Gastronomía
¿Os apetece emprender un viaje a través del vino?
Si es así, visitad Ambivium. Con una estrella Michelin y con David Robledo como director, al frente de los fogones se encuentra Cristóbal Muñoz
Apasionados del vino, van por ustedes estas líneas. Si no han visitado todavía Ambivium, septiembre es el mes perfecto para hacer escapadas. Nos referimos al restaurante de la bodega Pago de Carraovejas, situada en la Ribera del Duero. Con una estrella Michelin y con David Robledo como director, propone una experiencia diferente, ya que nos da la oportunidad de viajar por el mundo a través de decenas de copas y descubrir paisajes y regiones con armonías singulares. Y, antes de poner sobre la mesa las recetas de Cristóbal Muñoz, recuerden que en este espacio de Peñafiel (Valladolid) por la mañana Wine Tasting resulta un planazo en el que las catas guiadas son protagonistas, mientras que al atardecer, el punto de encuentro es la terraza Ambivium Wine Bar. El Laboratorio de Armonías inspira al equipo de creatividad para idear las elaboraciones de los menús (Entornos está formado por los platos clásicos del chef y Paisajes nos lleva de viaje por diferentes lugares del globo a través de 28 bocados). Ambos, pueden ser disfrutados con los vinos de los Proyectos Alma Carraovejas o de otros ejemplares, tanto nacionales como internacionales, ya que la bodega atesora más de 3.000 referencias.
Dieta castellana
Dicho esto, Cristóbal Muñoz se considera un cocinero técnico al que le gusta investigar y evolucionar recetas tradicionales desde el respeto y el conocimiento de los productos. Como ingredientes, destaca los tomates de la zona de Piñel de Abajo, los garbanzos de Campaspero y las endivias de Peñafiel, ya que constituyen la base de la dieta castellana. Nos explica que el hilo conductor de su cocina es la creación de armonías. Sí, a partir de la parte líquida nace un plato en el que refleja el entorno y las tradiciones. Como ejemplos, la trucha con jamón y sus huevas con 1076 La Peña, la sopa cana, una crema de almendra fría con dados de anguila y hierbas frescas, y la lubina, servida con una salsa emulsionada con el colágeno de la lubina, hinojo silvestre y garbanzo verde. Son delicias tan imprescindibles como la tajada del pastor, la pieza más especial de la paletilla delantera del lechazo churro, cocinada a baja temperatura y terminada en la parrilla con los sarmientos de vid. De postre, el llamado «Espíritu de colmena», ya que el equipo ha empezado a producir miel, procedente de las abejas de las colmenas de la finca. Carretera y manta.
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