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Turismo

El misterioso pueblo de las brujas es también uno de los más bonitos de Galicia

Cruceiros que conjuran maleficios y vírgenes que miran hacia el mar acrecientan la leyenda de las meigas que, dicen, habitan en este increíble lugar

Combarro (Pontevedra). Turismo de Poio

En uno de esos recovecos tan típicos de las Rías Baixas, se oculta un pueblecito en el que la piedra se funde con el mar y la historia con la leyenda: Combarro (Pontevedra). Se trata de una especia de rincón encantado que parece haber huido de un cuento de hadas… o de brujas. Declarado Conjunto Histórico en 1972, el pequeño pueblo marinero es mucho más que una postal perfecta: es un lugar de culto para quienes buscan la Galicia más auténtica y cargada de misterio.

A apenas seis kilómetros de Pontevedra capital, Combarro surge como una deliciosa miniatura, un enclave donde la arquitectura popular gallega se mantiene intacta, con su retícula de calles empedradas, casas marineras con balcones de madera, hórreos en fila frente al mar y cruceiros que protegen contra los distintos males de esta tierra. Pero no cualquier mal: aquí se habla de meigas, de brujas. Y no en broma.

Tierra de meigas y cruceiros protectores

Porque más allá de su atractivo, Combarro destaca por el halo de misterio que impregna cada rincón. Las leyendas populares lo consagran como “el pueblo de las meigas”, brujas gallegas que, aliadas con el diablo, celebraban aquelarres en los caminos, en las rocas, bajo la luna llena.

Plaza de San Roque.Turismo de Poio

Para conjurar su poder y proteger a los vecinos, la villa se llenó de cruceiros: hasta siete se reparten por el núcleo histórico, casi todos con una peculiaridad que alimenta aún más el mito: en cada cruz, la figura de la Virgen mira al mar y la del Cristo a la tierra, como vigilantes espirituales de lo que viene y lo que se queda.

Algunos de los más espectaculares son el de la praza da Fonte, donde una mujer lleva de la mano a una niña tallada en el fuste -Santa Ana y la Virgen María niña, según algunos-, o el de la Rualeira, cuya cruz se sostiene sobre un tronco tallado y está decorada con los símbolos de la Pasión: la escalera, los clavos, la corona de espinas… Llama también la atención el de la iglesia de San Roque, recogido por Castelao en su célebre obra As cruces de pedra na Galiza.

Casas, mar y piedra

El trazado urbano de Combarro es una lección de arquitectura popular. En la rúa do Mar y sus travesías se agolpan las casas marineras, con soportales estrechos y balcones de madera o de piedra, desde donde se divisaban las barcas y los aparejos. Muchas de estas viviendas siguen hoy en pie, rehabilitadas como taperías, tiendas de artesanía o pequeños hoteles con encanto.

De hecho, buena parte de la experiencia en Combarro se disfruta a pie, sin prisas, perdiéndose entre las calles serpenteantes que desembocan en pequeñas plazas como la de San Roque o la Peirao da Chousa, donde aún se puede ver a vecinas lavando la ropa en un lavadero comunal, o en la empedrada A Rúa Cega, donde las casas, curiosamente, no miran al mar, sino al trabajo agrícola del interior.

Y como un símbolo casi eterno, los hórreos. Se cuentan más de sesenta en la villa, muchos de ellos en primera línea de costa, alineados como centinelas frente a la ría. Estos almacenes elevados, con tejados de paja o teja, protegían las cosechas del agua y los roedores gracias a sus característicos pies y tornarratos. Algunos rematan en pináculos paganos, otros en cruces cristianas, reflejo de esa convivencia entre lo espiritual y lo terrenal que define a Galicia.

Gastronomía con vistas y sabor a mar

Combarro no sería Combarro sin su cocina. Aquí la materia prima lo es todo: mariscos, pescados, carnes y verduras se miman en cada receta como un tesoro local. En calles como A Rúa o el entorno del antiguo puerto se reparten restaurantes tradicionales y taperías que combinan la esencia marinera con una cuidada presentación. La empanada de millo con berberechos, las sardinas asadas o los guisos de pescado son algunos de los platos estrella.

Hórreos en Combarro (Pontevedra). Turismo de Galicia

Para el postre, nada mejor que un dulce gallego: flan de leche, quesadas, pastas de castaña o una generosa porción de tarta de Santiago. Y para rematar, un chupito de licor café o de alguna de las múltiples creaciones artesanales que se venden en las tiendas del casco histórico: desde el clásico aguardiente de hierbas hasta innovadoras cremas de mojito o chocolate con cereza.

Patrimonio vivo y fiestas

Además de su encanto cotidiano, Combarro también vibra con la fiesta. Cada 16 de julio, la Virgen del Carmen, patrona de los marineros, sale en procesión marítima rodeada de barcas engalanadas. En agosto, durante tres días, el pueblo se transforma en epicentro del rock con el festival Armadiña Rock. Y todo el año, las calles se adornan con manteles florales, alfombras de pétalos y vida.

El cine también se ha rendido a su estética única: películas como La casa de la Troya, Botón de ancla o la inquietante Dagon: la secta del mar, basada en una historia de Lovecraft, han utilizado sus calles como escenario.