Noche de San Juan
Todos los secretos de una queimada perfecta para la noche de meigas
Purifica el alma y el cuerpo, aleja los malos espíritus e incorpora los elementos de la cultura de los druidas y de los ritos célticos: el fuego, la tierra, el agua y el aire
Muchas son las llamas que recorren la noche de San Juan. La mayoría se alzan en un chisporroteo vibrante, mezcla de naranjas y amarillos, hacia el cielo infinito devorado por la oscuridad que sucede al fin del día. Son las hogueras que surgen para iluminar el momento más mágico del año y espantar, siempre que se respete el ritual, a los malos espíritus que acechan entre sombras.
Sin embargo, hay otro tipo de llama, más azul, más incorpórea, que no ofrece un chispear continuo entre maderas sino una danza sutil y misteriosa, acompañada por un olor inconfundible. El aguardiente.
Es el fuego de la queimada que, como no podía ser de otra manera, también tiene sus ritos y leyendas y, por supuesto, su componente curativo. Porque una buena queimada calienta el cuerpo y aleja a meigas y trasgos, protegiendo a quien la bebe de los malos espíritus. Un clásico de cualquier fiesta gallega, más, si cabe, en la noche más mágica del año, la de San Juan.
Los orígenes
Según la tradición popular, la queimada se atribuye a los celtas, que realizaban rituales y ceremonias con fuego y alcohol para ahuyentar a los malos espíritus y protegerse de las fuerzas malignas.
Sin embargo, algunos datos rechazan este origen para considerarla como una bebida de origen medieval. En esta línea, el historiador Carlos Alonso del Real afirma que la destilación del aguardiente llegó a Galicia durante los siglos XII y XIII, con la introducción del alambique por parte de los árabes. Los mismos que introdujeron el azúcar de caña, otro de sus ingredientes principales.
De este modo, la tradición de la queimada mezcla, según él, elementos célticos, románicos, germánicos y árabes. Estos, habrían introducido el aguardiente y el azúcar; los germanos, el placer por las bebidas encendidas y que se debían disfrutar en compañía; y los celtas, los elementos poéticos de los “esconxuros”, esas fórmulas mágicas capaces de expulsar a los demonios.
Los elementos
No en vano, la queimada y su conjuro invocan a los 4 elementos: fuego, tierra, agua y aire, todos ellos deidades de la cultura de los druidas y de los ritos célticos:
- El fuego, que llama a la purificación.
- La tierra, que representa el pote de barro.
- El agua, simbolizada por el aguardiente.
- El aire, sobre el cual se elevarán y danzarán las llamas.
Ingredientes y preparación
La queimada se elabora con los siguientes ingredientes:
- Aguardiente
- Azúcar: para darle dulzura.
- Cortezas de limón o naranja: para aromatizar.
- Granos de café: para darle un sabor distintivo.
La preparación de la queimada es tan importante como sus ingredientes. Se vierte el aguardiente en un recipiente de barro, se añaden el azúcar, las cortezas de limón o naranja y, si es el caso, los granos de café. Luego se prende fuego a la mezcla, creando llamas azuladas que arden lentamente mientras se recita el ‘conxuro’.
El conjuro
El conjuro es una parte esencial del ritual de la queimada. Este poema recitado tiene un propósito protector, invocando a los espíritus benéficos para alejar a los malos espíritus y purificar a los participantes.
El conjuro más conocido es el escrito por Mariano Marcos Abalo en 1967, aunque existen variaciones dependiendo de la región y la ocasión. Esta es la versión más común:
Mouchos, coruxas, sapos e bruxas.
Demos, trasgos e diaños,
espritos das neboadas veigas.
Corvos, pintigas e meigas,
feitizos das menciñeiras.
Podres cañotas furadas,
laranxas de amizofres.
Avergónte de cañotas,
fogar dos vermes e alimañas.
Lume das Santas Compañas,
mal de ollo, negros meigallos,
cheiro dos mortos, tronos e raios.
Oubeo do can, pregón da morte;
fuciño do sátiro e pé do coello.
Pecadora lingua da mala muller casada cun home vello.
Averno de Satán e Belcebú.
Lume das cadeas ardentes,
corpos mutilados dos indecentes,
peidos dos infernales cus,
muxido da mar embravecida.
Barriga inútil da muller solteira,
falar dos gatos que andan a xaneira,
guedella porca da cabra mal parida.
Con este fol levantarei
as chamas deste lume,
que semella o do Inferno,
e fuxirán as bruxas
a cabalo das suas escobas,
índose bañar na praia
das areas gordas.
¡Oíde, oíde!
Os ruxidos que dan
as que non poden deixar de queimarse
no augardente quedando así purificadas.
E cando esta queimada
baixe polas nosas gorxas,
quedaremos libres dos males
da nosa alma e de todo embruxamento.
Forzas do ar, terra, mar e lume,
a vós fago esta chamada:
si é verdade que tendes máis poder
ca humana xente,
eiquí e agora, facede cos espíritos dos amigos
que están fóra, participen con nós desta queimada.
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