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Y usted, ¿qué opina de que los niños vayan a restaurantes?

¿Es usted de los que no soporta a los niños (ni siquiera a los suyos) o de los que los impone por defecto vaya a donde vaya?

Y usted, ¿qué opina de que los niños vayan a restaurantes?
Y usted, ¿qué opina de que los niños vayan a restaurantes?larazon

Niños que corretean y chillan dentro de en un restaurante. Adultos con expresiones de descontento al ver su velada arruinada. Padres que se ofenden ante el malestar que generan sus hijos en los demás.

Niños que corretean y chillan dentro de en un restaurante. Adultos con expresiones de descontento al ver su velada arruinada. Padres que se ofenden ante el malestar que generan sus hijos en los demás. Ya sea de un lado o del otro, la mayoría de nosotros se ha encontrado en estas circunstancias, tratándose de una situación que ya lleva tiempo generando debate. Resulta complicado no entrar en comparaciones al percibir que los padres de generaciones anteriores visitaban toda clase de lugares con sus hijos sin que surgieran problemas de convivencia de este tipo.

Son varios los factores que han jugado un papel en la aparición de esa brecha generacional.

La primera diferencia viene marcada por el estilo de crianza recibido. Las generaciones que ahora están siendo padres, son por lo general nacidos en la década de los años 80 y 90, niños que por su parte, vivieron una educación muy diferente a la que recibieron sus propios padres, siendo esta más flexible y mucho menos coercitiva. Estos nuevos padres crecieron con un modelo educativo más centrado en la búsqueda de su propio bienestar en contraste con generaciones anteriores que fueron más orientadas hacia el bienestar ajeno, algo que se refleja en el modo de educar a sus propios hijos.

Por otro lado, la sociedad avanza, se llevan a cabo investigaciones y estudios sobre estilos educativos a partir de los cuales surgen nuevas teorías y pautas educativas. De este modo, los modelos de crianza actuales resultan más respetuosos con el desarrollo y las necesidades de los más pequeños. Esto en muchas ocasiones choca con los principios de personas que han crecido con una educación más autoritaria, en la que por encima de todo se somete al niño a obedecer, quedando sus necesidades y preferencias relegadas a un segundo plano.

La solución a este conflicto de intereses no es sencilla, pero se puede lograr haciendo uso del sentido común y la empatía.

Por un lado, como adultos, debemos comprender que las personas que han decidido embarcarse en la aventura de la paternidad también tienen derecho a disfrutar del ocio y que los niños en algún momento de sus vidas tienen que sumar experiencias y entre ellas se encuentra el hecho de salir a comer fuera de casa. Tenemos que tomar conciencia de que vivimos en sociedad, que los niños no son una ciencia exacta, no son previsibles, que equivocarse forma parte de su desarrollo y por tanto es natural que generen alguna molestia.

Por otro lado, como padres, tenemos que asumir que la mayoría de los restaurantes están pensados para el disfrute de los adultos. Son lugares destinados a reunirse, socializar a través de la conversación y permanecer sentados durante varias horas, algo que no favorece la comodidad ni el disfrute de los más pequeños. Asimismo, debemos saber ponernos en los zapatos de esas personas que han acudido al restaurante para pasar un rato agradable y tranquilo y no para soportar repetidamente las carreras y gritos de nuestros hijos. Debemos saber que llamarles la atención, corregirlos y no permitir determinadas conductas molestas no es un peligro para su libertad. Los límites y la frustración son experiencias necesarias en la infancia para aprender de los errores y asumir el control de su conducta.

Sin embargo, hay algunos trucos que podemos poner en práctica a fin de facilitar que la visita a un restaurante sea una experiencia agradable para todos.

Habitualmente el comportamiento inapropiado de los niños en los restaurantes viene motivado por el aburrimiento y la falta de confort. Por ello, si lo que deseamos es relajarnos y no tener que estar tan pendientes del comportamiento de nuestros hijos, una buena opción es elegir un restaurante en el que sepamos de antemano que los niños van a estar cómodos.

Si bien cada vez son más los restaurantes que han adaptado sus espacios para garantizar un ambiente agradable para toda la familia, también es cierto que oferta gastronómica de este tipo de locales puede ser algo más limitada y también es positivo que nuestros hijos puedan conocer otro tipo de gastronomía y de restaurante más formal.

Por ello, si lo que nos apetece es acudir a un restaurante de estas características, puede ser buena idea preparar a nuestros hijos para ello. Antes de salir de casa, podemos explicarles cómo es el lugar al que acudiremos, transmitirles el comportamiento esperado y cuál no sería adecuado (correr, gritar, discutir, alborotar...) por respeto al resto de comensales y al personal del restaurante. Finalmente, deberemos asumir que en este tipo de restaurante nuestro papel implicará estar más atentos al comportamiento de nuestros hijos, a fin de asegurar el bienestar de todos.

Lara Garrido Valdivieso

Psicóloga en GrupoLaberinto