque el sueño, amigos, el sueño es sagrado.
Yo, queridos, concibo el descanso nocturnal como el único espacio del universo donde uno puede recuperarse para seguir funcionando sin enloquecer. Además, tengo una clienta que es una genia, Doctora en un montón de cosas y especialista en medir y tratar el estrés, que asegura que, para alcanzar una mínima calidad de recuperación de los estresores diarios, es ineludible dormir 7 horas, en silencio y total oscuridad. Se llama Beatriz Crespo, y todo lo que dice, me lo creo.
Volviendo a la cama, queridos, esta diferencia de pareceres, bajo su apariencia ingenua, ha abierto una superficial, pero dolorosa grieta en nuestro matrimonio, ya que cada noche, he de recordar a mi amado esposo, con un tono de voz tan dulce como artificial: “cielo mío ¿quitaste el sonido de tus mensajes?”
Y cada noche el responde, con un fatigado, aunque ilegítimo: “ssssi”, arrastrando la “s”, con infinita pasivo agresividad implícita...
(Siempre encuentro ciertas dosis de aborrecimiento en ese sí..., queridos...pero no tanto, como el que experimento yo misma, cuando me despiertan sus grupos de WhatsApp en mitad de la noche, perturbando mi sueño, ese entreacto donde reina la fantasía, ese intermedio de vacación, el lugar donde obtengo salvación, perdón y voluntad para seguir adelanta y contarles estas intimidades...esa capilla de reconstrucción de mi maltrecho cuerpo y mi extenuada psique, queridos...
Entonces, sencillamente, le mataría.
Ustedes que son prudentes ¿Qué me dicen de los grupos de WhatsApp? Yo los adoro, son un mal necesario, aunque tengo amigos que necesitan una tarjeta de memoria para ellos solos, sus fotos, vídeos y jocosas ocurrencias audiovisuales...Moderación por favor, compostura y moderación comprando, comiendo, creando, fumando, bebiendo, conduciendo, hablando, trabajando, pensando, adorando, creyendo, siendo...y por supuesto, wasapeando...
Pero sobre todo...jamás, señores, se sienten a una mesa con el móvil encendido. Yo sólo lo hago cuando mis hijos están solos y en peligro, pero el móvil se deja guardado en el bolso, las damas, y en un bolsillo de la chaqueta, los caballeros.
En cuanto a las personas que cuando estás comiendo con ellas o tomando algo son incapaces de dejar el móvil un rato, a mí me dan ganas de sacar “En busca del tiempo perdido” de Proust, o de levantarme y marcharme porque me parece una falta de respeto y de consideración brutal; luego contemporizo y los analizo con ternura, como el minerólogo que estudia las características de una gema desapasionadamente y tengo ganas de escribirles a su móvil y decirles que la única persona en este mundo que debe estar así de hiperalerta seríaTrump, en todo caso, como antes Obama.
Sí, amigos, porque el presidente de los Estados Unidos de América, ante la constante amenaza de un ataque nuclear, debe consultar el móvil, pero yo no creo que haya nada para el resto de los seres humanos, tan urgente, tan crítico, con un potencial tan devastador, que exija atender al móvil inmediatamente, cada 2 segundos.
Cuando almuerzo con alguien que no se despega de su móvil, sé que los mails y wasaps que está leyendo podría responderlos media hora después, tras la hora de la comida, sin problemas, y me gustaría decirle (por WhatsApp) que no hay nada tan urgente:
"¡Que lo sepas! ¡eres una persona adicta y algo peor, grosera! o a lo mejor_ vamos a darle una vuelta de tuerca a este fenómeno_ a lo mejor, es que piensas, pobre, que sin tu mano imprescindible, r e d e n t o r a, el mundo, tal como lo conocemos, se viene abajo".✔✔
jajjajajajajjaajjajajaj (emoji de una señora de color verde caca) "¿Crees que sin tu intervención en el curso de los acontecimientos, la historia y el planeta Tierra van a colapsar, verdad?"✔✔
¿No será que eres un poco gilipollas?"✔✔
Carla de la Lá
Sobre la autora
Soy periodista, escritora, diseñadora, profesora y empresaria. Tengo 4 hijos, un marido, un exmarido, un perro y un gato y pienso que la vida es como un bizcocho que se te quemó. La receta nunca sale como uno espera, como la foto del libro ¡Se te ha quemado el bizcocho!_Oirás_Claro, ya lo sé, yo misma lo puse a la temperatura equivocada...¿pero sabéis qué?
No hay que dejarse llevar por la cubierta requemada, coges un cuchillo, la quitas y por dentro está buenísimo, y ya si le pones una buena mermelada...mmmm ¡delicioso!
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