Gastronomía
Qué bello es vivir
Al parecer San Ignacio de Loyola en sus ejercicios espirituales dijo que «en tiempos de desolación nunca hacer mudanza». Y prescribía estar firme en los propósitos anteriores a la causa de la desolación. En este mundo raro y pandémico que vivimos, se puede tener la tentación de abrazarse a soluciones escapista en su gusto por el vino. En plena tribulación ignaciana es desaconsejable cambiar de fe en el concepto de tintos que uno ama.
Si hay una casa que administra obleas enológicas de felicidad espiritual es la riojana Roda. También en su Capítulo de la Ribera del Duero, en la burgalesa La Horra, con un excepcional Corimbo donde las bondades de la bodega se expanden como un incensario de virtudes. Es conocido el culto a la frescura de la bodega, a la obsesión por el vino fino casi como una letanía, al estado tranquilo del alma que concede un tempranillo pulido con una crianza monacal. La contemplación del viñedo, todo inevitablemente ecológico, y sus posibilidades lleva al discernimiento de un modelo de vino que no deja de crecer. Corimbo surge de una meditación como las cosas importantes, y en su excelente versión 2016, cargada de longevidad y fruta desbordante, la felicidad será la espera. Aunque para los que no posean el milagro del tiempo interior, el disfrute es inmediato. Que bello es vivir.
Bodegas: La Horra.
Nombre: Corimbo 2016.
D.O: Ribera del Duero.
Precio: 22 euros.
Web: bodegaslahorra.es
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