Hablemos de futuro
“Reducir a la mitad las personas que padecen hambre”
Erradicar el hambre en el mundo, uno de los problemas más graves para la población mundial, era el primero de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, firmados por 192 países miembros de la ONU el 8 de septiembre del año 2000, que debían de haberse cumplido en 2015
Este objetivo decía textualmente: reducir a la mitad las personas que padecen hambre. Aunque hubo mejoras en las cifras del hambre en el mundo, el objetivo no se llegó a cumplir. La realidad es que más de 820 millones de personas en el mundo siguen careciendo de alimentos en la actualidad.
Aún en dichas circunstancias, había expectativas para una continua, aunque lenta, evolución positiva que condujera progresivamente a la erradicación del hambre en el mundo. Estas expectativas fueron contempladas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, según los cuales, la erradicación del hambre debería de ser un hecho en 2030. Lejos de este optimismo, el hambre en el mundo ha aumentado consecutivamente en los últimos 3 años, según la FAO.
Con estos datos en la mano, resulta paradójico, a la vez que desagradable, pensar que aproximadamente un tercio de todos los alimentos a nivel mundial se pierden o desperdician. Como explica la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la pérdida y el desperdicio de alimentos “representan un mal uso de la mano de obra, el agua, la energía, la tierra y otros recursos naturales que se utilizaron para producirlos”. Poner fin a esta situación es una obligación para que se pueda seguir luchando por cumplir el objetivo de Hambre Cero, fijado para 2030 en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La Comisión Europea publicó en el año 2017 un informe de la eficiencia de los recursos, la reducción del desperdicio de alimentos y la mejora de la seguridad alimentaria, en el que apuntaban a una tasa de desperdicio de alimentos que alcanzan los 88 millones de toneladas en la Unión Europea. Esto es, tirar a la basura 173 kilos de comida al año por persona, lo que pone de manifiesto la gravedad de la situación en estos momentos.
Nuevos propósitos desde la UE
Para invertir esta tendencia que lacra el desarrollo de la sociedad, muchos organismos internacionales han llevado a cabo campañas de concienciación, haciendo que se vean las escalofriantes cifras que rodean el desperdicio de alimentos. Gracias a la FAO, podemos saber que:
- En Europa se desperdician al año alrededor de 29 millones de toneladas de productos lácteos, lo que sería equivalente a 574 mil millones de huevos.
- En los países industrializados, los consumidores desperdician 285 millones de toneladas de productos de cereales, lo que sería 763 miles de millones de cajas de pasta.
- El 10% de pescado que se captura mundialmente es devuelto al mar.
- Casi la mitad de todas las frutas y hortalizas producidas se desperdician.
- Se desperdicia una cantidad equivalente a 75 millones de vacas en carne de vacuno.
- Un 22% de la población mundial de legumbres se pierde o desperdicia al año.
Además, los efectos colaterales del desperdicio alimentario tienen consecuencias negativas para el medioambiente y para el desarrollo sostenible, ya que la producción y eliminación de los residuos de alimentos en Europa genera 170 toneladas de emisiones CO2, llegando a consumir hasta 26 millones de toneladas de recursos. En términos económicos, el coste asociado al nivel de desperdicio de alimentos se estima que asciende a unos 143 mil millones de euros.
Centrémonos en España. Cada día, unas 600.000 personas no tienen nada que cenar. Sin embargo, se estima que, al año, se desperdician 7,7 millones de alimentos en el país. Es responsabilidad de todos los ciudadanos, las empresas y las instituciones públicas que estas cifras bajen, puesto que la mayoría de alimentos se desechan en hogares, a la vez que en la hostelería y en los supermercados. De todas formas, aunque en menor medida, también las empresas juegan un papel importante. Por esto, ya son varias las empresas que innovan con diferentes iniciativas y aplican en su día a día un método para afrontar este problema de desigualdad
Banco Santander contra la desigualdad
La propia FOE es clara al respecto de cómo se debe afrontar la solución a esta problemática, que pasa por hacer frente a la desigualdad en todos los niveles a través de políticas multisectoriales que la mantengan como eje principal de la atención. A su vez, estas políticas han de ser respaldadas por organizaciones y entidades privadas de mayor envergadura con un compromiso social alto.
En este sentido, Santander España, desde julio de 2018, y la Ciudad Grupo Santander, desde noviembre de este año, d donan los excedentes de comida de sus restaurantes para empleados con las personas que más lo necesitan. Así, cada mes, más de 3.000 personas personas reciben una cena a diario.
Una iniciativa a la que invitan a sumarse a todas aquellas empresas que quieran participar.
#CenasParaTodos
Con más de 5.100 comidas al día, la Ciudad Grupo Santander ubicada en Boadilla del Monte se ha sumado a la iniciativa #CenasParaTodos, que ya estrenó Santander España en sus instalaciones de Luca de Tena, en Madrid.
Esta iniciativa, que forma parte de su contribución como banco responsable, se desarrolla con la colaboración de la empresa HOFO (Hope Food), así como de los proveedores que prestan servicios de restauración en los edificios corporativos, Sodexo y Mediterránea de Catering. El objetivo principal es dar un uso responsable a los excedentes alimentarios que se generan a diario y donarlos a multitud de familias con necesidad, de manera que puedan disfrutar de una cena gracias a estos alimentos.
“El desperdicio no es en sí grave. Lo que es grave es que hay personas que no tienen comida, que se produzca comida y esto provoque gases de efecto invernadero y que acabe en la basura”, afirma Joseba Iza, uno de los responsables de la empresa HOFO.
“Cada día se acercan más empresas. Existe una especie de movimiento bastante interesante con temas como la ecología, el cambio… Toda esta preocupación con el cambio climático lleva a ahondar más en las desigualdades sociales. Hay un interés muy particular en solucionar todos estos temas. Al final, van ligados”, concluye Joseba.
Juan Idarreta, vocal de ejercicios (responsable de la ronda de cenas) de la Real Hermandad del Refugio de Madrid, uno de los comedores con los que colabora Banco Santander a través de HOFO, está convencido de que la colaboración ciudadana, así como el binomio ciudadano-empresa se hace imprescindible. “Es evidente que, si en una sociedad lo que desperdician unos lo añoran otros, existe una desigualdad social. Por ello es plausible que grandes empresas, como el Santander, estén concienciadas en paliar esa desigualdad facilitando sus excedentes de comida para que lleguen a los más pobres”.
Se trata sin duda, de una firme apuesta por contribuir con la economía circular, mejorar la calidad de vida de las personas y convertir a la entidad en un banco responsable.
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