Gastronomía
Alegrías blancas gallegas
Eduardo Peña es uno de los nuestros. Es bodeguero por pasión, convicción y porque decidió que en el territorio tan especial donde tiene el viñedo iba a dejar huella. La Vista es su criatura más feroz. Y confesemos que se trata de un vino de precio elevado pero de exquisiteces culturales inagotables.
Un vino blanco de esos que nos dejan con poderosa reflexión. El catador se encuentra con el reto de saber que su origen es la zona de Ribeiro, posee una altitud amable, se riega con una climatología a favor de obra, y que luego se deja adormecer a la uva fermentada dulcemente y en frío, más la estadía en roble sobre sus propias lías. Así, se nos garantiza un punto de excelencia. Pero hay algo más. Este es un vino que tiene todas las bondades y que sus propagandistas llaman gastronómico. No nos confundamos, lo glicérico, la fruta de rigor y las notas florales de mucha elegancia nos dan algunas pistas. Siempre existe un vino para enamorar, para redondear algunas secuencias inacabadas que todos llevamos a cuestas.
Todas las caleidoscópicas armonías que tiene este blanco gallego de interior tienen marcas de promesa. Vino que no necesita muchas elaboraciones ni valoraciones de críticos a la violeta, y solo poder encontrar el momento para esos atardeceres íntimos que llevan su sello. Almíbar a la carta.
Bodega: Eduardo Peña.
Vino: La Vista 2018.
D.O.: Ribeiro.
Pvp: 28 euros.
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