
Historia
La catedral megalítica gallega que tiene más de 6.000 años de antigüedad
El túmulo, que cuenta con una cámara principal y un corredor orientado al sol naciente, inspiró a poetas como Pondal

Vestigio de quienes habitaron nuestra tierra hace milenios, los dólmenes se alzan hoy en muchos puntos de Galicia como recuerdo de lo que algún día representaron: antiguos ritos funerarios que se han transformado en fuente de inspiración para la cultura popular.
Su estructura, cúmulo de piedras verticales coronadas por un gran canto horizontal, atraen la mirada inocente de aquel que los visita despertando en él todo el misterio de lo que allí se narra y de las leyendas que recorren su relato.
Esas que hablan de las mouras y los mouros, personajes mitológicos que enlazan, directamente, con la muerte en vida, con el subsuelo y los túneles donde, paganos ellos, extraían el oro con el que trabajaban la orfebrería.
Uno de estos lugares, quizás el más emblemático de Galicia por su perfecto estado de conservación y por todo lo que representa, es el Dolmen de Dombate, en Cabana de Bergantiños (A Coruña). Esta catedral megalítica gallega de más 6.000 años de antigüedad amenaza, a veces, con borrar hasta la belleza de la Costa de la Muerte.
La masa tumular, formada por dos dólmenes de 1,80 metros de altura y 24 metros de diámetro, cuenta con una cámara principal y un corredor orientado al sol naciente. Una estructura que, pese a todo, no está aislada en la región.
Porque desde que a finales de la década de los ochenta del siglo pasado los arqueólogos sacasen a la luz gran parte de los secretos de la llamada ‘capilla sixtina’ del megalitismo gallego, en Cabanas y sus parroquias se han ido descubriendo nuevos túmulos, lugares de leyenda que se esparcen aquí y allá, a lo largo de la Costa de la Muerte.

Arca de Piosa y Pedra Vixia (Zas), Pedra de Arca de Regoelle, Pedra Cuberta, Casota dos Mouros, Pedra Moura do Monte Carnio (Vimianzo) o A Fornela dos Mouros do Aprazaduiro (Laxe). Son sólo algunos ejemplos entre los que sobresale, por encima de todos, Dombante.
Éste se encuentra protegido hoy en día por un edificio levantado para preservar sus valiosas pinturas. Su centro de interpretación dispone también de una réplica a tamaño real del interior de la cámara para que el visitante descubra lo que se esconde en el interior de las enormes piedras que inspiraron, entre otros, a poetas como Eduardo Pondal, que lo inmortalizó en el poema ‘Queixumes dos Pinos’.
Durante las primeras excavaciones se localizaron grabados rupestres policromados en las losas interiores así como en el corredor de entrada. Un conjunto en el que prima la geometricidad, con zigzagues, franjas verticales y oblicuas, ondulados o retículas, y en el que destaca el color rojo, obtenido a partir de óxido de hierro, y el negro, extraído del carbón vegetal.
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