Naturaleza

Así es la playa más grande de Galicia

Sus 7 kilómetros de longitud descansan a los pies del Monte Pindo, el Olimpo Celta, y parecen sacados de un arenal más propio del Caribe

Playa de Carnota.
Playa de Carnota. Turismo de Galicia

En la Costa da Morte, al abrigo del imponente Monte Pindo, conoció por algunos como el Olimpo Celta, surge, amplia, grande, provocativa, una playa de belleza casi irreal: la de Carnota. Un arenal que, con sus siete kilómetros de longitud y su medio kilómetro de ancho, es la más extensa de Galicia. Algo que no es poco en una tierra que aglutina, entre rías, recovecos, entradas y salidas, casi 1.500 kilómetros de litoral.

Entre ellas, a vista de pájaro, destaca, con su forma de media luna, esta playa de arena blanca, que podría parecer casi tropical si no fuese por la temperatura de sus aguas. El arenal de Carnota tiene ese aire de lugar remoto y salvaje que la hace única. Es un paisaje que parece extraído de una postal caribeña, donde las aguas tiñen de turquesa la orilla y las dunas custodian el silencio de la naturaleza.

No en vano, la playa de Carnota se encuentra enmarcada por un sistema de dunas, marismas y una laguna interior a la que se accede gracias a una extensa pasarela de madera. Todo el conjunto conforma un ecosistema de gran valor ecológico, hogar del chorlitejo patinegro -una de las pocas zonas de Galicia donde anida esta especie- y punto estratégico para aves migratorias.

No es de extrañar que cada año cientos de aficionados al avistamiento de aves se acerquen a este enclave para observar especies únicas, atraídas por la riqueza y tranquilidad del entorno. La desembocadura del río Valdebois, en el corazón de la playa, crea un entorno de especial interés paisajístico, donde el mar se adentra formando una llana intermareal de gran biodiversidad.

Pasarela de madera.
Pasarela de madera. Turismo de Galicia

De las mejores playas del mundo

El conjunto paisajístico y ecológico de Carnota ha merecido reconocimientos a nivel internacional. La revista alemana Traum Strände la incluyó en su prestigiosa lista de las cien mejores playas del mundo. También fue señalada entre las tres mejores de Galicia en una encuesta del boletín rentalia.com, basada en más de mil opiniones, y el diario británico The Guardian la destacó entre las 40 playas más espectaculares de Europa.

Pero más allá de sus méritos turísticos, el valor de Carnota radica en su conservación y, por decirlo de alguna manera, en la manera de sobreponerse a su relato. Uno en el que destaca, de modo muy especial, la tragedia del Prestige, que el 13 de noviembre de 2002, cargado con 77.000 toneladas de fuelóleo, se accidentó frente a la Costa da Morte y acabó hundiéndose tras varios días de maniobras.

El vertido causó una de las catástrofes medioambientales más graves de la historia reciente en España. Pocos días después, la marea negra alcanzaba la costa de Carnota. La playa quedó marcada por la contaminación, y especies como la píllara de las dunas se vieron forzadas a abandonar su hábitat, desplazadas por el fuel y por la presencia masiva de voluntarios que acudieron en auxilio de la zona.

Fue precisamente esa movilización ciudadana la que permitió que Carnota renaciera. Otra marea, esta vez humana, se volcó en recuperar cada rincón del arenal. Un ejército de personas que limpiaron con sus propias manos el lodazal de barro, roca, arena y fuel en que se había convertido toda Carnota. Hoy, más de dos décadas después, la imagen fotogénica que arroja el arenal en nada puede recordar aquel desastre.

Bajo este prisma, Carnota es mucho más que la playa más grande de Galicia. Es un símbolo de esa tierra que resiste, que se regenera y que enamora. Un refugio para las aves, un santuario para visitantes y un lugar imprescindible que ocupa su lugar de privilegio en el conjunto de la fascinante Costa da Morte. Un lugar en el que, frente al océano infinito, se escucha el eco del silencio que susurra que existe espacios en los que no se necesita nada más para convivir con la belleza.