
Lengua
Una decena de expresiones gallegas que no tienen traducción al castellano
Existen palabras o frases que reflejan la identidad y el carácter de Galicia y que, tal vez por ello, no encuentran su equivalente en otro idioma

Dicen que la lengua define, en parte, el carácter. Tal vez sea cierto. Tal vez, por eso, el gallego resulta melódico, a ratos suave, otras cercano; en ocasiones, también, porque, de todo hay, incluso abrupto. Y rebuscando, un poco indescifrable lo que, en su acepción lingüística, sería como acercarse a algo intraducible. A fin de cuentas, puede que no haya nada más gallego.
En ese ir y venir sin saber si se va o se viene, que no deja de ser buena retranca, surgen palabras y expresiones que definen una vida, una región, casi el relato de un pueblo.
Sería el caso, por ejemplo, de la morriña gallega, esa que define un estado de tristeza, de melancolía, de echar de menos sin echar. Algo parecido a la saudade portuguesa, pero que no acaba de ser saudade, del mismo modo que tampoco es sólo tristeza, añoranza o melancolía.
En una línea similar nos encontramos con enxebre. ¿Qué es enxebre? No hay respuesta para una de las palabras más bellas del gallego, apenas una aproximación. Algo cercano a lo propio, a lo autóctono, a lo exclusivo de Galicia. Algo que reúne la tradición y lo auténtico. Algo, en definitiva, muy gallego.
Tan gallego, al menos, como la afouteza. Esa que preside la Ciudad Deportiva del Celta y que, más allá de las fronteras de Vigo y de Galicia, causa cierta perplejidad. La respuesta, en este caso, mezcla el coraje con la valentía, la determinación con el valor. Una conjunción de elementos cercanos a la virtud de la fortaleza, pero sin serlo tampoco.
Misterio que acompaña también al furabolos, este tal vez más traducible aunque igual de inexplicable. Es el dedo índice, sí, el que señala o acusa, pero también el que hace agujeros en el pan de hogaza antes de meterlo al horno. De ahí ese furarbolos, que sería algo así como perforar agujeros.
Algo para lo que hay que ter xeito, o, dicho en castellano y de modo comprensible, disponer de la habilidad natural que permite hacer las cosas de modo correcto y ordenado. De lo contrario, uno puede acabar feito un toxo, esto es, un desastre, planta que, en solitario, sí que admite traducción: tojo.
Pero si uno carece de ese xeito se convierte en chafalleiro, que viene a ser el que hace las cosas mal, una especie de chapuza sin esmero que podría tener su acepción castellana en chapucero.
También la admite, a su manera, lume de biqueira, que significa, literalmente, fuego de la punta del zapato, en alusión a aquellas chispas que saltaban al chocar contra el suelo las punteras metálicas de los antiguos zuecos.
Más de uno, al ver las chispas, probablemente exclamase un manda truco!, mostrando así una sorpresa comprensible, algo similar a un '¡lo que hay que ver!'. Aunque también existe la posibilidad de que empezase a hablar sin filtro, aunque entonces encajaría mejor con darlle á palleta, que viene siendo hablar mucho y de forma continuada.
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