
Investigación
Crónica de una tragedia anunciada: el hombre de Campo Lameiro tenía condenas previas y una orden de alejamiento
Marisol C.P., que apareció calcinada junto a su pareja en un coche, estaba en riesgo alto y figuraba en el sistema VioGén; pese a todo, convivía con su agresor

Como en la novela de García Márquez, donde todo el pueblo sabía que Santiago Nasar iba a morir y nadie logró evitarlo, la historia de Marisol C.P. se fue tejiendo con la misma fatalidad lenta y despiadada. Las señales estaban ahí, pero había que querer escucharlas o saber leerlas: denuncias previas, una condena firme, una orden de alejamiento, un historial de maltrato acreditado por los tribunales y un nivel de riesgo alto en el sistema VioGén. Aun así, el desenlace fue el más fatídico.
El pasado 31 de mayo, Marisol apareció calcinada en un coche junto a su pareja, José Ramón G.C., en una pista forestal de Campo Lameiro. Los investigadores trabajan con la hipótesis principal de un crimen machista: él la mató y después se suicidó, prendiéndose fuego con ambos dentro del vehículo. Un caso que ha reabierto el debate sobre las grietas del sistema de protección a víctimas de violencia de género.
Una vida marcada por la violencia
José Ramón G.C., de 50 años, tenía un largo historial de maltrato. Fue condenado por la Audiencia de Pontevedra en marzo de este año a 23 meses de prisión por agredir a Marisol en noviembre de 2021. La golpeó en la cara con una manguera de lavado tras empujarla contra una pared. Se le impuso también una orden de alejamiento de dos años. Pero esa orden seguía vigente cuando, según confirman los investigadores, ambos ya habían retomado la convivencia, residiendo juntos en varios domicilios de Moraña.
Esa no era su única condena. En 2019 fue sentenciado a más de cinco años de prisión, que posteriormente se redujeron a 21 meses tras un recurso, por someter a su anterior pareja a una década de palizas, insultos y amenazas. En los hechos probados constaban episodios de extrema crueldad, incluso mientras la mujer estaba embarazada. Golpes con palos, amenazas con desbrozadoras y violencia verbal ejercida delante del hijo en común, que entonces tenía apenas seis años.
Interceptados días antes del crimen
Doce días antes del asesinato, la Guardia Civil interceptó a la pareja en una pista forestal del municipio lucense de Bóveda. Se encontraban en búsqueda del coche de José Ramón, dentro de una investigación sobre la presunta desaparición de Marisol. Él pasó esa noche en los calabozos, pero al día siguiente fue puesto en libertad tras declarar ante el juez. “Eso efectivamente fue así”, confirmó este miércoles el subdelegado del Gobierno en Pontevedra, Abel Losada.
A pesar de que la orden de alejamiento seguía vigente y de que Marisol figuraba en el sistema VioGén en riesgo alto, ambos se marcharon juntos tras comparecer ante la justicia. “La Guardia Civil hizo lo que tenía que hacer”, defendió Losada, apelando al carácter garantista del sistema judicial y recordando que “son los tribunales los que deciden quién ingresa en prisión y quién no”.
“Todas las hipótesis abiertas”
Aunque desde la Subdelegación del Gobierno insisten en que la investigación continúa y que están abiertas “todas las hipótesis”, fuentes oficiales confirman que la principal vía de trabajo apunta a un crimen machista. Una muerte más que, tal vez, podría haberse evitado.
“Hasta que la Guardia Civil confirme la motivación es mejor esperar”, pidió Losada, que apeló a la prudencia frente a “la presión para avanzar más que los propios investigadores”. Pero el relato parece ya trazado: una mujer asesinada por quien ya la había agredido, que nunca cumplió pena de prisión efectiva, y que convivía con ella cuando, con toda probabilidad, decidió acabar con su vida.
Como en la novela, el desenlace era conocido. Lo terrible es que nadie, pese a intuirlo, logró evitarlo.
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