Naturaleza

Así es la montaña más alta de Galicia amenazada por el fuego este verano

El techo de la comunidad combina lagunas glaciares con bosques enigmáticos y ofrece la posibilidad de disfrutar de increíbles cielos estrellados

Pena Trevinca.
Pena Trevinca. Turismo de Galicia

En el extremo oriental de Orense, donde Galicia se junta con León y Zamora, surge el macizo de Trevinca. Sus cumbres, que superan los 2.000 metros, forman el techo de la comunidad gallega escondiendo, desde siempre, un paisaje de glaciares, lagunas y bosques enigmáticos. Un relato cargado de historia y de misterio al que este verano se suma la herida próxima del fuego.

Porque ni siquiera en esas latitudes uno parece estar exento de las llamas. El incendio de Carballeda de Valdeorras-Casaio, uno de los cuatro aún activos en Galicia, entró hace unos días desde Porto de Sanabria (Zamora) y ya ha devorado unas 5.000 hectáreas, afectando en su paso a las laderas que coronan la cúpula de la geografía gallega.

El avance de las llamas alcanzó parte de este espacio natural protegido de casi 25.000 hectáreas, integrado en la Red Natura 2000 y reconocido como Zona de Especial Conservación (ZEC) y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).

La importancia ecológica del macizo es indiscutible. Aquí se encuentra el Teixadal de Casaio, considerado uno de los bosques de tejos más importantes de Europa. Más de trescientos ejemplares centenarios, alguno de ellos milenario, crecen entre acebos, serbales y avellanos, conformando una especia de catedral verde.

Pena Trevinca.
Pena Trevinca. Turismo de Galicia

Pero Trevinca no destaca únicamente por sus bosques: sus paisajes glaciares conforman un ecosistema único en Galicia. La Lagoa de A Serpe, escondida entre picos escarpados, y la Lagoa de Ocelo, bajo la montaña de su mismo nombre, son dos joyas naturales que remiten a un pasado en el que el hielo moldeaba el relieve. Alrededor de estas aguas, la leyenda se mezcla con la realidad: se habla de doncellas encantadas, serpientes míticas y noches de misterio en las que la naturaleza cobra voz propia.

En primavera y verano, los valles se llenan de flores singulares como la genciana o la flor de San Xosé, mientras en las turberas crecen plantas carnívoras como la orballiña. La fauna no es menos espectacular: el águila real encuentra su refugio, igual que otras rapaces de alta montaña; y no es raro, al amanecer, ver al lobo cruzando los senderos de nieve o de hierba.

Astroturismo

El macizo de Trevinca también se ha consolidado como un referente en el ámbito del astroturismo. Su cima es el único punto de Galicia con certificación de destino turístico Starlight que acredita las mejores condiciones para contemplar el cielo nocturno. Allí, la Vía Láctea se muestra de lado a lado, con una nitidez que asombra.

Trevinca es, además, un paraíso para los amantes de la montaña. Desde la aldea de Xares, en A Veiga, parten rutas que permiten coronar los “dosmiles” gallegos —Pena Negra, Pena Surbia, Cabeza de Manzaneda— o adentrarse en los valles glaciares por los que discurren los ríos Xares, Bibei y Castaño. En verano, los prados se convierten en horizontes verdes salpicados de ganado en pastoreo, mientras que en invierno la nieve cubre las laderas y ofrece escenarios casi alpinos.

A esto hay que sumar el patrimonio humano. Las aldeas que rodean el macizo conservan molinos, casas de piedra y tradiciones ligadas a la montaña. En Casaio, además, se encuentra la memoria de los “fuxidos” de la posguerra, que sobrevivieron en estas montañas en un entorno de extrema dureza.