
Historias
Así es el monasterio gallego que se construyó con el sueño de un caballero del siglo XII
Fundado por un caballero, que acabó siendo venerado como santo, este cenobio fue cuna de vida monástica y centro económico regional

El Monasterio de la Armenteira, habitado hoy por una comunidad de monjas cistercienses, se encuentra escondido en un fértil valle del municipio de Meis, bajo el abrigo del Monte Castrove. Fundado a mediados del siglo XII por Ero de Armenteira, caballero de la corte de Alfonso VII, fue inicialmente un espacio de vida eremítica que, con la llegada del Císter, se transformó en un complejo monástico influyente en la comarca.
La primera referencia documental fecha de 1151, cuando Ero aparece como abad en una donación, y en 1162 la comunidad se afilia a la orden del Císter, comenzando la construcción de la actual iglesia siguiendo los principios de austeridad y simbolismo espiritual característicos de la orden. La fachada románica, con arquivoltas y columnas embebidas, así como el rosetón floral, marcan su característico estilo sobrio.

En su interior destacan las tres naves, la central más ancha, cubierta con bóvedas ligeramente apuntadas y arcos. El cruceiro está coronado por un singular cimborrio con cúpula nervada de influencia mudéjar (única en Galicia), apoyado en un tambor octogonal.
El claustro actual fue iniciado en el siglo XVI y completado en el XVII, siendo restaurado en 1969. El primitivo claustro medieval desapareció excepto la porta de acceso. Alrededor de él se articulaban las estancias monásticas, en una disposición ordenada y funcional.
Armenteira no solo fue centro espiritual, sino también económico: impulsó el cultivo de la vid y estructuró la vida rural de la zona. Sin embargo, a partir del siglo XV entró en decadencia debido a la intromisión de familias nobles y al sistema comendatario. La reforma de la Congregación de Castilla, en 1523, logró revitalizar parcialmente la comunidad, pero la desamortización de 1835 forzó la marcha de los monjes, dejando el cenobio abandonado.

La leyenda más célebre del monasterio es la del propio Ero, que, tras un sueño revelador en el que la Virgen le promete hijos espirituales, decide fundar Armenteira. Segundo recoge la cantiga 103 de Alfonso X el Sabio, en un día de dudas metafísicas, Ero se detiene a escuchar el canto de un pajarito y cae en un sueño que dura doscientos años. Al despertar, el monasterio estaba construido y su vida, transformada. Esta narración, tan repetida en la literatura medieval, simboliza la búsqueda de la eternidad y de la trascendencia.
La reconstrucción moderna del monasterio se debió a la labor de Carlos Valle-Inclán, hijo del escritor Ramón María del Valle-Inclán, quien, inspirado por la obra de su padre Aromas de leyenda, fundó en 1961 la asociación “Amigos de Armenteira”. Gracias a su impulso, se logró restaurar gran parte del complejo. En 1989, una nueva comunidad de monjas cistercienses procedentes de Navarra restableció la vida monástica en este enclave milenario.
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