Turismo
Así es la mayor concentración de hórreos de la Península a sólo 10 minutos de Galicia
En el norte de Portugal, en pleno corazón del Parque Nacional Peneda-Gerês y a escasa distancia de la frontera con Galicia, se encuentra un lugar que parece detenido en el tiempo
Este conjunto de 64 espigueiros, distribuidos alrededor de una era de grandes losas de granito, ha fascinado a quienes se acercan a contemplarlo desde lo alto de un cerro granítico. Estos "graneros elevados", construidos entre los siglos XVIII y XX, se han conservado perfectamente y hoy se integran armoniosamente en el paisaje montañoso de esta zona de gran belleza natural. La situación estratégica de Lindoso, entre el castillo medieval y el embalse alimentado por el río Limia, ha sido fundamental en su historia, sobre todo durante el reinado de Alfonso III, cuando el castillo fue erigido con fines de vigilancia de la frontera con Castilla.
La función original de los hórreos era la de almacenar y secar los granos, especialmente tras la llegada de la "cultura del maíz" que supuso un auge en la producción agrícola. Estos graneros se construyeron con pilares de piedra y techos elevados para evitar la humedad y proteger los cereales de los roedores, un diseño que hace de estos espigueiros auténticas obras de ingeniería rural. Sus ranuras de ventilación, las losas circulares en sus bases y las cruces en sus techos, que evocan la protección divina, los hacen destacar como una singular forma de arquitectura utilitaria.
Hoy en día, el paisaje que rodea a estos hórreos sigue siendo tan agreste y natural como en épocas pasadas. El musgo, que cubre los tejados de granito, y el viento que susurra entre las piedras, dan al conjunto una sensación de antigua majestuosidad. Además, desde el castillo de Lindoso, se puede disfrutar de una vista panorámica excepcional del pueblo y los espigueiros, que se extienden hasta donde alcanza la vista, creando una estampa única en la que naturaleza y arquitectura se fusionan de manera perfecta.
Este conjunto etnográfico no solo es un reflejo del trabajo colectivo de los habitantes de estas tierras montañosas, sino también un testimonio del buen hacer de nuestros antepasados, que supieron aprovechar los recursos naturales de manera funcional y estética. Los espigueiros de Lindoso, como monumento a la arquitectura sin arquitectos, constituyen un valioso legado que sigue vivo en el paisaje rural del norte de Portugal.
A día de hoy, estos elementos arquitectónicos, con su impresionante belleza y su integración en el entorno, invitan a reflexionar sobre la importancia de preservar nuestro patrimonio rural. En un mundo donde la modernidad a menudo desdibuja la esencia de los pueblos, el conjunto de hórreos de Lindoso destaca como un ejemplo de armonía entre la construcción y el paisaje, una joya que sigue siendo relevante tanto en lo histórico como en lo cultural.