El triunfo de la frescura

No hay paisano que hoy mantenga que un tinto sin frescura pueda concitar el interés del bebedor actual. Un matrimonio «yankee» se paseó por La Rioja alavesa y encontró con una altitud respetable dos pequeños paisajes de viñedo viejo. Reclutaron a un enólogo con experiencia como Luis Güemes y dejaron, a triunfo cantado, que se escuchara el suave viento del Norte de ese enclave privilegiado. Es fácil con este Ansa 2016, segunda añada de este relato, transportarse a uno de los lugares más bellos que existen para lo enológico en el planeta tierra. Esos cielos, ese campo brillante, se deslizan en cada copa que nos regala fruta intensa. Este espectáculo frutal se mantiene como una promesa cumplida desde su presencia visual, pura rotundidad roja, hasta los balsámicos que nos mecen tras su paso de boca. La bodega 202, el prefijo de la ciudad de Washington de donde proceden los inquietos creadores, se califica así misma como de garaje. Pero las nomenclaturas importan poco ante la delicadeza de este tempranillo y la verticalidad expresiva tan larga como un cante vagabundo. Mucho trabajo de campo delicado y artesanal. El año de crianza es un acompañamiento para dormir la fruta y que los rumores florales sigan en la memoria. Si cada vino contiene una historia, aquí la naturalidad de sus costuras es su argumento. 4.000 cartas lanzadas al futuro de forma de botella.

Bodegas: 202

Nombre: Ansa 2016.

D.O. ca: Rioja.

Precio: 42 euros.www.bodega202.